selvas tropicales
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En ese tiempo no existían los cursos de ecología y yo<br />
pensaba en la biología como una actividad ligada a investigaciones<br />
en laboratorios e invernaderos. La biología<br />
de campo no me atrajo durante la carrera.<br />
El otro tema que me llamó mucho la atención fue el<br />
de bioquímica; lo enseñaba el doctor Roberto Llamas.<br />
Conocía su laboratorio en el Instituto de Biología,<br />
situado en la famosa Casa del Lago de la UNAM<br />
en Chapultepec.<br />
Los ejercicios de laboratorio se hacían en este lugar<br />
y en ocasiones él nos hablaba sobre los estudios<br />
que llevaba a cabo con sus colaboradores. Uno de<br />
ellos era el del doctor Juan Roca Olivé, fundador de<br />
la enseñanza de la bioquímica en México, que trabajaba<br />
con enzimas del ácido ribonucleico (RNA) de<br />
las plantas.<br />
Cuando llegó el momento de decidir sobre el tema<br />
de mi tesis, me incliné por el laboratorio del doctor<br />
Juan Roca Olivé en algún tema de la bioquímica Vegetal,<br />
después de una plática muy amena y amigable<br />
sobre varios temas en desarrollo.<br />
Mi relación con el doctor Miranda se reducía a encuentros<br />
casuales en el edificio del Instituto de Biología,<br />
ubicado en el Bosque de Chapultepec, y posteriormente<br />
en sus nuevas instalaciones de Ciudad<br />
Universitaria (CU).<br />
El Herbario Nacional donde él trabajaba se hallaba en<br />
el segundo piso y el laboratorio de Bioquímica en donde<br />
yo hacía mi tesis profesional se ubicaba en el primer<br />
piso del mismo edificio. El cambio a CU fue drástico<br />
por las amplias y modernas instalaciones que tenía, en<br />
contraste con el atractivo sitio en la Casa del Lago, que<br />
ocupó el Instituto de Biología por muchos años.<br />
También lo veía con cierta frecuencia en el laboratorio<br />
del doctor Ruiz Oronoz, al que llegaba todas las tardes —<br />
después de comer— al igual que el doctor Enrique Rioja<br />
(otro destacadísimo científico español que encontró en<br />
México su segunda patria) para platicar y tomar café.<br />
Escuchar sus conversaciones era un deleite por sus opiniones<br />
sobre la ciencia, la política o la Universidad.<br />
Buscaba yo cualquier pretexto para llegar a esa hora<br />
a saludarlos, en espera de que me invitaran a compartir<br />
esos momentos, lo cual sucedía con frecuencia. El<br />
doctor Miranda me preguntaba por los avances de mi<br />
tesis con mucho interés.<br />
Me recibí en 1956, con una tesis profesional en bioquímica<br />
titulada: Actividad ribonucleásica en la germinación<br />
del maíz. Sabiendo la importancia que estaba teniendo<br />
el estudio de las sustancias DNA y RNA, pensé<br />
que estaba ante una oportunidad para entrar en uno de<br />
los temas más interesantes de la biología de ese tiempo,<br />
y quizá también de abrir las posibilidades de obtener<br />
una beca de posgrado y hasta un futuro trabajo.<br />
Hace varias décadas, el Instituto de Biología de la UNAM tuvo como sede la Casa del Lago de Chapultepec.<br />
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