selvas tropicales
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Nunca supe que pasó con los estudios de las muestras<br />
de la Sebastiania; sin embargo, el incidente me hizo<br />
conocer al doctor Nieto, con quien más adelante colaboré<br />
en el estudio de una planta alucinante que descubrí<br />
en la Sierra de Huautla de Jiménez en Oaxaca (la<br />
Salvia divinorum).<br />
Afortunadamente, el doctor Miranda se recuperó del<br />
infarto, pero por instrucciones de sus médicos tuvo que<br />
disminuir sus excursiones al campo, lo que le molestaba<br />
mucho. Esa situación, empero, me dio a mí la oportunidad<br />
de trabajar con él y llevar a cabo colectas de<br />
campo para proyectos que él tenía a su cargo. Por instrucciones<br />
del doctor Miranda realicé dos expediciones<br />
a la Selva Lacandona con la Compañía Maderera Maya,<br />
de la cual él era asesor. Por cierto, la Compañía nunca<br />
pudo operar por diversos problemas burocráticos.<br />
Esa fue la época de trabajo más intenso que experimenté,<br />
ya que tenía responsabilidades en la Comisión,<br />
además de llevar los cursos de doctorado,<br />
atender el compromiso de los cursos que daba en<br />
Chapingo y en la Facultad de Química y realizar mi<br />
trabajo como botánico en Farquinal (que afortunadamente<br />
decreció mucho, ya que yo había sido comisionado<br />
para dirigir la Comisión de Dioscóreas).<br />
Fueron unos años con horarios de trabajo de siete<br />
días y de doce a catorce horas diarias. Afortunadamente<br />
Norma, mi esposa, entendió muy bien el esfuerzo<br />
en esta etapa de mi vida y gracias a su apoyo<br />
salimos adelante y sobrevivimos.<br />
El proyecto de la Comisión tuvo un gran éxito y<br />
duró varios años. La ecología tropical mexicana nació<br />
allí, con algunas ideas nuevas de realizar estudios<br />
para probarlas. El doctor Miranda fue el asesor<br />
permanente y yo el responsable de la dirección de<br />
campo. Fueron épocas importantes del desarrollo<br />
científico del México moderno. Y para mí, fue un<br />
privilegio haberlas vivido.<br />
Arturo Gómez-Pompa de joven, colectando dioscóreas en Yucatán, 1958.<br />
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