BUENA NUEVA, noviembre 2016

nueva estética
El Claustro en este Templo pasa a ser periférico, circunvalando el
templo entre el edificio y el perímetro porticado, definiendo así un
espacio irregular, entre el exterior y el interior, que al tiempo que aísla
el templo del exterior, permite contemplarlo en detalle mientras se
pasea en oración, que esta es la función esencial de este lugar. El
Claustro tiene aquí un contenido radicalmente mariano. En el extremo
Norte del Claustro Gaudí dispuso la capilla de la Asunción. Si nos
desplazamos desde esta capilla hacia el Este, nos encontramos con
dos portadas, una a cada lado de la fachada del Nacimiento, la del
Rosario y la de Monserrat. Si lo hacemos hacia el Oeste, veremos
otras dos portadas, una a cada lado de la fachada de la Pasión, la de
la Virgen de los Dolores y la de la Virgen de la Merced.
En cuanto a la música, Gaudí no quiere que surja de un punto del
edificio, sino de todas partes, como si uno estuviera dentro de una
gran caja de resonancia, por eso lo coloca a modo de triforio, por
encima y a lo largo de todas las naves. Dispone cuatro órganos en
torno al cimborrio central y el coro lo distribuye así: el femenino sobre
la entrada con aforo para 500 personas, el de niños sobre el deambulatorio
para 700, y el masculino entre las columnas laterales para 600
cada uno. Su situación y pendiente no impide vistas ni obstaculiza la
luz de los ventanales. El aforo total del templo puede llegar hasta las
14.000 personas.
Gaudí entiende la basílica de la Sagrada Familia como una representación
de la Jerusalén Celestial, la esposa del Cordero que describe el
libro del Apocalipsis, libro que cierra y culmina la Revelación. El Apocalipsis
es la clave apropiada para interpretar correctamente la basílica
ya que conduce a la humanidad hacia su culminación que no es otra
que la comunión plena con Dios, revela la belleza que nos aguarda
si permanecemos en Él. Esto quiere hacer el templo, anticipar esa
belleza.
Bajo la cruz que culmina la torre de Jesucristo se representan un
Alfa y una Omega, alusión al Cristo del Apocalipsis, primero y último,
principio y fin. La torre central y las cuatro columnas que la sustentan,
representan el trono de Dios y del Cordero, y las naves de la basílica
son la nueva Jerusalén anunciada. Dice el Apocalipsis que la ciudad
no necesita de sol ni luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria
de Dios, y su lámpara que es el Cordero. En la Sagrada Familia, la luz
parece salir de la construcción misma, de los vitrales y de las aberturas
de las bóvedas, tanto de día como de noche, una luz que se difunde
y se expande.
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