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sed santos<br />
En su realidad cósmica de<br />
elemento salido de las manos<br />
de Dios, las tinieblas siempre<br />
serán inocentes<br />
No, nos parece posible encontrar argumentos<br />
para que no maldecir a las tinieblas de<br />
la ignorancia, el pecado y la muerte, sino<br />
fuera porque, en su realidad cósmica de<br />
elemento salido de las manos de Dios, las<br />
tinieblas siempre serán inocentes. Quizá,<br />
acaso, podría explicarse la dureza de los simbolismos<br />
utilizados porque en el principio,<br />
antes de que pudiera contarse el tiempo del<br />
mundo, el pecado de soberbia de unos ángeles<br />
rebeldes provocó una batalla celestial<br />
que se saldó con su derrota, “y que a los<br />
ángeles que no se mantuvieron en su rango<br />
sino que abandonaron su propia morada,<br />
(Dios) los tiene guardados para el juicio<br />
del gran día, atados en las tinieblas con cadenas<br />
perpetuas”. (Carta de San Judas, 6).<br />
Así lo ratifica 2 Pedro 2, 4:“En efecto Dios no<br />
perdonó a lo ángeles que pecaron, sino que,<br />
precipitándolos en las tenebrosas cavernas<br />
del infierno, los entregó reservándolos para el<br />
juicio. Y de tan gran pecado, del que pudiera<br />
existir reseña en Apocalipsis 12,3, con la señal<br />
“…de un enorme monstruo rojo como el<br />
fuego… que con la cola barre un tercio de<br />
las estrellas del cielo, precipitándolas a la tierra”,<br />
parece que, junto a los ángeles convertidos<br />
en demonios que son confinados en el<br />
Averno para librar la batalle del pecado en el<br />
mundo, también las tinieblas espesas y oscuras<br />
en las que habitan desde entonces hayan sido,<br />
a su vez, estigmatizadas con ellos como símbolo<br />
del mal que encarnan por un pecado irrredento.<br />
Y para atenuar el rigor de tan crudos simbolismos<br />
y comparaciones, será bueno traer a colación<br />
que esa “luz mesiánica que brilló en la<br />
noche de los profetas”, fue también “la estrella<br />
de Jacob”, la que se nos anunció por boca del<br />
hechicero Balaán (Números 24, 15-24), y que<br />
luego, mil años después, lucirá de nuevo tan<br />
brillante como aquella, y llamará la atención<br />
de unos magos estudiosos el cielo en el lejano<br />
oriente, que al verla supieron entender que<br />
aquella luz era la señal del nacimiento del rey<br />
más poderoso del mundo, y dejándolo todo, se<br />
pusieran en camino para adorarlo. Porque es lo<br />
cierto, que las estrellas solo brillan en las noches<br />
más oscuras, cuando las tinieblas son densas y<br />
espesas, y para seguir la de Belén, los magos<br />
solo podían caminar en la noche al resplandor<br />
de su estela, y al amanecer, cansados y felices,<br />
descasaban en sus tiendas esperando otra noche<br />
acogedora que les mostrara el camino.<br />
Y en ese peregrinaje lleno de noches de esperanza,<br />
que son las mismas noches de las<br />
aterradoras tinieblas que anunciaron los profetas,<br />
la oscuridad se llenó entonces de ilusión,<br />
y las noches parecían días, y la estrella<br />
los dirigió sin tropiezos por un camino que los<br />
llevó hasta Jesús. bn<br />
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