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BUENA NUEVA, noviembre 2016

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sed santos<br />

Y de muchas maneras se expresa esta simbología<br />

como “la luz del rostro del Señor” (Salmo<br />

4, 7), “lámpara es tu palabra para mis pasos,<br />

luz en mi sendero…” (Salmo 119, 105), “tu<br />

luz nos hace ver la luz” (Salmo 36, 10), “el<br />

pueblo caminará…a la luz de tu rostro”, porque<br />

el Señor Dios es sol y escudo, él da la gracia<br />

y la gloria” (Salmo 83, 12), “Casa de Jacob,<br />

venid, caminemos a la luz del Señor” (Isaías 2,<br />

5), o en la bendición que da el Señor para el<br />

pueblo en Números 6, 25: “El Señor te bendiga<br />

y te proteja, ilumine su rostro sobre ti…”, y<br />

que luego se reproduce en el Salmo 66, 2-3:<br />

“Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine<br />

su rostro sobre nosotros…”<br />

En este contexto, la luz no es beligerante con<br />

las tinieblas y se hace instrumento de Dios para<br />

guiar al hombre hacia el Tiempo Nuevo. Los libros<br />

sapienciales también utilizan el concepto<br />

de la luz. En el Libro de la Sabiduría 7, 26, la<br />

sabiduría se asocia al atributo divino de la luz<br />

en cuanto que “irradiación de la luz eterna (de<br />

Dios) e imagen de su bondad”, y en 7, 29, se<br />

dice de ella que”…es más bella que el sol y<br />

supera a todas las constelaciones. Comparada<br />

con la luz del día, sale vencedora, porque la luz<br />

deja paso a la noche, mientras que a la sabiduría<br />

no la domina el mal”. Adviértase aquí como<br />

“la noche” se asocia con el mal y el atributo<br />

divino de la “sabiduría” se hace competir con<br />

el de la “luz”, al que se dice que supera porque<br />

el día que da paso a la noche, lo que nunca<br />

hace la sabiduría.<br />

Y dentro de este esquema competitivo y beligerante<br />

se nos ofrecen las sentencias de<br />

Eclesiastés. Así en 2, 12: “La sabiduría es<br />

más provechosa que la necedad, como la<br />

luz aprovecha más que las tinieblas”, y más<br />

adelante en 2, 14, abundando en el mismo<br />

sentido: “El sabio lleva los ojos puestos en la<br />

cabeza, pero el necio camina en tinieblas”.<br />

Aquí el binomio “sabiduría/necedad”, se corresponde<br />

con el de “luz/tinieblas”, y las tinieblas<br />

salen perdiendo sin que se adviertan<br />

los motivos o se den las razones para ello,<br />

simplemente se deduce que “es necedad<br />

andar en tinieblas”.<br />

Anuncios proféticos<br />

La tradición profética nos trae la escisión del<br />

mundo bíblico en dos partes: El pueblo elegido<br />

que es la luz, y los otros pueblos que<br />

caminan en las tinieblas. Pero ahora las tinieblas,<br />

de un modo claro y rotundo, se llevan<br />

la peor parte en este discurso, pues en la<br />

oscuridad que se profetiza se esconden las<br />

tinieblas de la muerte, la condenación y el<br />

castigo del cielo. Se obtienen conclusiones<br />

más benévolas al respecto en los anuncios<br />

específicamente mesiánicos, donde la luz<br />

que brilla en la oscuridad es la del Mesías<br />

que llega, pero no así en las profecías del<br />

“Día del Señor”, que son anuncio de un Dios<br />

colérico y terrible.<br />

La luz y las tinieblas salieron de las<br />

manos de Dios, y que ambas, igualmente,<br />

son necesarias para la vida y el buen<br />

orden del mundo creado<br />

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