42 encaró al imperialismo
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viajeros<br />
El autor confiesa que el propósito<br />
de su libro es brindarles a sus compatriotas<br />
brasileños una obra que<br />
les permita “conocer el estado soci<strong>al</strong><br />
de las repúblicas que con nosotros<br />
limitan”. De igu<strong>al</strong> forma comenta<br />
en la Advertencia con la que inicia<br />
su texto en 1866: “Existe, asimismo,<br />
la misma ignorancia sobre su estado<br />
de civilización, sobre lo que en<br />
ellas hay de estimable, así como los<br />
elementos de desorden y de decadencia<br />
que retardan sus progresos.<br />
Acostumbrados, haciendo eco a<br />
escritores europeos apasionados<br />
y superfici<strong>al</strong>es, a sólo notar en las<br />
repúblicas españolas sus revoluciones,<br />
la f<strong>al</strong>ta de garantías que en<br />
<strong>al</strong>gunas de ellas se manifiesta, y su<br />
decadencia materi<strong>al</strong>, les hacemos<br />
una gran injusticia desconociendo<br />
lo mucho que hay en ellas de respetable<br />
y simpático…”.<br />
Su propósito es animar a sus<br />
contemporáneos y compatriotas a<br />
conocernos como países vecinos<br />
y dejar un poco la mirada europea<br />
sobre nuestras naciones. Aunque<br />
también reconoce <strong>al</strong> fin<strong>al</strong> del libro<br />
que “… el espíritu con el que está<br />
escrito este libro levantará clamores<br />
contra el autor, y lo expondrá a<br />
ataques más o menos violentos. En<br />
él predomina el sentimiento de un<br />
brasileño, americano de raza latina,<br />
católico, monárquico; y quien no<br />
fuere todo eso de corazón, necesariamente<br />
estará en desacuerdo con<br />
mi trabajo, en <strong>al</strong>gún punto...”<br />
Veamos <strong>al</strong>gunas de sus observaciones<br />
para tener una idea de lo vivió<br />
el Consejero Lisboa por esta tierra.<br />
Caracas, sus colores<br />
y sus esquinas<br />
Uno de los lugares que cu<strong>al</strong>quier<br />
extranjero tendría que visitar en Caracas<br />
a mediados del siglo XIX sería<br />
el mercado. Ese espectáculo de colores,<br />
olores, sabores, pero también<br />
un espacio predilecto para la soci<strong>al</strong>ización.<br />
Lisboa nos cuenta:<br />
“En ella [plaza Bolívar] todas las<br />
mañanas se celebra el mercado<br />
princip<strong>al</strong> de la ciudad, abundante en<br />
legumbres y frutas de los trópicos y<br />
de Europa (…) Entre las legumbres y<br />
raíces, abunda el apio (…) especie de<br />
ñame de color amarillo, muy sabroso,<br />
s<strong>al</strong>udable y abundante de raíz,<br />
que se da muy bien en las tierras <strong>al</strong>tas<br />
y frías y es muy apreciado por los<br />
indígenas y los forasteros (…) Llega<br />
diariamente pescado de La Guayra,<br />
pero no es abundante ni delicado,<br />
con excepción del pargo o bermejo,<br />
que se puede considerar fino.”<br />
Pero hay un det<strong>al</strong>le especi<strong>al</strong> que<br />
nuestro visitante res<strong>al</strong>ta: las caraqueñas<br />
que frecuentan el mercado:<br />
“Visten f<strong>al</strong>das de colores claros<br />
o blancos, llevan sobre su cabeza<br />
un manto casi siempre blanco y<br />
por encima del manto un sombrero<br />
de paja. Todo ellos tan limpio, tan<br />
planchado y tan <strong>al</strong>egre, que es un<br />
verdadero placer visitar la plaza del<br />
mercado a las seis de la mañana y<br />
contemplar la gran concurrencia de<br />
vendedoras y compradoras, brillando<br />
con sus <strong>al</strong>egres trajes bajo los<br />
rayos del naciente y vivificador sol.”<br />
Lisboa destaca <strong>al</strong>go peculiar en la<br />
forma que tienen los caraqueños de<br />
moverse y orientarse en la capit<strong>al</strong> y<br />
que ha perdurado hasta nuestros<br />
días: “Estas c<strong>al</strong>les se cruzan, como<br />
NOVIEMBRE2016 N.º<strong>42</strong> MEMORIASDEVENEZUELA 5