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segundo concurso iberoamericano de ensayo para jóvenes 2016<br />
Rolling Stones<br />
Presentamos el texto ganador del Segundo Concurso<br />
Iberoamericano de Ensayo para Jóvenes 2016, esta<br />
vez sobre la novela Los de abajo de Mariano Azuela,<br />
un clásico del<br />
, a cien años de su primera edición.<br />
El autor encuentra entra paralelismos entre el México<br />
violento descrito en la novela y el México actual.<br />
luis alberto madrigal pérez<br />
How does it feel?<br />
How does it feel<br />
To be without a home<br />
Like a complete unknown<br />
Like a rolling stone?<br />
—bob dylan<br />
Cuando le preguntaron<br />
sobre la edición<br />
conmemorativa del<br />
centenario de Los de<br />
abajo, Víctor Díaz<br />
Arciniega, investigador<br />
de la uam-Azcapotzalco<br />
y responsable del volumen,<br />
aseguró que esta novela de Mariano<br />
Azuela es excepcional porque representa<br />
a “la sociedad vista en su presente<br />
inmediato”. 1 No es por llevarle<br />
la contraria al valiente que se atrevió<br />
a colocarle las comas originales a un<br />
texto clásico cien años después, pero<br />
parecería que su sentencia se queda<br />
corta. ¿Acaso Los de abajo no habla<br />
también del futuro?<br />
Es uno de esos libros que cumple<br />
una función fundamental en cualquier<br />
plan de estudios de literatura<br />
de secundaria o preparatoria. Si<br />
Azuela no lo hubiera escrito, algún<br />
otro tendría que haberlo hecho, aunque<br />
sólo fuera por su atinadísimo<br />
título: profundamente mexicano en<br />
un país donde más de la mitad de la<br />
población vive todavía por debajo de<br />
la línea de la pobreza, y hondamente<br />
latinoamericano y tercermundista,<br />
pues ¿quiénes serían “los de abajo”<br />
en Noruega? Es además el libro<br />
1 Silvia I. Gámez, “Conmemoran a ‘Los de abajo’<br />
”, Reforma, http://bit.ly/2a8WRLg.<br />
que —según nos dicen en esos años<br />
escolares— rompió con la narrativa<br />
de éxito uniforme de la Revolución<br />
mexicana y empezó a cuestionar su<br />
mitificación. Por este par de razones<br />
—un título que parece explicarse<br />
por sí mismo y una historia y personajes<br />
que parecen existir únicamente<br />
como declaración política—<br />
sería entendible que nadie leyera la<br />
novela. A final de cuentas, si se nos<br />
repite la lección eterna que nos deja<br />
Los de abajo, ¿qué importancia puede<br />
tener hojearlo en el presente?<br />
Pero ya se sabe lo que pasa con<br />
los textos clásicos cuando nos decidimos<br />
a desempolvarlos: cada quien<br />
empieza a ver cosas distintas. La<br />
supuesta enseñanza original puede<br />
quedar enterrada bajo la interpretación<br />
particular. En el libro más vendido<br />
de todos los tiempos, algunos<br />
encuentran a Dios entre aleluyas y<br />
otros una letanía de condenas misóginas<br />
y homofóbicas. Un musulmán<br />
dice que el Corán demuestra que el<br />
islam es una religión de paz y otro<br />
cita de memoria los versos que le<br />
mandan, inexorablemente, a colocar<br />
un par de bombas.<br />
Si bien la lectura contemporánea<br />
de Los de abajo no provee una<br />
novedosa interpretación teológica del<br />
mundo, sí ofrece la oportunidad de<br />
hacer a un lado los juicios institucionales<br />
que durante décadas han convertido<br />
al texto en un mero instrumento<br />
historiográfico para explicar<br />
la Revolución mexicana, arrebatándole<br />
así su sentido plenamente literario.<br />
La Biblia tiene vigencia porque<br />
está llena de buenos cuentos. Los de<br />
abajo es, aunque parezca una obviedad<br />
recordarlo, una buena novela.<br />
Azuela se encargó de dejarla<br />
escrita de manera que pudiera ser<br />
leída como tal, aun un siglo después<br />
del contexto preciso al que hace<br />
referencia. (Quizá la aparición de la<br />
novela por entregas en un periódico<br />
contribuyó a crear alrededor suyo el<br />
aura de Historia con mayúscula, de<br />
goce estético efímero, que se atribuye<br />
a lo que aparece en los diarios.)<br />
Tómese por ejemplo que el conflicto<br />
armado mismo al que alude el libro<br />
no se menciona sino hasta el cuarto<br />
capítulo, una vez que un escuadrón<br />
sin título ya quemó la casa del protagonista.<br />
Pero cuando finalmente se<br />
le pone nombre a la lucha, tampoco<br />
queda muy claro de inmediato de<br />
qué se está hablando.<br />
“[Estos condenados del gobierno<br />
nos] han declarado la guerra a<br />
muerte a todos los pobres”, 2 dicen<br />
unos pobladores de la sierra (aún sin<br />
nombre), con lo que se establece el<br />
tono atemporal y carente de referencia<br />
geográfica de una sentencia<br />
que bien pudo haberse dictado en<br />
tiempos de María Antonieta o de<br />
Porfirio Díaz. Sólo con el correr<br />
de las páginas aparecen epítetos<br />
como “carrancista” o “villista”, que<br />
empiezan a dotar de la novela de una<br />
especificidad histórica. Sin embargo,<br />
el carácter netamente mexicano<br />
y contemporáneo del libro se revela<br />
a través de otras aristas.<br />
No es difícil, por ejemplo, que a<br />
un lector entre Tijuana y Mérida<br />
se le diga que los protagonistas son<br />
2 Mariano Azuela, Los de abajo, Fondo de Cultura<br />
Económica, México, 2011, p. 19.<br />
perseguidos por “los federales” y no<br />
se ponga inmediatamente del lado de<br />
estos últimos, lo mismo en 1916 que<br />
en 2016. Compárese esa reacción<br />
con la de nuestro hipotético lector<br />
noruego: ¿qué clase de ciudadano es<br />
aquel que no está en el bando moral<br />
de la ley y el gobierno? “¡Quémenlo…,<br />
es federal!…”, 3 clama la turba<br />
en Los de abajo cuando atrapan a un<br />
desconocido en la sierra. “¡Línchala…<br />
mátala…!, gritaban […] Su única<br />
identidad era un uniforme azul de la<br />
Policía Federal que la convertía en el<br />
enemigo a vencer”, 4 narra una nota<br />
de El Universal, fechada el 25 de junio<br />
de 2016, que recupera la historia<br />
de una agente durante el enfrentamiento<br />
entre maestros y federales<br />
en Nochixtlán, Oaxaca.<br />
Ésa no es la única clarividencia<br />
de Azuela en la novela. Otro<br />
ejemplo de que Los de abajo dialoga<br />
con el futuro se encuentra en el personaje<br />
Luis Cervantes, el periodista<br />
y médico urbano que se arrima a una<br />
revuelta popular de la que sale bien<br />
parado. “¡Lo que es eso de saber y<br />
escribir!”, 5 suspira Anastasio, uno de<br />
los revolucionarios, cuando discute<br />
con Demetrio Macías, el líder guerrillero,<br />
sobre las cualidades del nuevo<br />
miembro en las filas del grupo. Con<br />
esa simple sentencia, Anastasio, Macías<br />
y Azuela anticipaban el triunfo<br />
de los licenciados en México, treinta<br />
3 Ibid., p. 23.<br />
4 Pérez-Stadelmann, “Me rociaron gasolina”,<br />
El Universal, http://www.eluniversal.com.mx/<br />
articulo/estados/2016/06/25/historia-me-rociaron-gasolina.<br />
5 Azuela, op.cit., p. 50<br />
16 la gaceta © leopoldo méndez<br />
enero de 2017