Una historia social de las zapatillas

imagen más recurrente fue la de los Ramones, que convirtieron
la decadencia en arte, aunque siempre fueron fieles a este calzado
en sus conciertos y en las portadas de sus álbumes. Por las mismas
fechas, Bob Marley se dejaba fotografiar jugando a fútbol con unas
Adidas y John Belushi se coronaba como la estrella de Desmadre
a la americana con sus inseparables All Star, demostrando que el
cine más gamberro también podía arrasar en taquilla.
A pesar de revelarse como un icono de la moda, las zapatillas aún
tenían en el deporte su mercado más rentable, aunque nadie imaginaba
que la competencia entre marcas sería tan feroz. En los Juegos
Olímpicos de Roma en 1960, el corredor alemán Armin Hary se
vendió al mejor postor, ganando el oro de los 100 metros con unas
Puma y recogiendo la medalla con unas Adidas. La atención mediática
en las Olimpiadas de México en 1968 la acapararon Tommie
Smith y John Carlos, dos atletas afroamericanos que recogieron
sus respectivas medallas descalzos y con el puño alzado, al estilo
Black Power. Eso sí, antes habían colocado sus Puma a un lado
del podio para que las viera todo el mundo, en un acto brillante
de reivindicación y márketing.
Pelé también tuvo su momento de gloria cuando se ató los cordones
de sus zapatillas, justo antes del saque inicial en la final del
Mundial de 1970. Durante unos eternos segundos, millones de
telespectadores vieron un primer plano de sus Puma, en un gesto
perfectamente estudiado por la marca. Las ventas de aquel modelo,
conocido como Puma King, se dispararon inmediatamente y se
convirtieron en un clásico. Igual de influyente fue el boxeador
Muhammad Ali, que llevaba unas botas Adidas cuando venció a
George Foreman en el legendario combate por el título mundial en
Kinshasa en 1974, para muchos considerado el enfrentamiento del
siglo e inmortalizado en el documental When we were kings.
Aunque pueda parecer sorprendente, esta guerra entre marcas
también cruzó el charco y afectó de manera anecdótica al deporte
español. En 1974, los responsables de Adidas irrumpieron en el
Mientras le enfocaban,
en un acto de márketing
estudiado, Pelé se ató sus
Puma en la final del
Mundial de México’70
vestuario de la selección española de fútbol y prometieron cien dólares
a cada jugador si utilizaban sus zapatillas. Entonces se jugaban
el pase al mundial frente a Yugoslavia y todos aceptaron el trato,
menos el madridista Pirri, que optó por pintar las tres rayas blancas
del logotipo de Adidas en sus Puma negras, eso sí, a cambio de 400
dólares. Más tarde comentó que las Adidas le rozaban.
Con la llegada de los años 80, se vivió un boom tecnológico que hoy
nos hace sonrojar, se popularizaron las hombreras exageradas y
las zapatillas pasaron a formar parte del imaginario colectivo en
los lugares más recónditos del planeta. Los yuppies las llevaban
con traje y corbata de camino a la oficina y Michael J. Fox las lucía
en Regreso al Futuro (mientras enamoraba a su madre, de paso).
En la disparatada comedia adolescente Aquel excitante curso, Jeff
Spicoli (un antecedente juvenil del El Nota del El gran Lebowski,
interpretado por Sean Penn) convertía sus Vans de cuadritos
blancos y negros en un icono de la década. Pero el gran bombazo
llegaba con Nike, firma que revolucionaba el mercado deportivo
con las multimillonarias Air Jordan.
Puede que Axl Rose tocara el cielo a finales de la década con sus
Converse personalizadas, pero realmente fueron las estrellas del
hip-hop quienes convirtieron este calzado en un objeto de fetichismo
sin precedentes. Los Beastie Boys demostraron que el arte de
1976 1978 1979 1980
La película Rocky puso de moda el jogging
y disparó la venta de zapatillas.
Farraw Fawcett, la rubia guapa de
los setenta, luciendo Nike.
Bob Marley jugando al fútbol en
Jamaica con unas Adidas.
Los Ramones; reyes de
las zapatillas mugrientas.
John Belushi y sus
inseparables All Star en
Desmadre a la americana.
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