Skate & Jazz
Reportaje sobre el ilustrador Ian Johnson.
Reportaje sobre el ilustrador Ian Johnson.
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El ‘skate’ y el jazz se convirtieron en dos caras de la misma moneda a principios de la decada de<br />
los 90 gracias al resurgir de la moda del monopatin. Ahora, el disenador Ian Johnson explora los<br />
limites de esta influencia con las ilustraciones de artistas clasicos que adornan sus tablas.<br />
‘So What’<br />
(Miles David Quintet: Paul Chambers, Bill Evans, Miles Davis, John<br />
Coltrane y Jimmy Cobb)<br />
118 esquire • SEPTIEMBRE 2015<br />
SEPTIEMBRE 2015 • esquire 119
‘Ornithology’<br />
(Charlie Parker)<br />
120 esquire • SEPTIEMBRE 2015<br />
SEPTIEMBRE 2015 • esquire 121
‘Feeling Good’<br />
(Nina Simone)<br />
122 esquire • SEPTIEMBRE 2015<br />
SEPTIEMBRE 2015 • esquire 123
‘Moanin’’<br />
(Charles Mingus)<br />
‘Cyclic Episode’<br />
(Sam Rivers)<br />
124 esquire • SEPTIEMBRE 2015<br />
SEPTIEMBRE 2015 • esquire 125
‘Out To Lunch’<br />
(Eric Dolphy)<br />
126 esquire • SEPTIEMBRE 2015<br />
SEPTIEMBRE 2015 • esquire 127
‘Cheeck to Cheeck’<br />
(Louis Armstrong)<br />
‘Back At The Chicken Shack’<br />
(Stanley Turrentine)<br />
128 esquire • SEPTIEMBRE 2015<br />
SEPTIEMBRE 2015 • esquire 129
‘Hat And Beard’<br />
(Out to lunch serie: Richard Davis, Freddie Hubbard,<br />
Bobby Hutcherson, Tony Williams, Eric Dolphy)<br />
Bienvenidos a San Francisco, la ciudad que vio nacer el<br />
mito de Alcatraz, el movimiento hippie, el estruendo<br />
de la psicodelia y el fenómeno de Silicon Valley,<br />
además de haberse consolidado como la meca más<br />
cosmopolita del skate. Precisamente es en este hermoso rincón<br />
del mundo donde vive Ian Johnson, un ilustrador de tablas de<br />
monopatín que se ha convertido en una estrella internacional<br />
gracias a su trabajo como director creativo en Western Edition,<br />
una de las marcas más originales de esta industria y que se encuentra<br />
a medio camino entre el negocio deportivo, la rebeldía<br />
del jazz y las pasarelas de moda alternativa. “Creo que la magia<br />
de muchos discos de jazz es la improvisación, el llevar las habilidades<br />
musicales a otro nivel y generar emociones”, nos explica<br />
desde su estudio. “Sin olvidar que, a partir de este género, puede<br />
explorarse de manera muy interesante la complejidad de la<br />
historia norteamericana”. Por este motivo, lo mejor será desempolvar<br />
los vinilos de Prestige Records que tengamos olvidados<br />
en el desván y emprender un viaje en el tiempo para conocer los<br />
inicios de una aventura artística salpicada por colores brillantes,<br />
tablas de skate inverosímiles y leyendas musicales de otra época.<br />
Ian Johnson nació en Connecticut y desde pequeño ya mostró<br />
interés por el dibujo, una afición que le permitía ocupar el tiempo<br />
libre de manera creativa después del colegio. No en vano, era el<br />
único hijo de un matrimonio con espíritu bohemio que disfrutaba<br />
yendo a museos, coleccionando libros de pintura y organizando<br />
cenas desmadradas con sus amigos artistas. “Aunque la primera<br />
vez que escuché jazz fue en casa de mi abuelo, porque acostumbraba<br />
a sintonizar una emisora de radio de Nueva York donde<br />
pinchaban discos clásicos”, cuenta el ilustrador. “Supongo que<br />
lo descubrí demasiado pronto y no me llamó la atención”. Sin<br />
embargo, esa visión del mundo cambió por completo cuando su<br />
familia se trasladó a San Francisco a finales de los años 80 y él<br />
cayó rendido a los pies de una cultura que empezaba a romper<br />
esquemas: el skate. Evidentemente, el sonido que triunfaba<br />
entre los adolescentes en aquella época era el hip-hop y nuestro<br />
protagonista se dejó llevar por los beats de la vieja escuela y sus<br />
rimas incendiarias, hasta que descubrió que muchas canciones<br />
de éxito sampleaban ilegalmente temas de jazz. Más que una<br />
revelación, se trataba de un secreto a voces dentro de la comunidad<br />
alternativa que le abrió nuevos horizontes al enlazar su<br />
pasión por la música con el monopatín y el arte. Aunque lo que<br />
no imaginaba es que ese universo reivindicativo se convertiría<br />
en una profesión que le cambiaría la vida para siempre.<br />
Con el paso de los años, Ian Johnson fue a la universidad<br />
de Nueva York para estudiar diseño, pero no encontró lo que<br />
realmente buscaba y decidió volver a patinar las calles de San<br />
Francisco con sus amigos. Entonces conoció a Kent Uyehara,<br />
un joven emprendedor que había abierto la popular tienda de<br />
skate FTC en 1994, y juntos fundaron la marca Western Edition.<br />
Un nombre curioso que hace un guiño cómplice a un barrio<br />
de su ciudad que fue un emblema de la integración racial en la<br />
primera mitad del siglo XX con sus casas de estilo victoriano y<br />
donde floreció una gran escena de jazz. Con estos referentes<br />
culturales era inevitable que las tablas que comercializaban<br />
fueran distintas a las de la competencia y una manera de lograrlo<br />
era mediante los diseños vanguardistas de sus gráficos. “Todo<br />
empieza con un dibujo improvisado a lápiz y si veo que puede<br />
quedar bien en una tabla, entonces lo escaneo y lo ajusto a su<br />
tamaño final con el ordenador”, explica Ian Johnson. “Aunque,<br />
en otras ocasiones, tengo una idea concreta y la dibujo específicamente<br />
para una tabla de skate”. Por este motivo no es extraño<br />
que el universo visual de esta empresa californiana esté poblado<br />
por estrellas de la época dorada del jazz como Miles Davis, Bill<br />
Evans, Sun Ra, Nina Simone, Charles Mingus o Eric Dolphy,<br />
que aportan una dosis de originalidad anacrónica a un sector<br />
tradicionalmente marcado por el punk, la MTV y las grandes<br />
competiciones internacionales.<br />
Si buscamos los orígenes de la influencia del jazz en la cultura<br />
popular, descubriremos que Jack Kerouac ya recorría las<br />
carreteras polvorientas de América en coches robados a ritmo<br />
de anfetaminas y bebop a principios de los años 50, y que los pioneros<br />
del surf esperaban la llegada de olas gigantes escuchando<br />
temas de cool jazz en los bares de playa. Aunque tuvieron que<br />
pasar tres décadas y muchas modas para que esta música vintage<br />
volviera a sonar con fuerza gracias al fenómeno del skate y a los<br />
videos promocionales que dirigió un debutante Spike Jonze con<br />
temas de John Coltrane en la banda sonora. Es evidente que Ian<br />
Johnson se empapó de todas estas influencias generacionales<br />
que pretendían sacudir los cimientos de la cultura mainstream,<br />
pero actualmente tiene muy claro de dónde surge su inspiración<br />
para las tablas. “El diseño de las portadas del sello Blue Note es<br />
una parte esencial de mi estética visual”, afirma el artista. “Creo<br />
que la simplicidad, el descaro y el estilo con el que utilizaban la<br />
fotografía, los colores y la tipografía siguen siendo muy rompedores<br />
y se han convertido en el mejor ejemplo de lo que debe<br />
ser un buen álbum de jazz”.<br />
Esta afición por los sonidos de raíces afroamericanas también<br />
le ha llevado a publicar un par de libros con sus ilustraciones<br />
más famosas, a organizar exposiciones por medio mundo y a<br />
adentrarse en la industria discográfica, gracias a las cubiertas<br />
de discos que ha creado para músicos como Diggs Duke, Sach y<br />
el omnipresente Gilles Peterson, que no dudan en mezclar hiphop<br />
con elementos de jazz. A pesar del éxito, Ian Johnson sigue<br />
viviendo en una montaña rusa creativa y las horas de trabajo en<br />
su estudio parecen avanzar a otro ritmo, puesto que la música<br />
se funde con la magia de las ilustraciones y entonces surge un<br />
universo paralelo, regido por sus propias normas visuales. Una<br />
clara evidencia de que este artista se ha ganado el privilegio de<br />
hacer realidad sus sueños, aunque muchas veces haya fantaseado<br />
sobre donde viajaría si tuviera una máquina del tiempo. “Me<br />
encantaría ir al Nueva York de los años 40 y visitar el Minton’s<br />
Playhouse de Harlem para presenciar los inicios del bebop”, nos<br />
comenta con una sonrisa. “Aunque no sé si me gustaría conocer<br />
a los músicos en persona porque, muchas veces, la gente que<br />
admiras no acostumbra a ser como imaginabas. A veces, ser un<br />
simple espectador ya es suficiente”.<br />
–DAVID MOREU<br />
130 esquire • SEPTIEMBRE 2015<br />
SEPTIEMBRE 2015 • esquire 131