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Excodra I: Lo maldito

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detestan la hipocresía que les rodea. J.D. Salinger era rarillo, nadie lo duda. Su<br />

malditismo radica en rechazar las normas impuestas una vez consumado el triunfo<br />

supremo de ser reconocido y admirado hasta los topes. Se inmiscuyeron en su<br />

privacidad y renunció a presentar sus relatos y novelas. Le bastaba con escribirlas. El<br />

resto era pura parafernalia y cinismo más que prescindible.<br />

El séptimo pilar del castillo viola parte de los anteriores sin ser paradójica. Algunos<br />

artistas luchan por el éxito y saben esperar la ocasión para que se valore su<br />

precedente trabajo. Les demoiselles de Avignon de Pablo Picasso generaron estrépito<br />

negativo entre sus amigos, felices por criticar la genialidad del malagueño, que<br />

finalmente cumplió las predicciones y se asentó en el Olimpo de la pintura. Hay otros<br />

casos parecidos, entre los que cabe mencionar el de James Joyce y hasta si me apuran<br />

el de Enrique Vila-Matas, quien tardó más de una década en ser reconocido por su<br />

prosa única e inimitable.<br />

El octavo capítulo se relaciona con obras o actitudes políticamente incorrectas en su<br />

período histórico. En 1969 Jim Morrison se sacó el pene en Miami y ahora quieren<br />

perdonarle porque no se estila arremeter contra bestias aceptadas. <strong>Lo</strong> contrario acaece<br />

con Petronio. Vivió en el siglo I, publicó el Satyricon y nadie puso el grito en el cielo<br />

porque la bisexualidad formaba parte de la rutina romana. Retrocedemos como los<br />

cangrejos y creemos tener más libertad por vulgaridades léxicas y arrojos pestilentes<br />

de bazofias con supuesto carisma. Ya lo decía mi querido Salvat-Papasseit: escopiu a<br />

la closca pelada dels cretins.<br />

El noveno y el amor. Nadie se acuerda del pobre Alfred de Musset, y es una pena. Su<br />

romance con George Sand le hundió en la miseria interior, y lo mismo sucedió con el<br />

pobre Chopin, que para más inri era proclive a la enfermedad, otro valor en alza en<br />

esto del malditismo. Cesare Pavese y su suicidio en el Hotel Roma de Turín también<br />

forman parte de la saga por mucho que sus defensores no suelan defender la<br />

elegancia de un intelectual comprometido.<br />

Punto y final. El diez es póstumo y duele. Las librerías rebosan de papel, los críticos<br />

establecen cánones irrefutables que encajan con el sentir del siglo. <strong>Lo</strong>s escritores se<br />

llenan la boca con obras inmortales que nunca han leído, la vacuidad se estila y sella

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