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EXCODRA<br />
REVISTA DE LITERATURA<br />
(Y OTRAS ARTES)<br />
Nº 1<br />
(LO MALDITO)<br />
Revista <strong>Excodra</strong>. Número I: <strong>Lo</strong> Maldito. Mayo, 2011. ISSN 2014-1998.<br />
Rubén Darío Fernández
CARTA DE PRESENTACIÓN<br />
Hace un año, o más, o menos... Escribí un texto sobre el malditismo, sobre autores<br />
que sentía <strong>maldito</strong>s, conversando conmigo mismo sobre qué era aquello de lo<br />
<strong>maldito</strong>. Comencé como un relámpago que rompía la tarde y casi sin darme cuenta,<br />
cuando se estaba extinguiendo el estruendo del trueno, lo terminamos. Y digo lo<br />
terminamos porque por el camino se me unió Pablo <strong>Lo</strong>zano Tellechea y el ruido se<br />
hizo mayor, que lo maquetó y le dio otra dimensión a las palabras y a sus<br />
significados. Se tituló <strong>Excodra</strong>, porque sentía que la mezcla de los diferentes escritos<br />
que nacieron eran una literatura EXperiencial, COnceptual y DRAmática. Al<br />
terminar, se me quedó en el pecho una mezcla de vacío y silencio que urgía rellenar.<br />
Para tal labor de relleno, nació la idea de esta revista.<br />
Más allá de los truenos y del deseo de continuar un ensayo sobre el malditismo<br />
mediante el parir de esta revista, la idea de poder tener diferentes visiones sobre lo<br />
<strong>maldito</strong>, ya era de por sí enriquecedora y muy atractiva. Y es entonces que este<br />
primer número tiene la mencionada temática maldita. Nos fuimos poniendo en<br />
contacto con amigos, conocidos y absolutos desconocidos para que nos derramaran<br />
su arte, ya fuera literatura, pintura, fotografía o el que fuere, en este recipiente de<br />
opiniones, de diferentes maneras de expresión y pensamiento, siempre con el<br />
malditismo como telón de fondo.<br />
El resultado de esta búsqueda de diferentes visiones sobre lo <strong>maldito</strong>, yo lo siento<br />
como una gran caja de cartón abierta en mitad de una acera, con personas que<br />
mirarán en su interior para indagar en sus tripas, con personas que se alejarán de ella<br />
por pensarla un peligro, con personas que la otearán a lo lejos sin saber si acercarse, o<br />
si no, con personas que patearán la caja asqueados y violentos, con personas que<br />
cerrarán la caja y alejarán a sus niños, con personas que dejarán su firma en ella como<br />
si fuera un beso, con personas que la mirarán y sólo verán un caja, y con personas que<br />
ni siquiera se darán cuenta que allí, en mitad de una acera cualquiera, hay una caja de<br />
cartón, abierta, que alberga más preguntas que respuestas.<br />
RDF
ÍNDICE<br />
Editorial<br />
La moral y lo <strong>maldito</strong><br />
Ficción<br />
QP, Rubén Darío Fernández<br />
La culpa la tiene Dostoyevsky, Carmen de Agustín Pavón<br />
La flamenca y Caravaggio, Carmen de Agustín Pavón<br />
No ficción<br />
Decálogo relativo al malditismo, Jordi Corominas i Julián<br />
El malditismo según ellas, Patricia de Souza<br />
Inicio del ensayo “Eva no tiene paraíso”, Patricia de Souza<br />
Poesía<br />
A mis demonios, Alejandra Guzzini<br />
Sr Projarchin Bartleby, Rubén Darío Fernández<br />
Fotografía<br />
Ludovica Bastianini<br />
Luigi Aloia<br />
Marta Fernández Clemente<br />
Entrevista + Aportación artística<br />
Claudia Apablaza<br />
Críticas y reseñas<br />
“El golfo de los poetas” de Fernando Clemot<br />
Editorial. Punto final<br />
…<br />
Colaboradores
EDITORIAL<br />
La moral y lo <strong>maldito</strong>, de Arthur Rimbaud a Leopoldo María Panero.<br />
O de 1854 a 1948. Casi un siglo de distancia entre ambos nacimientos. No es mucho<br />
tiempo, en verdad, ni mucha la distancia que separa sus primeros llantos entre<br />
Charleville (Francia) y Madrid (España), sólo unos mil quinientos kilómetros. Sin<br />
embargo, entre ellos, hay un verdadero abismo que al mismo tiempo que los separa,<br />
los une, los enlaza. Rimbaud ya murió, a los 37 años. LM Panero aún está vivo, a día<br />
de hoy, 12 de agosto del 2010, residiendo en un psiquiátrico de Las Palmas de Gran<br />
Canaria. Llama mi atención comparando sus biografías el que ambos fueron criados<br />
en ambientes fuertemente autoritarios, y más por parte de madre que de padre,<br />
aunque en el caso de LM Panero parece ser que el padre, además, era brutal en sus<br />
palizas. El padre de LM Panero, militante de la Falange Española, murió cuando él<br />
tenía catorce años. El padre de Rimbaud, militar y capitán de uno de los ejércitos<br />
franceses que lucharon en Argel en aquellos tiempos, se fue de casa cuando él tenía<br />
siete. LM Panero fue a la cárcel por su militancia antifranquista. Rimbaud<br />
vagabundeó junto a Verlaine por las calles de París y <strong>Lo</strong>ndres. Ambos fueron<br />
homosexuales en épocas y lugares donde no era fácil serlo. A ambos les rechazaron<br />
sus conciudadanos y familias, por sus estilos de vida. Ambos se entregaron al alcohol<br />
y al escenario de las emociones rápidas y no aceptadas mayoritariamente por su<br />
entorno. Cada uno a su manera y en su tiempo estuvieron fuera de la moral<br />
imperante. Las sociedades, en el plano moral, se manejan en términos de aceptado y<br />
rechazado, con toda una gradación repleta de matices entre ambos polos. <strong>Lo</strong> bueno y<br />
lo malo. Rimbaud y Panero, desde el lado de la moral de sus sociedades respectivas,<br />
danzaban en el extremo de lo malo. <strong>Lo</strong> <strong>maldito</strong> -lo que hay más allá de la moral al<br />
uso. Hace sesenta años, en España, por ejemplo, que no se te ocurriera, siendo un<br />
hombre, besar a otro hombre delante, y por ejemplo también, de una pareja de la<br />
Guardia Civil. Hoy se hace, y no corre la sangre. Por esas mismas fechas y en la<br />
época de Rimbaud que tampoco se te ocurriera decir que Dios no existe, o
simplemente, saltarte las misas de los domingos. O ir por la calle con una camiseta<br />
donde apareciera una hoz y un martillo, así ejemplificando juvenilmente, o negarte a<br />
hacer el servicio militar. <strong>Lo</strong> <strong>maldito</strong> ayer, no lo es hoy. Homosexualidad, ateísmo,<br />
comunismo, no sé, pacifismo, insumisión, pensamientos contra-sistema, hoy, son otra<br />
historia. El comunismo, es curioso, en poco tiempo pasó de ser lo malo a lo bueno a<br />
lo malo otra vez, hoy ya no sé ve con tan buenos ojos como hace veinte años, y es<br />
que han sabido maquillar muy bien de dictadores asesinos a los principales<br />
comunistas, como el caso ahora de Fidel Castro. Con lo anterior quiero ejemplificar<br />
lo relativo de la moral de una sociedad, la cual está determinada por quienes ostentan<br />
el poder sobre las masas. Rimbaud y Panero se criaron, aunque con presiones<br />
distintas, en las más estrictas morales cristianas. Hace tiempo escribí “donde hay<br />
represión, hay explosión, y si no, que le pregunten al globo”. Moral y política son el<br />
padre y la madre del malditismo. Y este hijo inesperado, en su lucha por cambiar de<br />
padres, renueva los horizontes de lo posible.<br />
Más allá de donde<br />
aún se esconde la vida, queda<br />
un reino, queda cultivar<br />
como un rey su agonía,<br />
hacer florecer como un reino<br />
la sucia flor de la agonía:<br />
yo que todo lo prostituí, aún puedo<br />
prostituir mi muerte y hacer<br />
de mi cadáver el último poema.<br />
<strong>Lo</strong> escribió LM Panero.<br />
Recuerdo la historia de la Francia hija primogénita de la Iglesia. Habría hecho,<br />
villano, el viaje a tierra santa; tengo en la cabeza caminos por las llanuras suabas,<br />
vistas de Bizancio, murallas de Solima; el culto de María, el enternecimiento por el
crucificado, se despiertan en mí entre mil hechicerías profanas. - Estoy sentado,<br />
leproso, en los cacharros rotos y las ortigas, al pie de un muro roído por el sol.- Más<br />
tarde, reitre, habría vivaqueado bajo las noches de Alemania. ¡Ah! Algo más: bailo<br />
el aquelarre en un rojo calvero, con viejas y con niños.<br />
No recuerdo más lejos que esta tierra y el cristianismo. Nunca me terminaría de ver<br />
en ese pasado. Pero siempre solo, sin familia; incluso ¿qué lengua hablaba? No me<br />
veo jamás en los consejos de Cristo; ni en los consejos de los señores,<br />
-representantes de Cristo.<br />
Y esto lo escribió Rimbaud.<br />
Más allá de donde aún se esconde la vida queda cultivar como un reino la sucia flor<br />
de la agonía. En este poema de Panero yo veo ese posicionamiento, o deseo de<br />
posicionamiento, al otro lado de lo común, de lo ordinario, eso que queda por<br />
cultivar, por explorar, por hacer presente, que está más allá de la moral al uso, lo<br />
<strong>maldito</strong>, esa sucia flor de la agonía, que él pone inmensa como un reino, sucia desde<br />
la óptica de su actualidad, flor por posibilidad de hermosura, y tal es la agonía, pues<br />
parece nunca llegar allí donde se superan los extremos, y que de hecho ya sitúa esa<br />
llegada tan lejos, que será en la muerte, donde su cadáver será su último poema.<br />
Viene a ser un hacer hermoso lo horrendo (hermoso el poema, horrenda la muerte, el<br />
cadáver), convertir lo malo en bueno, como alivio, tal vez, es posible, de dejar de<br />
sentir que lo que él es según el baremo moral de la sociedad en que él vive, no sea<br />
horrendo, malo, sino hermoso, bueno. En esta lucha con la moral, lo <strong>maldito</strong>, renueva<br />
tal moral. Y Rimbaud, tal cual, sentado y leproso entre cachorros rotos y ortigas al pie<br />
de un muro roído (se posiciona en lo feo, lo roto, lo que daña, lo derruido, al otro lado<br />
de lo bienjuzgado), solo, sin familia, excluido, no se ve en la moral cristiana, la moral<br />
de su tiempo, y desde allí, desde el otro lado de lo corriente, desde lo <strong>maldito</strong>, nos<br />
escribe, poniendo en duda su tiempo (la duda, siempre y necesario primer escalón),<br />
rompiendo los contornos de la moral en que creció.
Valgan estos dos breves ejemplos para situar a lo <strong>maldito</strong> como puerta a la<br />
superación, a la ampliación, a la renovación de lo que se piensa y se hace, y a lo que<br />
no.<br />
Fragmento extraído del ensayo sobre el malditismo <strong>Excodra</strong>
FICCIÓN<br />
Q P<br />
Queridísima Puta<br />
Esta noche te estoy escribiendo porque me acuerdo de ti, lógicamente. Pero podría<br />
acordarme de ti y no escribirlo. Si lo estoy haciendo, como aquello que nunca<br />
hicimos, es porque te dije que escribiría un cuento con los minutos u horas de aquella<br />
noche o mañana o tarde en que nos conocimos, y es ahora mismo que voy a empezar<br />
a hacerlo, bastantes años después de aquello. Más bien sería por la mañana, tal vez<br />
por la tarde, porque recuerdo que había sol y alguna gente del bar tomaba café y creo<br />
recordar que antes estuve sentado a la mesa de unos viejos que comían algo, tomando<br />
vino, porque me invitaron de su vino, pero no sé qué comían. Podía ser mediodía.<br />
Pongamos que eran las doce del mediodía. Es posible que llevara un par de noches<br />
sin dormir, igual sólo la noche anterior sin dormir, pero más posible es que fuera la<br />
segunda noche sin dormir o la tercera, pues sólo en ese estado de fuera de mí y del<br />
mundo es cuando visitaba una de esas calles de las putas para que me hicieran una<br />
mamada o echar un polvo rápido antes de irme, por fin, a dormir. Antes ya habría<br />
follado, seguramente, pero no iba por allí en busca de putas por no follar, por<br />
necesitad fruto de la carencia de sexo, sino porque me encantaba rematar los días de<br />
decadencia de aquella manera, pagando por tener un orgasmo. El por qué está claro,<br />
no respondía a una carencia de sexo, sino a otro tipo de carencia, la carencia de<br />
afecto. Putas, maricones y yonquis, en el imaginario que se formó en mi infancia, que<br />
formaron en mi infancia, eran la lacra de la sociedad. <strong>Lo</strong>s asocié a “los sin afecto”, y<br />
eso sí que no sé por qué. Antes, al igual que haber follado con algún ligue, también<br />
habría estado con maricones, follando, claro, y con yonquis, tomando droga, por<br />
supuesto. Pero las putas eran con quien de veras me sentía más a gusto. <strong>Lo</strong> que me<br />
encantaba era hablar con ellas y ver cómo actuaban conmigo. Romper con esa falacia<br />
autoimpuesta de que vivían sin cariño, sin afecto, sin amor, de que eran una especie
de no-humanos destinados a la corrupción de los hombres. Joder, sí, mi moral fue<br />
totalmente apostólico-románica. No sé en qué punto de mi vida deseché todo lo<br />
inducido en mi manera de tener que comportarme, pero fue a las bruscas, eso seguro.<br />
Resquebrajarse a uno mismo, cuesta, así que la explosión, viene a ser lo más fácil, o<br />
al menos, lo más rápido y efectivo. Mejor una rojo que mil colorado. Y sí, probé de<br />
cuanto supe prohibido. Pero los tres imaginarios de antes eran mis preferidos y el<br />
primero de ellos el que me hacía sentirme, de aquel entonces, bastante vivo, muy<br />
vivo, vivo, tanto que hasta lograba sentirme persona después de haber estado con una<br />
puta. Supongo que por algo tan simple como por poder elegir lo que es lo bueno y lo<br />
malo, y elegir lo considerado malo y tomarlo como normal o sentirlo natural ya era<br />
un hecho liberador y personificador. Y el que fuera una mujer con sus dos pechos y su<br />
coño y su lengua y su culo y sus palabras dulces y su cabello largo y su cintura<br />
estrecha, pues lo hacía todo más sencillo, más natural para mí. La droga estaba bien,<br />
los homosexuales estaban bien, pero las putas, las putas eran lo mejor que me sucedía<br />
cuando me libraba de mis ataduras morales. Dos, tres, cuatro días me costaba<br />
librarme de ellas. De las ataduras. No sé si era falta de desinhibidores o que yo era<br />
muy duro de mollera, pero me costaba. La cuestión es que lo conseguía y así te<br />
conocí y son gracias a ti estas líneas que ahora escribo.<br />
No tengo ni la menor idea de cómo te llamabas, pero voy a describirte físicamente<br />
como si la figura y silueta de cuerpo fueran tu nombre. Tu piel era marrón tirando a<br />
negro. Tu pelo muy rizado, no muy largo, creo que llevabas una especie de rastas o<br />
trenzas, no lo sé muy bien. Tus ojos marrones eran enormes y tus pupilas eran<br />
grandes pero seguro que no tanto como lo debían de ser las mías. Tenías las pestañas<br />
alargadas y curvadas, muy curvadas hacia arriba. Un par de tetas que debían ser<br />
durísimas y un culo tanto o más prieto como tus tetas. Tus labios gruesos y carnosos y<br />
dulces, o así sabían cuando me besaste al despedirnos. Vestías una cazadora negra de<br />
cuero, creo. Pantalones vaqueros azules o negros o marrones o ni puta idea, pero eran<br />
oscuros. Bajo la cazadora, un jersey de cuello alto. Su color, blanco, gris, no sé, más<br />
claro que la cazadora. Y el blanco de tus ojos era un espectáculo de sinceridad. Nunca<br />
había visto unos ojos tan limpios. Ni una jodida vena hasta el iris. Parecías de cera.
Sin duda, parecías de cera. Pero no lo eras y eras de carne y sentimientos y me gustó<br />
mirarte, sin saber ni cómo te miraba, detrás del cristal del bar en que estaba<br />
consumiéndome consumiendo cervezas y lo que terciara. Estabas tan buena como<br />
cualquiera, seguro, pero tus ojos eran distintos, tu mirada. Era una mirada distinta.<br />
Pero a ver, ya sabéis que la mirada de los sueños de cada uno es una mirada con luz<br />
independiente de cada persona. Cada persona tiene unos ojos que lo enamoran. Tú<br />
eras mi mirada, al menos esa noche en concreto, esa mañana o esa tarde o ese<br />
mediodía en el que estábamos. Fuiste mi mediodía entre todos los mediodías del<br />
mundo. Nunca sabré cómo nos pusimos a hablar. Bebía yo cerveza y tú pediste un<br />
whisky. Me gustó tu decisión y lo pagué encantado así como los dos whiskies que nos<br />
bebimos después. Comenzamos a hablar y fueron días, horas, minutos, no sé, una<br />
eternidad, pero sé que tú viniste de una región de África que ahora no recuerdo el<br />
nombre y que lo hiciste para ayudar a tu familia. Pero te prostituías y no te gustaba<br />
mucho. Pero lo habías hecho y no te disgustaba. La gente que te administraba no te<br />
trababa mal y a veces, me contaste, te corriste como en la infancia. Eso me chocó,<br />
porque aquí, en la infancia, el correrse va más asociado a las carreras que uno hace en<br />
colegio en la clase de gimnasia o a moverse en una fila hacia delante que a que te<br />
metan por el coño una polla bien grande o bien pequeña pero que te la metan y sea o<br />
no de tu amada persona o por dinero contante y sonante o por placer sin más. Tal vez<br />
te expresaste mal y querías decir en tu adolescencia, pero sea como fuere, te corriste y<br />
te gustó y no hay muchos trabajos en que a veces, después de todos los avatares,<br />
tenga uno un orgasmo cojonudo mientras trabaja. Pensé y dije, o sólo lo pensé o sólo<br />
te lo dije, que te pagaban por tener orgasmos. Tú reíste y me dijiste que también los<br />
dabas. Recuerdo el beso tan sincero que me diste en los labios al despedirnos. Ese<br />
beso lo valía todo.<br />
Pero antes hablamos, o más bien te hablé y tú me escuchabas, sobre la dramaturga<br />
Angélica Liddell, te conté que era una de las artistas más dolidas que había conocido,<br />
que la notaba tan jodida, tal vez por una falta brutal de afecto, por un miedo horrendo<br />
a ella misma al mirarse sus pensamientos y sus acciones, que por un lado me<br />
enternecía pero por otro también me causaba indiferencia, quería que me causara
indiferencia. ¿Y por qué? Me preguntaste. No sé bien qué respondí, tal vez algo así<br />
como que si podía sentir indiferencia por su dolor también podría sentirlo por el mío<br />
propio. Algo por el estilo tuve que contestarte, pero tú ya ibas en tu segundo whisky y<br />
yo en mi no sé cuantas cervezas con otro whisky para hacerte compañía y me<br />
encontraba turbio que era como deseaba estar. Angélica crea con la destrucción, creo<br />
que te dije de ella, que Angélica, odiaba tanto al mundo de lo mucho que lo amaba,<br />
en fin, no sé lo que dije. No, no sería eso lo que pensaba, ahora pienso que cuando<br />
alguien, ella en este caso, muestra su dolor no es sólo como descarga o para llamar la<br />
atención, para concentrar la atención en la propia persona, sino para que también<br />
sientan dolor como ella lo siente, para que todo el mundo esté igual de dolido que<br />
como ella se siente, para tener algo que compartir, aunque sea lo peor de uno mismo,<br />
lo que uno siente peor en sí. Algo así sentí cuando vi Anticristo de Lars von Trier, y<br />
algo así siento cuando escribo determinadas cosas y siempre pienso en ese riesgo<br />
inmanente que está en toda persona que se ha sentido agredida: convertirse en<br />
agresor. Y es entonces que me pregunto, que te pregunté: Queridísima Puta, ¿por qué<br />
el dolor apaga al dolor? No tengo idea, hermoso, me dijiste y acercaste tu boca a mi<br />
oído, pero para el dolor yo receto un buen polvo. ¿De verdad no quieres follarme?<br />
No, te contesté, bebamos, bebamos. Sentí tanto asco dentro de mí, sentí como ahora<br />
siento tanto asco de mis pensamientos, de mi manera de ver la vida, que sólo podía<br />
repetirme: bebamos, bebamos, bebamos.<br />
RDF
La culpa la tiene Dostoyevsky<br />
Veo en las noticias de las 9 que es el 25 aniversario de los Goonies y recuerdo que<br />
todo el mundo dice que no tuve infancia. Sólo porque no vi esa película de niña, y<br />
cuando intenté (me obligaron) verla de mayor, me dormí sin remedio. No creo que no<br />
tuviera infancia, el problema es que la abandoné demasiado pronto. La culpa fue de<br />
Dostoyevsky.<br />
Recuerdo la sensación de desamparo que sufría cuando empecé a leer sus novelas a<br />
los 12 años (porque ya nadie se preocupaba de proporcionarme "El barco de vapor",<br />
sé que fue a los 12 porque sólo tuve un libro rojo): historias de personas sin familia,<br />
con escasos amigos, que trabajaban cuando podían y por regla general nadie les<br />
esperaba en casa: quizá algún día, por un encuentro fortuito, establecían contacto con<br />
alguien, muy pocas veces tenían parejas o hijos, y sus relaciones siempre daban la<br />
sensación de resquebrajarse sin remedio. Estaban siempre enfermos. Comían, cuando<br />
podían, sopa de col con vodka. La vida era gris. Como cualquier adolescente, nunca<br />
me lleve demasiado bien con mi familia, pero cuando aparcaba al príncipe Mishkin<br />
en la estantería, y me dirigía a la cocina, tenía siempre un plato de comida en la mesa<br />
(o en su defecto un filete en la nevera).<br />
Me horroriza que la sensación de soledad descrita en aquellos libros sea real, y que el<br />
hacerse adulto consista en esto: estar condenado a sobrevivir, trabajando cuando se<br />
pueda y donde se pueda, y que lo único que nos espere a la hora de la cena sea una<br />
sopa de tomate y una cerveza. Una vida gris, en la que el contacto humano se reduzca<br />
a mirar al suelo del metro, y saber que todos los demás también miran al suelo. Una<br />
vida para arrastrar crisis e infelicidad, y menos mal que no es epilepsia y ludopatía<br />
como el pobre Fiodor.<br />
Y sin embargo soy afortunada, porque no estoy sola. Aunque ahora viva sola la<br />
mayor parte del tiempo, soy infinitamente afortunada de tener otra mitad (o, mejor,<br />
otro entero). Y porque trabajo en lo que he elegido. Sólo me falta saber si lo que he<br />
elegido es lo que quiero. O aprender de Sonia a aceptar la vida. Lástima que yo sea<br />
más como Raskólnikov, y hasta que no mato a la vieja, no soy capaz de ello.
Casualidades de la vida. San Petersburgo en la tele...<br />
(Pero la telaraña sigue ahí, por mucho que Macha la limpie.)<br />
CdAP
La Flamenca y Caravaggio<br />
Antes de sentarse, Rafael (me enteraría de su nombre después) cogió una servilleta de<br />
la mesa, limpió muy por encima el taburete de eskay, se arremangó la falda y se<br />
sentó, dejándola caer por fuera del taburete, con unas maneras de hombre que<br />
contradecían su atuendo. Me recordó aquella película de los 70, Historia de O, y me<br />
pregunté si lo hacía porque no se le arrugara el traje o porque le gustaba sentir el<br />
eskay pegajoso en el culo.<br />
Le costó relativamente poco darse cuenta de mi presencia.<br />
Hacía poco que había llegado a la ciudad, vivía solo y no tenía demasiadas opciones<br />
para un sábado por la noche. Había alquilado en el piso que quedaba justo sobre<br />
aquel bar, sin saber que cada sábado iba a sufrir un espectáculo de cuplés, flamenco y<br />
canción española en general en mi salón hasta altas horas. Harto de disfrutar del<br />
show en directo sin haber pagado entrada, y sin poder concentrarme en leer, ver una<br />
película o simplemente dormir, decidí contradecir a mi sentido común y bajar a<br />
unirme a la fiesta. El local era igual de sórdido y mugriento por dentro que por fuera.<br />
La España profunda en medio de Barcelona. Enseguida tuve la sensación de haber<br />
viajado cuarenta años atrás en el tiempo y empecé a arrepentirme de mi decisión.<br />
Aunque el bar estaba abierto a todos, parecía por lo relajado de los huéspedes<br />
(muchos jubilados, ellos calvos y con corbata y jersey verde, ellas con tinte rubio,<br />
cardados imposibles y perlas y dos retrasados mentales cuarentones, probablemente<br />
los hijos de alguna de las parejas) que aquello era una fiesta privada. Reparé con<br />
cierto alivio en que no era el único fuera de lugar: tres modernos cámara en mano,<br />
una pareja de alemanes, por supuesto cámara en mano, y un chico quizá senegalés<br />
ponían la nota discordante.<br />
Apuré la cerveza en dos tragos y me disponía a largarme por donde había venido,<br />
planeando la mejor dirección a seguir que me librase de una banda sonora de película<br />
de Antonio Molina, cuando Rafael me invitó a sentarme a su lado. Me había bebido la<br />
cerveza tan deprisa que mis reflejos se habían visto afectados, así que obedecí y me<br />
senté. Me preguntó amablemente quien era, de donde venía, hacia donde iba. Llevaba
una peluca marrón que parecía hecha con pelo de perro, un sombrero cordobés y un<br />
traje de flamenca rojo y negro; los labios pintados con poca fortuna, el carmín<br />
haciendo estrías sobre su piel arrugada, el rímel en peligro de llegar a las mejillas.<br />
Una imagen quizá ridícula llevada con una dignidad insuperable. Un par de días antes<br />
un compañero de trabajo me dejó KO preguntándome de repente qué era para mí lo<br />
<strong>maldito</strong>. Llevaba pensándolo desde entonces y no me ponía de acuerdo conmigo<br />
mismo, no sé qué asociación de ideas me convenció de que Rafael era la persona<br />
idónea para respondérmela.<br />
-¿<strong>Lo</strong> <strong>maldito</strong>? <strong>Lo</strong> primero que me trae a la cabeza son los curas de mi colegio, la<br />
verdad es que aprendí bastantes cosas con ellos. Creo que la más importante fue que<br />
Dios es un poco hijo de puta. Yo les preguntaba a los padres que por qué nos había<br />
creado y nos había puesto en un mundo lleno de cosas buenas para castigarnos cada<br />
vez que hiciéramos algo que nos diese gusto, y menudos capones que me llevaba, con<br />
el anillo en forma de Cristo, hay que ver. Y aprendí que Dios te podía maldecir para<br />
siempre con menos de nada, fíjate, con que te corrieras involuntariamente en sueños,<br />
joder, a todos los chicos les pasa, ya estabas <strong>maldito</strong> como Onán. Claro, los curillas<br />
se pensaban que éramos tontos y que no oíamos sus gemiditos en el confesionario<br />
cuando nos peguntaban una y otra vez ¿Tú te tocas?, ¿Cuántas veces?, ¿Qué piensas<br />
mientras lo haces?, creían que no sabíamos que los que se estaban tocando entonces<br />
eran ellos. Y luego el tema de no comer animales que rumiasen pero no tuviesen la<br />
pezuña partida, ni animales que no rumiasen pero tuviesen la pezuña partida, a ver<br />
eso que lógica tenía, pero con eso también estabas sucio y <strong>maldito</strong>. Y si bebías leche<br />
en un cuenco mitad de barro mitad de madera, tenías que ir al templo y sacrificar dos<br />
pichones, y permanecías impuro hasta la tarde. No recuerdo bien estas normas, ha<br />
pasado mucho, mucho tiempo. Yo como siempre fui maricón, recuerdo pasar el<br />
tiempo buscando en la Biblia historias de mujeres, quería parecerme a ellas. Había<br />
muy pocas, las mujeres son irrelevantes. Estaba Dina, hija de Jacob, a la que se<br />
nombra sólo porque un príncipe enemigo la raptó. Luego, cuenta la Biblia, que se<br />
enamoró de ella y fue a hacer las paces con sus hermanos, que serían los de las 12
tribus, aunque aún eran jovenzuelos y no las habían fundado, a decirles que se iba a<br />
casar con ella. Estos cabrones, con eso de tener a Dios de su lado, les dieron el visto<br />
bueno si se circuncidaban, el príncipe y todo el pueblo, y por la noche, cuando todos<br />
habían pasado por la navaja y tenían el nabo dolorido, los hermanitos entraron a saco<br />
y los mataron a todos. Claro, estaban <strong>maldito</strong>s, habían tratado a su hermana como a<br />
una prostituta, y Dios deseaba venganza. Luego estaba Rut, que no recuerdo que<br />
hiciera nada más que ayudar a su suegra, muy poco interesante. Mi favorita era Judit.<br />
Esa sí que era toda una mujer. Seguro que me ves aquí vestido de flamenca, y te<br />
preguntas como es posible que sepa tantas cosas de religión. Es que yo no siempre fui<br />
cantante, yo tuve una educación. Era muy listo y los padres me querían aprovechar<br />
para el seminario. Yo aún no sabía que quería ser cantante, pero sí sabía que quería<br />
ser maricón. Sí, claro, los curas también, pero ellos nunca salían de la celda sin su<br />
sotana, por más que dentro se pusieran bragas y se dieran por el culo. Aquí donde me<br />
ves tengo 72 años. Me han dado más palos que a una estera, imagínate, desde que salí<br />
del seminario dando tumbos por el mundo he estado. Te decía, yo he tenido una vida<br />
y una educación. Era tan listo y cantaba tan bien en el coro que los curas<br />
convencieron a mis padres de que me internaran en el seminario, echa cuentas, en año<br />
50, tenía yo 14 años, claro que para mi santa madre fue un alivio, porque ella ya sabía<br />
desde siempre que su hijo era un poco maricón, y eso para una señora bien de Madrid<br />
que había parido el día del glorioso alzamiento era demasiado duro. Y del seminario,<br />
como era tan listo y tan guapo incluso me mandaron a Roma a estudiar. Allí es donde<br />
vi por primera vez los cuadros de Caravaggio, ése sí que estaba <strong>maldito</strong>. Un día un<br />
seminarista mayor que yo me invitó a ir con él a la Galleria Nazionale d’Arte Antica,<br />
que en el año 51 expuso por primera vez el cuadro de Judit decapitando a Holofernes.<br />
No puedes imaginarte qué impresión me dio. Judit arrugaba el entrecejo con una<br />
mezcla de asco y pudor, mirando la sangre que salía a borbotones del pescuezo del<br />
hombretón. Una hora me quedé pasmado memorizando cada detalle. Recuerdo sobre<br />
todo los pendientes, el peinado y la blusa casi transparente de Judit, cómo me<br />
imaginaba a mi mismo vestido así, del brazo de un hombre como el Merisi. Mira mis<br />
pendientes, son iguales, perlas en forma de lágrima.- Y me mostraba los pendientes
de plástico que colgaban de unas ranuras demasiado largas de sus lóbulos- Luego me<br />
aficioné a ir buscando sus cuadros. En muchas iglesias podías ver esas vírgenes, esas<br />
magdalenas, esos santos, todos con los pies sucios, que no te extrañaba nada nada que<br />
el pobre maricón llevará esa vida perra y acabara muriendo de aquella manera,<br />
<strong>maldito</strong>…pero que maricón tan impresionante, que efebos en claroscuro pintaba, que<br />
parecía que se iban a salir del cuadro con esas carnes virginales. No sé cómo el prior<br />
se enteró de mi afición, y me cayó el sermón sobre los peligros de idolatrar las<br />
imágenes, que deben ser contempladas únicamente como instrumentos de alabanza a<br />
Dios; es más, algunas obras eran menos recomendables que otras, y el Caravaggio se<br />
encontraba entre los que debía ser tomado con cautela. Sus modelos eran prostitutas:<br />
utilizó la misma para Judit, para la Magdalena penitente y para Santa Catalina, eso<br />
decía mucho sobre el poco respeto que tenía a las cosas santas. Tenía una fijación<br />
morbosa por las decapitaciones, la sangre era oscuramente real; las cabezas<br />
cercenadas, Holofernes, Juan el Bautista, Goliat, autorretratos. Ya había sufrido<br />
bastantes capones, así que no pregunté por qué la Iglesia acumulaba los cuadros de un<br />
pintor <strong>maldito</strong>. Ya ves, yo hubiera tenido una vida y una educación si no hubiera sido<br />
porque a mi madre le dio por morirse en el año 60. Tuve que viajar de vuelta a<br />
Madrid para el entierro y ahí se acabó mi vida, porque me enamoré de mi primo, que<br />
esto de ser maricón debe de ser genético, ¿no crees? A veces pienso que no acabó,<br />
sino que ahí es cuando realmente empezó mi vida. Yo no era feliz de cura. Sólo lo<br />
pasaba bien cuando cantaba, cuando me obligaban a rezar notaba como un vacío en<br />
las tripas, porque a la pregunta de para qué nos ha puesto Dios en el mundo lleno de<br />
cosas buenas para castigarnos si hacemos algo que nos de gusto había dejado de<br />
buscarle la respuesta, y en lugar de hacer como otros seminaristas, que se flagelaban<br />
cuando tenían estos pensamientos <strong>maldito</strong>s, pues yo prefería que me rompieran el<br />
culo. Qué más quieres que te cuente, porque el resto de mi historia ha sido cantar e ir<br />
de ciudad en ciudad, llevo cantando desde mucho antes de que se muriera Paco, claro<br />
que entonces a veces acababan partiéndome la boca, menos mal que aquello se acabó<br />
porque yo a mi edad, con todos los dientes postizos, ya no estoy para esas. Me<br />
preguntabas qué es lo <strong>maldito</strong> y yo por los cerros de Úbeda, hijo mío. Creo que no sé
qué es lo <strong>maldito</strong>, porque según el humor del que me levanto, lo confundo con lo<br />
bendito. Pero mira toda esta gente. A ellos seguro que les pasa lo mismo.<br />
El camarero, gordo, con la camisa desabrochada, sudado como buen camarero, se<br />
acerca a nosotros con dos copas en la mano y nos las llena de coñac.<br />
-Olé, Rafael, menudo chico guapo te has buscado esta noche.<br />
<strong>Lo</strong>s dos bebemos en silencio, esperando que acabe la actuación del gitano de la<br />
camisa con chorreras. Entonces Rafael se levanta con brusquedad, sin enterarse de<br />
que ha arrastrado el taburete con la falda, y reemplaza al gitano en el escenario.<br />
Empieza a cantar Ojos verdes.<br />
CdAP
NO FICCIÓN<br />
Decálogo relativo al malditismo<br />
El término <strong>maldito</strong> se usa con demasiada facilidad. A lo largo de este texto<br />
desarrollaré varias apreciaciones que en ningún momento pretenden ser definitivas,<br />
sólo un bosquejo de una temática confusa que muchos usan alterando su significado<br />
para promocionarse con pomposa efectividad posmoderna.<br />
En primer lugar creo que el concepto que nos concierne, observen que me pongo<br />
serio y todo, siempre es a posteriori. Cualquier escritor puede ser <strong>maldito</strong>, sólo la<br />
Historia selecciona y determina la identidad de los elegidos. Mi experiencia personal<br />
indica que en pleno 2011 la entera sociedad lo es por la calamidad capitalista que nos<br />
ha tocado vivir sin que movamos un dedo para derribarla, aunque si nos centramos en<br />
lo literario comprobaremos que es un clásico lo de beber, drogarse y lamentarse por<br />
tener poca fortuna en el mundillo. No me leen ni me aceptan, estoy perdido, mi obra<br />
vale mucho más que la de esos pazguatos con éxito a los que el paso del tiempo suele<br />
maltratar hasta caer en el pozo del olvido, que ignora tendencias. La frase sirve y<br />
encierra en su esencia una actitud virginal, del que aún no ha toreado bastante en un<br />
ruedo difícil, repleto de envidias, obstáculos y mecanismos que sólo valoramos<br />
cuando hemos penetrado en el interior de la bestia y tenemos una mínima seguridad<br />
de dominio en los procedimientos para publicar, difundir y explicar nuestras<br />
creaciones.<br />
Sin embargo, los hombres adoran lo anómalo porque están cansados de su propia<br />
monotonía existencial. Ése, y no otro, es el motivo que genera atracción por lo<br />
<strong>maldito</strong>, sin que la mayoría sepa muy bien que significa, pues lo que consumimos se<br />
basa en etiquetas forjadas a lo largo de muchos decenios con unas premisas<br />
esenciales que desgranaré a continuación en forma de mandamientos elementales.<br />
El primero es la muerte. Aquiles fue el fundador. Morir joven y dejar un bonito<br />
cadáver es garantía de inmortalidad. James Dean, Jim Morrison, Jean Vigo, John<br />
Lennon, Joan Salvat- Papasseit, Francisco Casavella, Dylan Thomas, Jack Kerouac,
Egon Schiele, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain, Mariano José de Larra,<br />
Alejandra Pizarnik. Esta categoría es de un hipócrita subido apto para adolescentes e<br />
idealistas que prefieren no esforzarse en exceso en el intento de adaptar su mente a la<br />
idolatría. Sí, gran parte del elenco mantuvo un nivel artístico más que notable, pero su<br />
fama se debe a lo prematuro de su óbito, que dispara la magnitud hasta una escala<br />
inaudita que provoca arcadas en los que conocen la verdadera trayectoria profesional<br />
de los implicados. Lennon fue enorme durante los sesenta y en la década posterior fue<br />
una caricatura de sí mismo eclipsada por Paul McCartney, a quien crítica y público<br />
valoraban como el único Beatle en la brecha. El asesinato de su otrora socio conllevó<br />
un cambio de opinión mundial que hizo del compositor de Eleanor Rigby un paria<br />
con fama de blando, afirmación cretina que ninguneaba su decisiva aportación en el<br />
período más brillante del cuarteto de Liverpool. Otro claro ejemplo seria el de Joan<br />
Salvat-Papasseit, reconocido sólo tras expirar a los treinta años con su postrer libro<br />
protegido bajo la almohada. Las sepulturas contienen semillas de horrenda celebridad<br />
al no poder ser disfrutada por los vitoreados.<br />
El segundo postulado es harto comprensible. Hay individuos que se avanzan a su<br />
época. Arthur Rimbaud fue uno de ellos. Escribió sus poesías en el tránsito hacia la<br />
edad adulta y luego se esfumó en lo que constituye la parte más interesante de su<br />
andadura en este planeta. Pisó lugares ignotos para el hombre blanco, padeció las de<br />
Caín y murió en el fracaso del bautizo para contentar a su familia justo en el instante<br />
que algunos literatos parisinos empezaban a valorar su fenomenal fuerza<br />
vanguardista, preludio de tantas cosas futuras. Oscar Wilde se le equipara por otros<br />
motivos. El bufón dejó de ser gracioso y pagó su condena.<br />
La tercera norma navega en aguas turbias. Deberíamos redefinir el concepto bohemia,<br />
porque hoy en día cualquier ser que salga un martes o un jueves goza de esa<br />
condición. Desde mi modesto criterio el único que merece tal apelativo fue Giacomo<br />
Casanova, que no fue <strong>maldito</strong> porque si bien se quejó nunca bajó la cabeza ante la<br />
adversidad. Viajó, inventó y logró el enorme hallazgo de ser pionero en explicar su<br />
experiencia vital sin solemnidad, narrando para ser entendido para y desde la<br />
cotidianidad. Sus sucesores depositaron intestinos e hígados en una urna legendaria
con múltiples rostros y establecimientos con bebidas espiritosas que a lo largo del<br />
Ochocientos cimentaron una reputación que respiraba perdición por cada poro del<br />
cuerpo. El siglo XX repitió axiomas desde la decadencia. No crean, tuve mi<br />
temporada dedicada a devorar la divertida narrativa de Charles Bukowski. Terminaba<br />
uno de sus manuscritos y al instante sentía la necesidad de comprar otro. La fiebre<br />
pasó y aprendí. Las mujeres, el vino y los hipódromos son mejores en la realidad. El<br />
sueño de idealizar produce despersonalización.<br />
La cuarta premisa no es tal. ¿Saben? Hay <strong>maldito</strong>s muy dignos, y lo son porque<br />
nunca se bajan los pantalones ni renuncian a sus principios, es decir, su actitud no es<br />
la antesala de la inserción en el mainstream. Charles Baudelaire era un dandy avant la<br />
lettre que mantuvo relaciones extramatrimoniales con una prostituta mulata con<br />
ostensible cojera que en nada le ayudó cuando fue denunciado por sus Flores del Mal,<br />
madre de toda la poesía moderna. El francés paseaba por los Campos Elíseos con<br />
elegancia, sin plantearse siquiera que el mañana lo juzgaría con ojos desviados. Era<br />
un burgués que asistía a los salones de arte y publicaba sus impresiones en libros y<br />
revistas. ¿<strong>Lo</strong> ven muy <strong>maldito</strong>? Su único pecado en el París de 1850 fue dejar caer el<br />
laurel en el barro en las estribaciones de un burdel. Humanidad, coherencia. Jaime<br />
Gil de Biedma entra en esta categoría por otros motivos. Nunca cejó en su empeño<br />
lírico, que podía simultanear con sus correrías nocturnas y el despertarse para ir a la<br />
Rambla a cumplir su cometido en la compañía de tabacos de Filipinas. Cumplía,<br />
creaba y follaba sin ver alteradas sus dinámicas, como Diógenes en su barril.<br />
Por supuesto no hay quinto malo, y al situarlo en la mitad del decálogo huele a<br />
importante. El <strong>maldito</strong> no nace, lo hacen. Quien se atribuya sus cualidades será un<br />
desgraciado que merecerá recibir quilos de tomate en la cabeza por sus pretensiones.<br />
Etiquétese este razonamiento en la pueril creencia de querer comerse el mundo sin<br />
haber captado con absoluta corrección sus coordenadas. Algunas generaciones muy<br />
presentes en la actualidad se irán a pique por su comodidad al vender lo que no es y<br />
simular rebeldía cuando sólo aspiran a ingresar en la órbita cultural de la seguridad,<br />
aceptación de mercadillo, palmaditas en la espalda.<br />
El sexto punto es una excepción. Algunos autores no son misántropos, simplemente
detestan la hipocresía que les rodea. J.D. Salinger era rarillo, nadie lo duda. Su<br />
malditismo radica en rechazar las normas impuestas una vez consumado el triunfo<br />
supremo de ser reconocido y admirado hasta los topes. Se inmiscuyeron en su<br />
privacidad y renunció a presentar sus relatos y novelas. Le bastaba con escribirlas. El<br />
resto era pura parafernalia y cinismo más que prescindible.<br />
El séptimo pilar del castillo viola parte de los anteriores sin ser paradójica. Algunos<br />
artistas luchan por el éxito y saben esperar la ocasión para que se valore su<br />
precedente trabajo. Les demoiselles de Avignon de Pablo Picasso generaron estrépito<br />
negativo entre sus amigos, felices por criticar la genialidad del malagueño, que<br />
finalmente cumplió las predicciones y se asentó en el Olimpo de la pintura. Hay otros<br />
casos parecidos, entre los que cabe mencionar el de James Joyce y hasta si me apuran<br />
el de Enrique Vila-Matas, quien tardó más de una década en ser reconocido por su<br />
prosa única e inimitable.<br />
El octavo capítulo se relaciona con obras o actitudes políticamente incorrectas en su<br />
período histórico. En 1969 Jim Morrison se sacó el pene en Miami y ahora quieren<br />
perdonarle porque no se estila arremeter contra bestias aceptadas. <strong>Lo</strong> contrario acaece<br />
con Petronio. Vivió en el siglo I, publicó el Satyricon y nadie puso el grito en el cielo<br />
porque la bisexualidad formaba parte de la rutina romana. Retrocedemos como los<br />
cangrejos y creemos tener más libertad por vulgaridades léxicas y arrojos pestilentes<br />
de bazofias con supuesto carisma. Ya lo decía mi querido Salvat-Papasseit: escopiu a<br />
la closca pelada dels cretins.<br />
El noveno y el amor. Nadie se acuerda del pobre Alfred de Musset, y es una pena. Su<br />
romance con George Sand le hundió en la miseria interior, y lo mismo sucedió con el<br />
pobre Chopin, que para más inri era proclive a la enfermedad, otro valor en alza en<br />
esto del malditismo. Cesare Pavese y su suicidio en el Hotel Roma de Turín también<br />
forman parte de la saga por mucho que sus defensores no suelan defender la<br />
elegancia de un intelectual comprometido.<br />
Punto y final. El diez es póstumo y duele. Las librerías rebosan de papel, los críticos<br />
establecen cánones irrefutables que encajan con el sentir del siglo. <strong>Lo</strong>s escritores se<br />
llenan la boca con obras inmortales que nunca han leído, la vacuidad se estila y sella
la muerte del malditismo.<br />
No.<br />
Las buenas abejas siempre trabajan preparando su panal. Quizá no afloren a la<br />
superficie, quizá no luzcan tanto en saraos y presentaciones. Pero están ahí, y<br />
surgirán. Se lo aseguro.<br />
JCiJ
El malditismo según ellas<br />
Las palabras siempre tienen un sentido y esconden otro. El “malditismo”, en el caso<br />
de los escritores, ha sido interpretado como una forma de marginalidad, no siempre<br />
deseada, pero ha sido, a través de los siglos un valor agregado, una forma de pureza<br />
que ha servido de aura a aquellos autores considerados como <strong>maldito</strong>s. Ninguna<br />
relación con la prestidigitación, el malditismo no se hereda, simplemente es una<br />
consecuencia de una posición en el mundo, asumido a partir de una búsqueda de<br />
libertad. El que consideremos como <strong>maldito</strong>s a ciertos escritores (y escritoras), no<br />
significa que no hayan sido recuperados por el cuerpo literario que los ha<br />
estigmatizado como modelos, sino que también hemos creído que ese malditismo<br />
tenía que ver con la voluntad del propio autor. Y hablo en masculino porque la<br />
mayoría de autores que entran en esta categoría son hombres: Rimbaud, Baudelaire,<br />
Artaud, Lautréamont, Dylan Thomas, Gérard de Nerval, Malcolm <strong>Lo</strong>wry... <strong>Lo</strong><br />
curioso es que también consideremos “como malditas” a ciertas autoras que han<br />
sufrido una marginalidad, un silencio, convirtiéndose en una presencia borrosa en la<br />
historia de la literatura. Yo creo que habría que distinguir entre el malditismo como<br />
una forma aristocrática (una vida en busca del exceso, de la caída), falocéntrica, y el<br />
malditismo como fatalidad social.<br />
En ese sentido, mi ensayo apunta a desgajar las relaciones que existen entre escritura<br />
y verdad dentro de una situación en el mundo como una persona de sexo femenino<br />
que escribe. Las mujeres que han escrito y que siguen escribiendo, no son malditas<br />
por una decisión personal, sino que padecen una serie de circunstancias que las llevan<br />
a enmudecer, a disfrazarse todo el tiempo de hombres (como George Sand), para<br />
poder entrar en el mundo “masculino de la literatura”. Seamos precisas, las mujeres<br />
no son sino una prótesis del patriarcado literario, por llamarlo de una manera. Por<br />
eso, me parece importante, comprender que la marginalidad, estigmatizada como<br />
malditismo, puede llevarnos a pensar que se trate de una condición elegida<br />
libremente, cuando en realidad es un padecer, es una forma de castigo de parte de una<br />
sociedad que de alguna forma no ha respetado el contrato social que la legitima, es
decir : la igualdad entre hombres y mujeres. Por eso, no es fácil aceptar una serie de<br />
determinismos sobre las mujeres que han decidido escribir y publicar, que sean vistas<br />
como un epifenómeno repetitivo, castrado por la ley y el logos masculino. Muchas<br />
escritoras escriben desde los márgenes, es cierto, pero sin plantearse la pregunta de<br />
cuál es el problema, y el enemigo más importante, el lenguaje. Este ensayo es una<br />
protesta contra el adoctrinamiento, contra la estigmatización del malditismo como<br />
justificación a una situación que debería producir reacciones, urticarias. Es esa raíz<br />
rizoma que debemos explorar para poder comprender qué hacemos con nuestras<br />
propuestas, cómo las podemos llevar adelante, y hacernos de nuevo esa pregunta<br />
fundamental que algunos hombres han intentado contestar: ¿Qué es la literatura?<br />
PdS
Inicio del ensayo “Eva no tiene paraíso” (Ediciones Altazor, 2011)<br />
Siempre me ha parecido imposible no pensar en qué consiste el lenguaje y cómo<br />
podemos hablar, comunicar, expresar, y convivir en grupo sin terminar enloqueciendo<br />
o peleando. ¿Cómo es posible que pese a todas nuestra diferencias logremos un<br />
mínimo de acuerdo y de consenso? Se me hace todavía más difícil comprender lo que<br />
significa escribir, inventar un mundo, o representarlo con el lenguaje, y saber que es<br />
nuestra marca como especie, nuestra humanidad. El lenguaje en su forma material<br />
bruta está completamente desprovisto de sentido hasta ser una palabra hablada,<br />
sentida, escrita y encarnada por alguien. Por eso, no puedo evitar pensar que toda<br />
escritura está estrictamente ligada al deseo: deseo de vivir, de pensar, de señalarse.<br />
Sin deseo en movimiento, no hay producción de signos, no hay lenguaje. Y no hay<br />
comunicación. En mi caso, me pregunto cómo y cuándo me decidí a hablar. No tengo<br />
memoria exacta de ello, sólo la convicción de que me invadía un enorme desarraigo.<br />
El día en que empecé a alzar la voz y a señalarme no sólo como un cuerpo, sino<br />
también como una cabeza, empezaron los problemas. Es decir, escribir es salir de la<br />
clandestinidad para rescatar ese deseo, es una pelea frontal en el plano social para<br />
ganar un espacio, una lucha por una identidad tan volátil como sujeta a leyes y reglas<br />
que no nos pertenecen. El problema es que la identidad no es constante ni única, sino<br />
que cambia todo el tiempo, es siempre un terreno en obras. El quién es importante en<br />
este aspecto, quién nombra, quién señala, quién habla. Origen, nombre, sexo (género,<br />
que al ser sexuado, hombre/mujer, se convierte en un problema político y deja de ser<br />
solo gramatical). Y color de piel. Esas son las primeras señas de identidad para la que<br />
se decide a hablar, lo siguiente, es decidir levantarse en armas.<br />
Si escribir es un perpetuo movimiento, avanzar en la dirección de lo que hemos<br />
elegido por la necesidad de dejar huella, es también una experiencia existencial<br />
trascendente, inacabada e incompleta. Ahí reside la dimensión fenomenológica de la<br />
obra como obra, de la escritura como fenómeno y como noumeno, y de allí mi idea de<br />
otorgar al uso de la primera persona un sentido crítico y estructural en el texto. Esta
primera intuición me llevó a querer estudiar algunos trabajos escritos para integrarlos<br />
en una comunidad de escritoreas que habrían vivido la escritura como una Huella 1 ,<br />
valor que va más allá de una simple ambición estética para hacer de la escritura una<br />
forma de sobrevivencia, un modus vivendi. Algunas veces he pensado que sin<br />
escritura, sin texto, nadie puede resistir el peso afectivo de la experiencia, y de ahí<br />
que el psicoanálisis siga teniendo sentido como una forma de recorrer espacios<br />
restringidos a la consciencia. Si esta idea se instaló en mí fue porque, a medida que<br />
he ido hurgando en mi trabajo como escritora, las cuestiones relativas a las razones<br />
mismas de la gestación de un texto no dejan de multiplicarse. En cualquier caso, una<br />
cosa aparecía ante mis ojos como algo fundamental: el hecho de que la escritura es<br />
sobre todo una forma de oponerse a la alienación, una resistencia, una diferenciación<br />
no esencialista, y, por tanto, una marca de vida. Para mí esto significaba no sólo una<br />
resistencia al efecto corrosivo del tiempo, sino también, y sobre todo, una rebelión<br />
contra la condición de mujer (que se piensa como Persona) en un determinado medio<br />
cultural y en una sociedad, lo que me acercaba por otra parte de todas las autoras que<br />
habían sido conscientes que escribir es un acto de subversión público: Madame de<br />
Stäel, Madame de Gemlis, Flora Tristán, Rosa de Luxemburgo, Simone de Beauvoir,<br />
Colette… y una larga lista, pero también, de la frase de Lautréamont, que prescribió:<br />
la poesía sería hecha por todos. Ese anatema de alguna manera es el signo de una<br />
revolución estética y representa una toma de posición política en pleno siglo XIX:<br />
banaliza la poesía (simplificándola como valor absoluto), y la coloca al alcance de<br />
todos al prescindir de la división jerárquica entre el hombre y la mujer. Finalmente<br />
esa expulsión de un determinismo biológico (institucionalizado como norma), nos<br />
convierte en lo que somos realmente, parias en esencia, a la búsqueda de una<br />
identidad que siempre se nos escapa. Esta intuición, influyó para que mi deseo de<br />
trabajar sobre escrituras extraterritorriales comenzase a tomar forma. Entonces, he<br />
pensado que la escritura, la marca, es un trabajo de sobrevivencia y de resistencia a la<br />
1<br />
Defino Huella como la Marca, la huella que transpira en la obra. De la misma manera que<br />
coloco una “a” recostada sobre las “o” de los agentes masculinos, para evitar una división y<br />
dar la impresión de un acompañamiento sin jerarquía.
desaparición, aunque esta afirmación contenga una contradicción evidente: escribir<br />
consiste también en borrar la propia experiencia para que la marca escrita nos<br />
entregue un nuevo sentido, un nuevo valor estético que se transformará muchas veces<br />
en un valor moral (la lucha por la independencia de muchas mujeres que han escrito<br />
conscientes de su situación en un mundo de dominación masculina, es un ejemplo).<br />
Ahí reside la dimensión sacrificial de la escritura 2 . Nadie que desee acoger el rostro<br />
de otra persona puede permanecer idéntica a sí misma. La división que se produce en<br />
el interior sólo es perceptible en el instante en que se entra en contacto con la realidad<br />
escrita. Porque si existe alguna forma de desdoblamiento, éste consiste en el hecho de<br />
tener que utilizar un lenguaje que no poseemos completamente. Cuando Lacan habló<br />
de la preponderancia del significante sobre el significado, lo vivido, frente al<br />
concepto, o de la alienación estructural del sujeto que otorga un valor simbólico al<br />
género, se refería justamente a esa despersonalización que se produce cuando se<br />
escribe: ¿Qué poder tiene lo simbólico, que hace de ciertas cosas sensibles, signos de<br />
sufrimiento? Es un trabajo con el subconsciente, es subterráneo, y tenemos que<br />
descender hasta esas profundidades.<br />
Sin embargo la realidad no me parece condenada a ser estereotipada ni impenetrable,<br />
pues el lenguaje puede entregarnos una sensación de unidad coherente, lo que<br />
llamamos sentido y que se traduce ulteriormente en un discurso inteligible. Si cada<br />
significante se apropia de un nuevo significado (la dimensión fenomenológica del<br />
proceso), que rechaza de plano toda idea metafísica de la identidad femenina, este<br />
terreno no es del todo pantanoso. Es partiendo de este punto que empezaron a<br />
interesarme ciertas nociones lingüísticas de Emile Benveniste sobre la subjetividad<br />
del lenguaje, concretamente, su análisis de la utilización del pronombre personal en<br />
primera persona, que participa en la construcción de un Yo, y de qué manera el<br />
lenguaje, al representar la experiencia, se fusiona con ella al designarse justamente<br />
como un Yo. No quise situarme del lado de otros escritoreas que pretenden que el<br />
2<br />
Esta idea de la escritura como acto de sacrificio, pertenece a René Girard, quien ha hablado<br />
en numerosos textos sobre la importancia del « chivo expiatorio » como figura clave en la<br />
formación de la tradición cultural Occidental.
lenguaje pueda separarse de su dimensión afectiva y existencial, para mí, la única<br />
forma de no caer en una interpretación simplemente performativa de él, es decir, en<br />
una “puesta en forma” práctica que hace que nos perdamos aún más dentro en un<br />
discurso que ha sido preparado y legislado por otroas. Nunca inventamos nada, sino<br />
que recibimos un lenguaje, un idioma con sus reglas, sus referencias, su capacidad de<br />
representación y su poder político. El lenguaje es la huella de cada experiencia y<br />
revela cosas que ignoramos hasta el momento en que el texto aparece ante nuestros<br />
ojos, en el caso particular de las mujeres, nuestra condición política, social y<br />
simbólica en una sociedad.<br />
En la aparición de este texto-huella, nace para mí el Palincesto 3 , reconstrucción desde<br />
el presente de un pasado que no se borra, endogamia forzada de la escritura. Es ahí<br />
que la escritura revela sus llagas, sus rupturas y sus afasias susceptibles de ser<br />
analizadas en un texto y así comprender mejor su contenido y su valor estético, pero<br />
sobre todo, su valor humano. Un texto escrito en ciertas circunstancias, lleva<br />
impresas las marcas vitales de su autor(a) y desenmascara al sujeto dejándoloa<br />
desnudoa. Quiero decir que, aunque nunca podamos conocer toda la verdad de una<br />
persona, ese desnudamiento, produce una desposesión, un vacío que inevitablemente<br />
empuja a un alumbramiento, una nueva forma de mirarse que deja una huella en el<br />
lenguaje.<br />
Dos cosas me parecen relativamente claras: en cada escritura extraterritorial se<br />
impone el uso de la primera persona y que éstas pueden ser estudiadas en el terreno<br />
de la literatura comparada. No podemos separar, sin sentirnos responsables, la<br />
dimensión de género, de la existencial, la fenomenológica, de la psicológica, y la<br />
social de la política. Madame de Stäel, en su libro De la Alemania, que inicia el<br />
romanticismo francés, y Sobre la literatura en sus relaciones con las instituciones<br />
sociales, planteó claramente las divisiones sociales y políticas que se producen<br />
3<br />
El Palimpsesto tiene orígenes referenciales muy antiguos, utilizar un manuscrito antiguo para<br />
escribir de nuevo sobre él, pero también se usa en arquitectura y sobre todo en literatura para<br />
señalar un texto que se construye por destrucción y construcción sucesiva. Yo me permití el<br />
neologismo Palincesto para marcar las relaciones de poder entre un idioma y otro, entre un género y<br />
otro, las endogamias y los procesos de alienación con los contenidos dominantes.
cuando una mujer ejerce las letras. Además de la insumisión, escribir desde otro<br />
territorio, se entra en contacto con otro idioma, destruyendo un mundo de<br />
significados que hasta ese instante tenía el valor absoluto de verdad; es comprender<br />
nuestra existencia como contingencia y cambio, más que sedentarismo y brillo fatuo<br />
de una supuesta verdad.<br />
PdS
POESÍA<br />
A mis demonios<br />
Señores de mi oscuridad, tenebrosos cancerberos del alma...<br />
Mis días se enlutan encerrados detrás de enormes alas negras.<br />
Angustiosas serpientes que me consumen.<br />
He pasado la mitad de mi vida mirándolos con pavor, impotente y desolada sin poder<br />
caminar por los pasillos oscuros de mi mente.<br />
Demonios de mis rabias y terrores, de las locuras sin certezas. De mi sexo abatido y<br />
renacido mil veces, orgasmos inmersos en la hiel de la ira.<br />
Desoladores íncubos penetrándome sin tregua, ungiéndome de helada esperma para<br />
parir nuevos terrores.<br />
Desde la inmensidad de la noche y en la cornisa áspera de los tejados, las gárgolas de<br />
piedra despertarán de su letargo inmortal.<br />
¡Que salgan a la luz los recovecos y escondrijos de lo turbio! El invierno se alargó<br />
demasiado y todo ha quedado sepultado bajo el manto inerte del miedo.<br />
Y ya es tiempo de vivir.<br />
Abriré las ventanas de mi mente, dejaré que el sol incendie las largas sombras y por<br />
fin los veré deshacerse como nubarrones dispersos en negras bocanadas.<br />
AG
Sr Projarchin Bartleby<br />
-¿Qué es lo que te pesa de la vida, amigo? ¿Qué es eso que sólo calma el alcohol?<br />
-Preferiría no vivir, pero he de hacerlo así, como una cuesta abajo que no se pudiera<br />
evitar, sólo este descenso infatigable hacia más inclinada y descendiente pendiente.<br />
No es fácil apartarse de la vida cuando nos aplasta, y créame que duele cuando duele<br />
y el peso sigue ahí, presionando cada vértebra, oprimiendo corazón y riñones. La<br />
opción de la negativa al movimiento siempre es atrayente cuando uno está cansado de<br />
andar sin saber a dónde, es eso de pararse un momento a la vera del camino, y ver<br />
tristemente, que la vida sigue aunque nuestros pasos dejen de hacer sus huellas en la<br />
tierra que guarda sangre, lágrimas, heces y algún abrazo a partes iguales. La tierra nos<br />
enterrará y así la pisamos cada día, cimentando nuestra losa, que serán nuestros<br />
recuerdos, bajo los que cada uno morirá sin recordarlos el día del adiós, de la caricia<br />
al tiempo que se para. Preferiría no hacerlo. Preferiría no seguir. Pero aún así, sigo. Y<br />
seguiré. La cuesta abajo es ineludible. (Hace un descanso, acaba su lata, apura su<br />
cigarro.) No olvidé en la maleta el cariño. No olvidé en la maleta el amor. No olvidé<br />
en la maleta lo compartido. No olvidé lo que sentí agradable y eterno, no lo olvidé,<br />
créeme, pero esta maleta tan cargada sólo hace que el descenso sea más rápido<br />
empujados por su peso. Toda sonrisa pesa al saber que toda sonrisa, en un momento<br />
dado, se apaga, así, tan débil, pensando en esos labios que se cierran y ese gesto que<br />
queda serio, enmudece, se opaca, se torna también descenso. No olvidé en la maleta a<br />
los hijos, carne de nuestro ser, corazón de tus pulsaciones. No olvidé en la maleta los<br />
sueños. No olvidé en la maleta, la que cogí de aquel rincón donde vivía, los días por<br />
vivir. No olvidé para nada lo hermoso, lo lindo. No lo olvidé, pero el camino es<br />
cuesta abajo, y preferiría no moverme o subir la pendiente, en retroceso, y ver con<br />
mis ojos de ahora lo que antes sentí por mis dedos. Me los arranco los dedos y<br />
permanezco en el suelo, durante años, descendiendo.<br />
-¿Qué es lo que te pesa de la vida, amigo?<br />
-Pues eso, su peso.<br />
RDF
FOTOGRAFIA
FOTOGR<br />
Ludovica B<br />
POLV<br />
RECORDANDO A FRAN
AFIA I<br />
astianini<br />
ORE<br />
CESCA WOODMAN
INSOMNIA<br />
RECORDANDO A FRANCIS BACON
FOTOGR<br />
GITANOS I<br />
Luigi A
AFIA II<br />
loia<br />
GITANOS II
GITANOS III
GITANOS IV
AL OTRO LADO DE LA MAREA<br />
FOTOGR<br />
Marta Fernánd
AFIA III<br />
ez Clemente
EL ENCIERRO DE LA TELARAÑA
ORTIGA, LA BELLEZA DE UNA FLOR DEL MAL
CAMINANDO POR
LOS MÁRGENES
ENTREVISTA + APORTACIÓN ARTÍSTICA<br />
Claudia Apablaza, por RDF.<br />
Hola Claudia, lo primero, queremos agradecerte el que hayas aceptado la invitación<br />
para realizar la entrevista. Como sabes, este es el primer número de la Revista<br />
<strong>Excodra</strong>, y la temática que hemos elegido para el arranque es lo <strong>maldito</strong>. Mis<br />
preguntas irán encaminadas por este terreno, haciendo también un recorrido por tus<br />
obras. Tras la entrevista se podrá leer un relato perteneciente a tu libro Autoformato<br />
(<strong>Lo</strong>m Ediciones, 2006).<br />
ENTREVISTA a Claudia Apablaza<br />
Para empezar, te pediría que me contestaras a la siguiente pregunta con la<br />
primera impresión que te venga a la cabeza nada más formulártela: ¿Qué es<br />
para ti lo <strong>maldito</strong>?<br />
<strong>Lo</strong> <strong>maldito</strong> lo relaciono de inmediato con la pulsión de Tanatos, la pulsión de<br />
destrucción de la cual venimos todos (o desde la cual nos constituimos), pero que<br />
estamos intentando ligar para construir vida y forma.<br />
¿Has sentido alguna vez que tus obras eran malditas? Y tú, ¿te has sentido<br />
alguna vez maldita?<br />
La verdad es que creo que todas las obras como tal la pulsión de vida, por su<br />
intención constructiva; ahora bien, la temática o la forma puede derivar en maldita<br />
como lo es en el caso de los poetas <strong>maldito</strong>s: Rimbaud, Baudelaire, Verlaine,<br />
Mallarmé, etc; que hacen de su vida una obra maldita, con tendencia a destruir lo<br />
establecido, tanto en sus vidas como en sus obras. En ese sentido, me podría sentir<br />
maldita al trabajar malditamente con las formas de la novela.
Recuerdo que lo primero que leí de ti fue el libro de relatos Autoformato, que<br />
para mí es una verdadera joyita de la literatura, y que intuyo que aún no ha<br />
empezado a hacer el recorrido que le corresponde, o tal vez sí, es decir, la<br />
encuentro una obra de las denominadas de culto, que además sé que tuvo ciertas<br />
críticas no muy constructivas desde plumas no muy sinceras, lo cual en cierto<br />
modo es más un halago a tu obra que otra cosa. Me gustaría que me contaras<br />
cómo recuerdas el tiempo en que la escribiste, y cómo te sentiste en su recepción.<br />
El tiempo en que escribí AUTOFORMATO lo recuerdo un tiempo de mucha tensión,<br />
de una necesidad de fuga enorme. No sé si era el trabajo, lo cotidiano. Fue una<br />
válvula de escape para ese malestar. Cuando lo acabé fue cuando decidí irme de estos<br />
lares y emprender el viaje que comencé por allá por el 2006 y que aún no termina.<br />
¿Dónde crees que te desenvuelves mejor, en un relato o en una novela?<br />
Creo que en el cuento, pero la novela aún me tienta mucho. Creo que tengo una lucha<br />
feroz con la novela. El modelo de la novela del boom latinoamericano, las novelas<br />
clásicas, la novela decimonónica se instala como un padre castrador y nos está<br />
constantemente diciendo que la sigamos o que la destruyamos para siempre. Estoy en<br />
esa disyuntiva. El cuento, en cambio no me tienta a destruirlo, más bien es un lugar<br />
en el que descanso con mucha seguridad y bien, digámoslo, con bastante comodidad,<br />
eso me hace a ratos sentir mal, ya que es como si estuviese siguiendo el decálogo de<br />
Quiroga al pie de la letra.<br />
Una pregunta que te habrán hecho mil veces: ¿Cuál ha sido el escritor/a que<br />
crees que más te ha influenciado?<br />
No tengo a uno en especial. La verdad es que más que un escritor en especial, me ha<br />
influenciado la lectura constante y diversa. Desde literatura (narrativa, poesía, ensayo
literario) a psicología, psicoanálisis, filosofía, textos religiosos, etc. Ahora bien, si<br />
puedo nombrar algunos nombres, pienso en Georges Perec, Enrique Vila-Matas,<br />
Douglas Coupland, Mario Levrero, Josefina Vicens, Nicanor Parra, Ramón Gómez de<br />
la Serna, Macedonio Fernández, Virgina Woolf, Wilcock, Juan Emar, María Luisa<br />
Bombal, Clarice Lispector, Borges, etc.<br />
Se ha hablado bastante de tu primera novela Diario de las especies, que la<br />
verdad ha sido muy bien recibida. Sobre todo he podido leer que lo que más<br />
destacaban era que estaba construida en formato de blog, siendo así, en cierta<br />
medida, hija de tu tiempo, reflejando tu contexto en forma y fondo. A mí,<br />
además de llamarme la atención el leer una novela así, también me dejó<br />
pensando en la de papeles que uno mismo puede representar, pues te metes en el<br />
pellejo de diferentes personalidades, lo cual en cierta medida, en el proceso de la<br />
escritura de la novela, es una manera de verse uno mismo desde diferentes<br />
ópticas, y entonces, al hilo de esto y por jugar un poco con las ópticas, la<br />
recepción y las visiones de uno mismo sobre sí mismo ¿qué crees que dirían de tu<br />
novela Rimbaud, Virginia Woolf y Roberto Bolaño?<br />
Sabes que creo que a Rimbaud le gustaría mucho ya que nacimos el mismo día, el 20<br />
de Octubre. Prefiero no hablar de Bolaño, porque sabes que en Chile hay mucho<br />
escritor que anda ficcionando que Bolaño le habló, dijo tal cosa de él, le mandó una<br />
coma o un punto por email y cosas un poco vergonzosas. Virginia se enojaría ya que<br />
bueno, como dice mi próximo libro SIEMPRE TE CREÍSTE LA VIRGINIA<br />
WOOLF.<br />
Después de Diario de las especies publicas EME/A (La tristeza de la no-historia),<br />
en la cual consigues, a mi modo de ver, según va encaminándose la novela hacia<br />
su fin, mostrar la tristeza en estado depurado, sólo tristeza, recuerdo cómo al<br />
principio de la novela es el humor lo que predomina para dar paso hasta el final<br />
a la precipitación de lo triste, es algo así como si le pusieras un filtro a la vida y
en un vasito recogieras la esencia de la tristeza. No te preguntaré cómo lo has<br />
conseguido -aunque bien podrías contarlo- pero sí te preguntaré dos cosas: ¿si la<br />
novela hubiera seguido el camino inverso, de la tristeza al buen humor, se habría<br />
titulado EME/A (La alegría de la no-historia)? Y, ¿cómo se te ocurrió la idea de<br />
la no-historia?<br />
La idea de la no historia es una idea que debe circular en la cabeza de muchos<br />
escritores, primero por la constante posibilidad de fracasar ante sí mismos y su propia<br />
escritura. Siempre pienso en la idea de que no lograré el texto y por tanto la historia<br />
que intento narrar. Esa es la base del título, si te fijas, hay una mujer intentando<br />
contar algo y se le hace difícil esa narración, por lo que sólo presenta imágenes o<br />
fragmentos dispersos del mismo. Por otro lado está la imposibilidad de una relación<br />
amorosa, aunque es una falacia, no existe la no historia, es una tontería pensarlo así.<br />
Siempre hay historia, sea lograda o fracasada.<br />
Aunque el camino del texto hubiese ido de la tristeza al humor, creo que jamás le<br />
pondría a un libro mío la palabra alegría en su título. Se e vinieron imágenes horribles<br />
a la cabeza con la propuesta.<br />
¿Cuál será tu próxima publicación?<br />
Dos libros. Un libro que trabajé con la artista visual Francisca Yáñez, por la editorial<br />
chilena <strong>Lo</strong>s libros del Snark. El libro se llama LA MÁQUINA DE KIRIBATI<br />
SEGÚN GO, O y GLE. Luego en noviembre publicaré por editorial La Calabaza del<br />
Diablo el libro de cuentos SIEMPRE TE CREÍSTE LA VIRGINIA WOOLF.<br />
¿Qué artista piensas, a bote pronto, al que la historia no le ha hecho justicia? ¿Y<br />
de un contemporáneo?<br />
No creo mucho en la justicia del tiempo, creo más bien en el trabajo constante y en
los fenómenos parapsíquicos. Por cierto, leí un libro muy bello acerca de esos<br />
fenómenos, un libro escrito por el narrador uruguayo Mario Levrero: Manual de<br />
Parapsicología.<br />
Si quisieras y pudieras cambiar un hecho histórico ¿cuál sería?<br />
Todos los que estén relacionados directamente a la destrucción masiva y el atentado a<br />
los derechos humanos, como el Holocausto, Hiroshima, Nagasaki, las dictaduras<br />
latinoamericanas, las matanzas religiosas, etc.<br />
Y para terminar, cuando lees un nuevo libro, ¿qué buscas en su lectura? Es<br />
decir, ¿qué te hace seguir leyendo libros? Y, ¿qué te empuja a seguir<br />
escribiendo?<br />
Me interesa mucho enfrentarme a diario a nuevas éticas y estéticas; formas de<br />
abordar lo humano (y lo divino). Busco en los libros puntos de vista y las formas que<br />
tiene un creador para representar ese punto de vista. Eso en libros que leo y también<br />
en libros que trabajo como una oportunidad de profundizar y sostener un aprendizaje<br />
constante.
APORTACIÓN ARTÍSTICA<br />
Ellos bailan al ritmo de la lavadora (Extraído de “Autoformato”, <strong>Lo</strong>m Ediciones,<br />
2006.)<br />
ELLOS son dos personas: ÉL y ELLA.<br />
La primera oración es simple. ¿O no?<br />
La segunda oración es la siguiente: Ellos bailan al ritmo de la lavadora.<br />
La tercera, la siguiente: Ellos se murieron.<br />
Estas dos últimas oraciones son un poco más complejas. Intentaré explicarlas lo<br />
mejor posible. Comenzaré, por lo tanto, y de esta forma, el cuento. (¿O ya habrá<br />
comenzado? Bueno, eso da lo mismo. No es necesario que nos pongamos<br />
extremadamente bizantinos. ¿O no?)<br />
Ella tiene el pelo corto. Él tiene el pelo largo. Ambos son delgados. A ellos les gusta<br />
mucho bailar.<br />
Ellos no tienen radio. Tampoco tienen TV, ni tampoco vecinos que escuchen la<br />
música fuerte. Tampoco les gusta salir a discotecas, ni a bares con música que les<br />
traiga recuerdos que ellos no quieren que se les vengan a sus cabezas (recuerdos<br />
asquerosos que, necesariamente, después tienen que salir a flote para poder terminar<br />
de contar el cuento). Tienen susto, a veces de las cosas que piensan. Por lo tanto,<br />
tampoco han tomado la opción (válida, por lo demás) de bailar recordando canciones<br />
ni entonándolas en voz alta (como pensar, por ejemplo: Like a Virgin, sssssh ty, Like<br />
a Viiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiirgin... tanana na. Sólo la enuncio como ejemplo. Podría ser<br />
cualquier canción)
Entonces, tenemos que les queda una sola opción en sus vidas: bailar al ritmo de la<br />
lavadora.<br />
El día está cálido. Ellos han terminado de cenar. Tienen mucha ropa sucia. Él le<br />
propone que laven la ropa. ¿Bailaremos, además?, dice ella. ¿Quieres? Por supuesto.<br />
Necesito sacarme la grasa del cuerpo, sudar, que se vaya el recuerdo del día,<br />
eliminando esa pasta que a uno le queda cuando está en la calle. Yo también lo<br />
necesito, dice él. Ok. Estamos, entonces. Ellos recolectan sus ropas inmundas:<br />
polerones, blue jeans, poleras, calzones, sostenes, calzoncillos y calcetines.<br />
Ella pone la ropa en el canasto. Él la mira y siente que comenzará a sonar esa<br />
musiquilla. Esa que los lleva a mover sus cuerpos. Él ve que ella no ha puesto sus<br />
camisas y le dice: ¿podrías poner además mis camisas? Ella le dice: Ok. Él dice, oh,<br />
gracias, así el ritmo será más excitante, con un olor diferente. Yo también así lo creo,<br />
dice ella. Bueno, esperemos a tener una velada espectacular, le dice él. Así será, dice<br />
ella. Oh, genial, dicen al unísono (supongo que todos saben lo que es al unísono. Si<br />
no lo saben, búsquenlo en un diccionario de sinónimos y antónimos).<br />
Aprieta On. Suena piiiiiiiiiiiiiiii. Él siente una escalofrío en su espalda. Uf. Sabe que<br />
será una tarde ejemplar, inolvidable. Ella aprieta ahora el botón de Temperatura del<br />
agua. <strong>Lo</strong> deja en Fría. Luego Cantidad de agua: Extra. Piiiiiiiiiiiiiiiiiii, nuevamente.<br />
Uf, se excita. Déjame a mí también apretar algo. Oh, sí, por favor, amor, hazlo. Él<br />
apreta la función Proceso. Selecciona las cuatro: Remojo completo, enjuage, lavado y<br />
centrifugado. Él siente otro escalofrío en su espalda. Ya viene, uf, ya vendrá. Él dice,<br />
uf, ¡ya comienza! Ahí voy, dice ella. Uf. Y se acercan porque saben que comenzará el<br />
baile y la lavadora y ella pone Start y comienza: Shak, shak, shak, shak... Shak, shak,<br />
shak, shak. Shak, shak. Shak, shak, shak, shak... Oh, siiiiii. Shak, shak, shak, shak.<br />
Shak, shak. (Este es –para los que no hayan entendido- el ruido de la lavadora. Es la<br />
mejor imitación que puedo hacer de esta situación. <strong>Lo</strong> siento mucho si no les gusta<br />
mi imitación.) Entonces: shak, shak, shak, shak... Shak, shak, shak, shak. Shak, shak.
Shak, shak, shak, shak... Shak, shak, shak, shak. Shak, sha. Uf... ¡Eso!, eso es amor,<br />
ey, ¡Eso es! ¡Así! ¡Así es, amor, dale, amor mío, eso es, dale! ¡Oh, sí! Shak, shak,<br />
shak, shak... Shak, shak, shak, shak. Shak, shak. Shak, shak, shak, shak. Ellos bailan<br />
y transpiran ellos dicen me encanta, ellos dicen sí, así es, ellos mueven sus cuerpos<br />
sudados. Ellos ensayan nuevos pasos, Shak, shak, oh sí, shak, oh, oh. Me encanta.<br />
¡Nos amamos! Ellos sólo hacen pasos con ángulos bien definidos. Shak, shak, shak.<br />
Cortan el movimiento con una tendencia a hacer figuras geométricas. Por ejemplo,<br />
con las piernas hacen triángulos, con las manos aletean y ponen los brazos en<br />
posición de pájaro, dejan el movimiento en una posición semi-estática por diez<br />
segundos aprox., lo que parece definir una figura geométrica. No se toman de las<br />
manos en ningún momento porque eso le resta valor a la estética del baile que ellos<br />
han definido o alcanzado a lograr... Y (volviendo a ellos, y entre paréntesis) Shak,<br />
shak, shak, shak... Shak, shak, shak, shak. Shak, shak. Shak, shak, shak, shak... Shak,<br />
shak, shak, shak. Shak, shak. La lavadora suena piiii, tata chachacha y ellos Shak,<br />
shak, shak, shak... Shak, shak, shak, shak. Shak, shak. Shak, shak, shak, shak... Shak,<br />
shak, shak, shak. Shak, shak. Piiiiiiiiiiiiiiiiii. Shak, shak, shak, shak... Aleteos.<br />
Aleteos. Aleteos. Shak, shak, shak, shak. Shak, shak. Shak, shak, shak, shak... Shak,<br />
shak, shak, shak. Shak, shak. Rectángulos, triángulos isóceles, escalenos, alas de<br />
pájaro tiesas, rodillas flectadas. Rodillas que si uno las observa por atrás son ángulos<br />
de setenta grados aprox. Nunca hay círculos ni semi-círculos.<br />
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, tatatatatataatata. Shak, shak, shak, shak... Shak, shak, shak,<br />
shak. Shak, shak. Shak, shak, shak, shak... Shak, shak, shak, shak. Oh, sí, oh, sí,<br />
amor. Esto es genial. Shak, shak. No hablan, no dicen nada, sólo cierran los ojos e<br />
imaginan las flechas imaginarias que cortan sus cuerpos y le dan forma a las figuras<br />
geométricas que recaen en sobre ellos y definen la estética del baile. Miles de flechas<br />
que ellos asumen cortan sus movimientos y definen los pasos que ellos manifiestan<br />
libremente en el baño. Están excitados, están muy calientes, están en pelotas, y Shak,<br />
shak, shak, shak... Shak, shak, shak, shak. Piiiiiiiii, ya ha lavado, estrujado, ahora está<br />
en enjuague. Centrifugado. Oh, oh... Eso amor. ¡<strong>Lo</strong> hemos logrado! Eso, amor mío.<br />
¡Eso es! ¡<strong>Lo</strong> hemos logrado! ¡Oh, sí!
Han terminado. Están agotados. Quieren ir a la cama, quieren dormir. Quieren ir a<br />
descansar porque mañana les toca un nuevo día.<br />
Se van a acostar. Siguen con su vida normal al día siguiente y por los restantes doce<br />
días que vienen. Ellos se van a trabajar. Él va a su oficina de corredor de propiedades<br />
(esto se me olvidó comentarlo al principio). Ella se dedica a algo que enuncio más<br />
adelante. Ellos siguen llegando a su casa todas las tardes a la misma hora. Ellos lavan<br />
su ropa, bailan, comen y duermen igual que siempre. Cada vez están más diestros en<br />
el baile.<br />
Pero un día cualquiera (digo cualquiera porque lo importante es el hecho) pasa una<br />
cosa terrible en la vida de ellos. (Una cosa que ya nos lleva hacia la tercera oración<br />
que enuncié en el principio. Vamos a esta situación primero, luego a la oración). La<br />
situación es la siguiente:<br />
La lavadora se hecha a perder.<br />
La sucesión de actos tiene un orden (los enumeraré para que se entienda mejor, sólo<br />
con fines pedagógicos, recordar que los fenómenos son indivisibles en la realidad,<br />
como nos dice el gran teórico Martin Grakmil):<br />
1. Pasó un ratón y se comió un cable de la lavadora.<br />
2. Nadie vio al ratón.<br />
Bueno, ella llegó a casa después de su trabajo (ahora sí lo puedo contar, sucede que<br />
antes se me había olvidado escribirlo y no quería modificar el texto. Ella trabaja en<br />
una casa comercial vendiendo tarjetas para comprar en cuotas. Algunos estúpidos se<br />
inscriben y cuando firman su inscripción esbozan una mueca y piensan: Oh, qué<br />
felicidad; pero pasado unos meses, lloran porque no han podido pagar los productos
comprados y les han subido los intereses o los han puesto en Dicom y esbozan un<br />
puchero y dicen: Oh, la vida es terrible; otros dicen: Oh, son todos unos ladrones.<br />
Bueno, además, debo agregar que ella tiene un jefe que es también su amante. Pero<br />
mejor esa parte la dejamos para otro momento, que podría también ser nunca).<br />
Cuando llegó a su casa, se preparó unos espirales con atún y crema. Él llegó y sintió<br />
el olor a comida. Pensó menos mal mi mujer ha cocinado. Le diré que después yo me<br />
encargo de lavar la ropa sucia. Y bueno, como bajativo le digo que bailemos, pero<br />
que pongamos poca ropa en la lavadora, porque estoy algo cansado.<br />
Él le plantea la idea, a la vez que le agradece que haya cocinado su plato favorito.<br />
Ella se muestra muy feliz porque han reconocido su labor, y le encanta la idea de<br />
bailar un rato al ritmo de la lavadora; aunque sea poca ropa. Se abrazan y dicen: ¿Qué<br />
estamos esperando? ¡Vamos! ¡Oh, sí! ¡Vamos a bailar al ritmo de la lavadora!<br />
Juntaron la ropa sucia. Ella se sacó los calzones que había usado durante dos días,<br />
porque no se había hecho el tiempo para lavar. Él buscó los calzoncillos que había<br />
usado esa semana, los calcetines y sólo dos camisas. Ella se desnudó, quería bailar<br />
desnuda hoy. Él se entusiasmó y también se desnudó (de todas formas sabían<br />
perfectamente que aunque estuviesen desnudos debían respetar la lógica de los<br />
movimientos que definieron desde que se fueron a vivir juntos; es decir, tenían el<br />
siguiente lema: aunque estemos desnudos, debemos respetar los movimientos<br />
geométricos. Eso significa que no puede haber roce si bailamos desnudos. Si nos<br />
calentamos demasiado, debemos dejar que la lavadora funcione sola y nos debemos ir<br />
a la cama. No podemos profanar nuestro baile. No podemos tener sexo frente a la<br />
lavadora. Ella nos entrega su ritmo y debemos respetar su condición de máquina de<br />
lavar).<br />
Ya desnudos, ella dijo: bueno, amor, me gustaría que esta vez tú encendieras la<br />
lavadora. Ok, cariño, me encanta encender yo la lavadora, es una sensación única, es<br />
como si yo tuviese el poder y tú me deberás seguir en mis movimientos. Así, es amor.<br />
El que enciende la lavadora, en cierta medida define el baile. Gracias, amor, te amo.
Yo también, te amo. Vamos entonces a comenzar. Oh, sí, vamos. Él se dispuso a<br />
apretar entre. Levantó su mano como una flecha, la bajó lentamente y apretó ON y no<br />
pasó nada. Nuevamente: ON. Y no pasó nada. Muchas veces ahora: ON, ON, ON.<br />
Oh, no, ¿qué sucede? No sé amor, intenta nuevamente. ON, ON, ON,<br />
ONONONONONONONONON. ¡Oh, noooooooooooo! ¡Oh, noooooooooo! ¿Qué<br />
pasa, qué pasa, amor? ¡Alguien ayúdenos, por favor, alguien ayúdenos! ¡Oh, no!<br />
Tuvieron terror. Tuvieron mucho miedo. Pensaron de inmediato que comenzarían a<br />
sentir en sus cabezas melodías. Melodías extrañas. Nuevamente ON y nada. Terror de<br />
las melodías en sus cabezas. Les daba mucho horror que viniesen melodías como las<br />
de Laurie Anderson, por ejemplo: Biiiiiiiig Science (esta última palabra se pronuncia<br />
zayiens) Tuvieron horror de recordar cosas asquerosas como las que vieron una vez<br />
cuando visitaron un club nocturno en que se excitaron tanto con la música que se<br />
metieron a una cabina con mucha gente. Y peor aun , tenían más horror de recordar<br />
un episodio horroroso que vivieron. Oh, nooooooo. ¡Yo no quiero eso! Tienen miedo<br />
por algo que les sucedió una vez en que a ella se le vino una melodía a la cabeza<br />
después de haber estado en esa cabina con mucha gente. Una cosa horrible que le<br />
sucedió una vez. Ellos temían porque volviese a pasar. ¡Oh no!, se escuchaban<br />
lamentos. ¡Por favor no! ¡Oh, noooooo! ¡Yo no quiero eso nooooo! ¡Yo tampoco!<br />
¡Por favor, yo quiero bailar sólo al ritmo de la lavadora, no quiero recordar nada más!<br />
Tranquila dijo él. Invocaremos a las fuerza de la naturaleza. ¡Hazlo ya!, grito ella.<br />
Que no quiero volver a vivir aquello. Yo no quiero ser una carnicera. ¡Yo no quiero<br />
ver carne molida! ¡Hazlo ya, hazlo! Ok. Vamos, debes sentarte en el suelo, poner tus<br />
piernas en esta posición, que se llama la posición del <strong>Lo</strong>to. Ahora debes repetir la<br />
palabra OM y centrar toda la energía de tu mente en la imagen de la nada, hasta que<br />
tu mente quede en blanco. De esa forma superarás todo, olvidarás todas las imágenes<br />
que tu conciencia rechace. ¿Pero como, qué es eso? ¿Qué es eso? ¡Hazlo ya! ¡<strong>Lo</strong><br />
haces o...! Ok, tranquilo.
Comenzaron:<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmm<br />
Ommmmmm<br />
¡No puedo más! ¡Debes hacerlo!<br />
Siguieron:<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmm<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmmm<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmmmm<br />
Ommmmmmmmmmm<br />
Continuaron así durante algunos minutos. Ella no está acostumbrada a las prácticas<br />
zen, ella no está acostumbrada a las prácticas orientales, sólo a los artefactos, a su<br />
regalona que la salvó de los recuerdos. Om, om, om, om. Ella sólo está acostumbrada<br />
a lo occidental. Ella encontró la respuesta a todos sus males en lavadora. Ella se<br />
superó a sí misma con la lavadora. Ella llegó a una perfección de la ejecución de los<br />
ángulos que nunca nadie había logrado con su lavadora. Ella es todo con la lavadora,<br />
ella es nadie sin la lavadora. Ella va a morir si la lavadora no enciende. Ella es casi la<br />
lavadora.
<strong>Lo</strong> siento, no puedo, lo siento. Me están atacando las canciones que no quiero, están<br />
viniendo a mi cabeza miles de canciones y estoy recordando lo más cerdo. Esto es<br />
horrible. Quiero mi lavadora. ¡Oh, no! ¡Malditos! ¡¿Quién se comió el cable?! Om,<br />
Ommmmmm, Ommmmmm, por favor, hazlo: OMMMMMMM, Ommmmmmm. Por<br />
favor, hazlo. Ommmm, Like a Viiiiiiiiiiiiiirgin... Así es el ritmo del chachacha, Like a<br />
Viiiiiiiirgin... Somos culpables de este amor escandaloso, que en fuego mismo de<br />
pasión alimentó... Ommmmmmmm... No culpes a la noche, no culpes a la luna...<br />
Ommmm... We are the world, we are de children... Nooooooo<br />
Amor, no pienses, sólo Ommmm, sólo Ommmmm. Pero no, ella cagó. A su cabeza<br />
vino el recuerdo de la guagua muerta, de la guagua dentro de la lavadora. Nooooo. Su<br />
guagua en la lavadora. Qué cerdo. Sangre, carne molida. Y vino el recuerdo y las<br />
canciones de cuna y recordó cuando la metieron a la lavadora viva, porque no los<br />
dejaba follar, porque gritaba mucho, chillaba. Y pusieron la música muy fuerte y plaf,<br />
metieron a la guagua a la lavadora para que se callara. Y Shak, shak, shak. Y la<br />
música estaba muy fuerte y la guagua no lloró más. Like a Viiiiiiiiiiiiiiiiiiiirgin.<br />
Sangre. Carne molida. Mucho cloro para que se ponga blanca la guagua.<br />
Transparente. Y nooooooo, amor. Necesito escuchar sólo la lavadora. Vienen los<br />
recuerdos. ¡Tengo miedo de la carne molida!<br />
Ella se levantó. No soportaba más. Abrió su boca enorme y gritó:<br />
¡No soporto más esta situación! ¡Necesito mi lavadora! Él se incorporó a la escena y<br />
dijo: ¡Yo también! ¡Alguien ayúdenos! ¡Oh, sí! (Gritaban ambos diferentes cosas. Acá<br />
sólo enuncio algunas) ¡SOS! ¡Por favor! ¡Tenemos miedo! ¡Oh, noooooo, compasión!<br />
(Estaban cada vez más aterrados) ¡Ahhhhhhhhhhhhh! ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhh! ¡SOS!<br />
¡SOS! ¡Ohhhhhhh! ¡Moriremos! Ohhhhhhhhhhhhh<br />
Ambos comenzaron a temblar. Sudaban. A ella se le comenzó a desfigurar el rostro.<br />
¡Qué horrible amor! ¡Esto es el infierno, estás horrible! ¡No me mires, eres un
monstruo! ¡Tú también! ¡Tienes una cara asquerosa! Oh, nooooooooooooooo. Y<br />
comenzaron a golpearse, a mutilarse, a pegarse patadas. Mucha música, horror,<br />
horror. Mucha música en sus cabezas. Horror. ¡Qué cerdo! Necesitamos la lavadora.<br />
Oh. Golpes, gritos, sudor. Sangre, dientes que vuelan. Pelo, se muerden, se sacan los<br />
ojos, no ven, cuchillos de la cocina. Un palo. Sangre. Carne molida.<br />
Así, dejaron de sonar sus órganos, de funcionar sus articulaciones. O sus almas se<br />
fueron al cielo. O, tal vez puede ser: se reencarnaron en animales domésticos, en<br />
bichos exóticos, en montañas. (Esto depende de las creencias que uno tenga. Se<br />
entiende que los médicos-ateos, pensarán en que dejaron de funcionar sus órganos.<br />
<strong>Lo</strong>s cristianos, que sus almas se fueron al cielo. <strong>Lo</strong>s charlatanes, que se reencarnaron<br />
en entes de la naturaleza).<br />
Bueno, en fin, para terminar, quisiera volver a la oración número tres: Ellos se<br />
murieron.<br />
Bueno, esa era la historia que constaba de tres oraciones. ¿Se habrá entendido?<br />
CA
CRITICAS Y RESEÑAS<br />
El golfo de los Poetas, Fernando Clemot. Ediciones Barataria, Colección Bárbaros,<br />
2009.<br />
No acabo de encontrarme con esta novela. Digamos encontrarme cara a cara, dejar<br />
que me hable con absoluta libertad, o más bien con absoluta claridad. Este texto, eso<br />
sí, está cargado de perlas. Además van en racimos. Así como aparece una, van<br />
cayendo otras a su lado. Transcribo unas representantes de ellas: “Protégete de la<br />
belleza como de la enfermedad. <strong>Lo</strong> sabían, nadie podrá perdonar tu hermosura, no<br />
sabes cuántos peligros encierra.” “La juventud no es más que un tibio ensayo de la<br />
vida.” “Probablemente no sea el hombre más que una oscura edad en el largo<br />
devenir de los huesos.” “Un día, una tarde, pueden resumir una vida:<br />
Remordimientos, deseo, fiebre.” “Te escuchan porque vienes del otro lado del dolor.”<br />
Cada una de ellas en su contexto multiplica por cien su fuerza, sin duda. (Hay que<br />
leerlo, pues.) Hay muchas más, muchísimas más y para todos los gustos, como ésta:<br />
“No hay mejor espejo para reconocerte que la expresión ajena.” (No la comparto,<br />
pero seguro que a muchos lectores esta expresión les hará mella.)<br />
El protagonista de esta novela, Leo Carver, es un escritor en las horas más bajas de su<br />
carrera y de su vida. Además de un alcoholismo incipiente, padece pérdidas de<br />
memoria reciente, por lo que hace uso de unas libretas donde va apuntando el<br />
transcurrir de sus días, como forma, es de pensar, de preservar su identidad. (¿Habría<br />
identidad sin memoria?) Con su mujer, una amiga de su mujer y su hija, pasará unos<br />
días de vacaciones en una costa italiana, el golfo de los Poetas, con la finalidad de<br />
poner en orden un margen de tiempo de su juventud, que parece ser que hace de ancla<br />
para la satisfactoria sucesión de sus días.<br />
En cuanto a su desarrollo, y a mi pesar, la novela se me asemeja a un muelle que a<br />
fuerza de estirarlo perdió su fuerza, su tensión. Aunque esto que digo tampoco es<br />
demasiado cierto, pues precisamente el que uno desee seguir encontrando las perlas<br />
que va lanzando Fernando Clemot por el golfo de los Poetas, es una tensión, una
intriga, que no nos deja aparcar la lectura hasta nueva orden, al irnos encontrando<br />
con, al menos para mí, demasiado espacio repetido que alarga los desenlaces. <strong>Lo</strong> que<br />
se extendió demasiado, entonces, fue la tensión. A mí me hubiera encantado esta<br />
historia en una novela más breve, o incluso en un relato corto. Entonces habría sido<br />
como un buen disparo a bocajarro.<br />
Sin embargo, como contrapunto al tempo de la novela, Fernando Clemot escribe sin<br />
rodeos morales, con absoluta libertad para los sentimientos, para el interior humano.<br />
Deja libre a la bestia como quien libera una paloma de su encierro. Hay mucho<br />
mérito en ello, y eso sí se lo agradecí en la lectura. Es una escritura visceral, pero que<br />
también reflexiona.<br />
Al escribir esto se me aclara el porqué la novela no me hablaba con libertad, con<br />
claridad, con franqueza. Por un lado, hay sentimientos humanos fuera de la jaula. Y<br />
por otro, una distancia, que se me hizo grande, entre los portadores de los<br />
sentimientos -cada uno de los personajes- y los sentimientos mismos. Creo que la<br />
edad de los personajes es la clave de que no encajen algunas piezas. Hay sentimientos<br />
de la juventud extrapolados a la edad madura, casi a una vejez, a un fin de camino,<br />
que no acaban de encajar. Al menos, al que suscribe, claro. Cada lectura es un mundo<br />
y esta es la mía.<br />
De la trama, no diré ni mú. Sólo que se reconoce mucho trabajo en ella, muchas idas<br />
y venidas para encontrar los enlaces adecuados. (Aunque a veces, con tanta distancia<br />
textual entre enlaces, que igual se echa de menos un texto más rebajado.)<br />
En global, la novela merece y mucho su lectura, ya sea para ir desenterrando las<br />
perlas, para ir recibiendo más de una bofetada, para notar cómo se nos activa, por<br />
momentos, los flujos interiores del deseo o para meditar sobre la memoria y sus<br />
recovecos, sus embustes y sus carencias.<br />
Ojo, su lectura tanto puede abrir llagas en la carne de más de uno, como hacerlas<br />
cerrar.<br />
RDF
EDITORIAL. PUNTO FINAL<br />
...<br />
...y es que ahora me reclama ese sujeto poético dentro del sujeto poético, para que lo<br />
lleve a un sujeto <strong>maldito</strong> dentro del sujeto <strong>maldito</strong>, y para que dé un paso adelante y<br />
pase del sujeto <strong>maldito</strong> al predicado <strong>maldito</strong>: el verbo <strong>maldito</strong>, la acción maldita, la<br />
consecuencia maldita (o la maldita consecuencia de ser sujeto <strong>maldito</strong>). Todo esto<br />
late bajo lo genérico, claro, como predicado poético, y más allá, como verbo. Pero<br />
aquí estamos entre <strong>maldito</strong>s, así que iré a lo particular que nos ocupa y además, nos<br />
preocupa... porque como leí en un artículo, el arte (la vida, en realidad) se mueve en<br />
los límites que van señalando estos sujetos <strong>maldito</strong>s que comentamos (no sólo los que<br />
aquí se nombran, sino además muchas personas que con sus actos van rompiendo y<br />
creando los horizontes en los que luego nos moveremos, horizontes morales,<br />
políticos, artísticos, lingüísticos, y así no agoto la lista, por supuesto). <strong>Lo</strong> que atenta<br />
contra las zonas limítrofes siempre genera rechazo y resistencia por la parte limitada,<br />
porque produce distorsión en la estabilidad del sistema. Desestabiliza. Es un hecho.<br />
<strong>Lo</strong>s límites nos definen, y atentar contra los límites es atentar contra nuestra<br />
identidad. Recuerdo ahora algo que comentaba hace tiempo, que los <strong>maldito</strong>s eran<br />
sujetos catártico-liberadores-focalizadores de pasiones reprimidas. Una especie de<br />
chivos expiatorios... Pues justamente nos muestran nuestros límites: límites que<br />
rompen y que amplían, ofreciéndose sin buscarlo (o sí) como sujetos que sirven tanto<br />
para la idolatración como la condena, pues ambas, como expresiones extremas que<br />
son, en este caso, expresan lo mismo desde predicados opuestos, poniendo de<br />
manifiesto lo mismo: que nuestros límites no tienen límite.<br />
Extraído del ensayo sobre el malditismo <strong>Excodra</strong>
COLABORADORES<br />
Carmen de Agustín Pavón (València, 1980) es<br />
Licenciada en Biología y Doctora en Neurociencias por la<br />
Universitat de València, falso cerebro en fuga en Cambridge<br />
durante un par de años y rescatada ahora para la causa de la<br />
investigación española en Barcelona. Es una escritora<br />
frustrada, que ganó un par de concursos de literatura en el<br />
instituto y cuando creció decidió suplir su falta de talento<br />
literario con la publicación de artículos científicos (el más<br />
famoso, pero no el mejor, lleva por título Sex versus sweet:<br />
opposite effects of opioid drugs on the reward of sucrose<br />
and sexual pheromones, del que se hicieron eco importantes<br />
diarios como el Qué, el 20minutos y el Faro de Vigo y otros<br />
medios, como la Ser y Radio Caracol Miami) y un blog en el<br />
que vierte sus pataletas unas cuatro veces al mes<br />
(http://www.carmenalaromana.blogspot.com). El 31 de<br />
marzo del 2011, suyo fue el relato del día en el concurso de<br />
relatos cortos de Transports Metropolitans de Barcelona, y<br />
para de contar.<br />
Jordi Corominas i Julián nació en<br />
Barcelona el 28 de abril de 1979. Licenciado en<br />
Humanidades por la Universidad Pompeu<br />
Fabra, desarrolla varias actividades en el mundo<br />
literario. Como narrador ha publicado dos<br />
novelas en catalán (Una dona que sap jugar amb<br />
els peus y Colors, ambas publicadas en Abadia<br />
Editors), una biografia en italiano (Macrina la<br />
madre) y a finales de 2011 publicará en<br />
Barataria su primer libro de relatos, El<br />
mayordomo de la muerte. Asimismo tuvo la<br />
idea y coeditó la antologia Matar en Barcelona,<br />
publicada en 2009 por Alpha Decay. A nivel<br />
poético ha publicado la suite Paseos<br />
Simultáneos (Vitruvio, 2010) y a lo largo de los<br />
próximos meses espera sacar al mercado<br />
Oceanografías y en e-book <strong>Lo</strong>opoesía(s),<br />
poemas que sirven para articular su show<br />
multidisciplinar <strong>Lo</strong>opoesia, que dirige junto a<br />
Laura Fillola. Por otra parte Corominas<br />
desarrolla una intensa labor crítica en revistas,<br />
entre las que destaca su labor de coeditor en<br />
panfletocalidoscopio.com y sus constantes<br />
escritos en Revista de Letras, Culturamas,<br />
Literaturas, Benzina, Serra d'Or y otros medios<br />
nacionales e internacionales. Asimismo trabaja<br />
en la radio, hasta el año pasado en Cadena SER<br />
y desde 2011 en Radio Nacional en Catalunya<br />
en el programa Wonderland. Puedes visitarlo<br />
aquí: http://www.corominasijulian.blogspot.com
Patricia de Souza (Cora-Cora, Perú, 1964) Ha<br />
publicado varias novelas, libros de relatos y ensayos en<br />
España, Perú y México: Cuando llegue la noche (Lima,<br />
Jaime Campodónico, 1995); La mentira de un fauno<br />
(Madrid, Lengua de Trapo, 1999); El último cuerpo de<br />
Úrsula (Barcelona, Seix Barral, 2000); (Lima, [sic], 2009);<br />
Stabat Mater (Madrid, Debate, 2001); Electra en la ciudad<br />
(Madrid, Alfaguara, 2006); Aquella imagen que transpira<br />
(Lima, Sarita Cartonera, 2006); Ellos dos (Lima, Editorial<br />
San Marcos, 2007); ( México, Editorial Jus, 2009); Erótika,<br />
escenas de la vida sexual (México, Editorial Jus, 2008);<br />
(Barcelona, Barataria, 2009); Eva no tiene paraíso (Lima,<br />
Ediciones Altazor, 2011) y la revista literaria de l'NRF<br />
(Gallimard) publicó su texto corto Désert. Escribe para<br />
diferentes periódicos en Madrid y actualmente reside entre<br />
Francia y América. http://palincestos.blogspot.com/<br />
Alejandra Guzzini, hasta los 13 años fui<br />
sencillamente Sandra, un diminutivo italiano de<br />
mi nombre original, pero, que nunca me gustó.<br />
Así que a los 13 años cuando comencé mi<br />
educación secundaria, pasé a recuperar mi<br />
nombre original. Nací en Buenos Aires, bajo la<br />
dictadura, y me fui de mi país bajo dictadura<br />
también 26 años después. Vivo en España<br />
desde el año 1983, y aquí en esta tierra yerma y<br />
pequeña (Las Palmas de Gran Canaria) me sentí<br />
acogida y cuidada. Mi país, sencillamente, me<br />
dio la espalda. Escribo desde siempre, no sé si<br />
bien o mal, pero, es mi salvoconducto para<br />
poder ser. Hace aproximadamente un año, y con<br />
el apoyo incondicional de una amiga mía, me<br />
atreví a publicar una pequeña reseña poética de<br />
mi historia dentro de la literatura. En Junio del<br />
2010 salieron mis primeros "Fragmentos del<br />
espejo" http://espiral-literaria.org/. Fue una<br />
experiencia enriquecedora y que de alguna<br />
forma cambió mi vida. Sin pretensiones, sin<br />
anhelos que fueran más allá de "ser leída".<br />
Participo desde hace muchos años en una web<br />
literaria: www.grupobuho.es. Esta página fue<br />
mi primera incursión pública, donde expuse lo<br />
que escribo. Ahora en la actualidad, intento<br />
incursionar en diferentes estilos, sin apuros, sin<br />
agobios, simplemente por el mero placer de<br />
sentir que quedan huellas.
Ludovica Bastianini es Licenciada en la<br />
Facultad de Conservación del Patrimonio<br />
Artístico, realizó los Cursos de Dibujo y de<br />
Ilustración en la Escuela Comix de Nápoles y<br />
publicó con las Editoriales "L'isola dei ragazzi"<br />
y "Larcher editore", además fue premiada en el<br />
Concurso Fotográfico "Cucu tete", sobre la<br />
relación entre la ciudad y los niños. Ahora<br />
estudia la especialización universitaria de<br />
Historia del Arte Contemporáneo en la<br />
Universidad Suor Orsola Benincasa de Nápoles,<br />
participando también en el Curso Profesional de<br />
Fotografía de Autor en el Instituto Idep de<br />
Barcelona. Parte de sus obras pueden ser vistas<br />
aquí:<br />
http://www.flickr.com/photos/ludovicabastianini/<br />
Luigi Aloia nació en Junio 1982 en<br />
Napoli, tierra de vulcanos y<br />
contradicciones. Ha vivido ahí hasta<br />
Septiembre 2010 cuando se fue a<br />
Barcelona, donde trabaja como<br />
investigador en Biología Molecular. Se<br />
dedica a la fotografía desde hace unos<br />
años pensando que cada día encuentra<br />
buenas fotos que nunca sacará. Por eso<br />
está buscando aún como rellenar este<br />
espacio vacío.<br />
http://www.flickr.com/dovesonofinito/
Marta Fernández Clemente nació en<br />
Madrid, pero es marinera de puerto en puerto.<br />
Licenciada en Ciencias Ambientales y<br />
estudiando el mar ahora en Barcelona. Fotógrafa<br />
de alma, alma de fotógrafa, su cámara se ha<br />
convertido en compañera de la vida. Ha<br />
retratado sus viajes por mar y por desierto,<br />
lugares y sobre todo sus gentes, haciendo<br />
especial hincapié en el conflicto del Pueblo<br />
Saharaui. Aquí puedes verlo:<br />
http://www.flickr.com/photos/37348468@N03/<br />
Claudia Apablaza (Chile, 20 de octubre de<br />
1978) Estudió Psicología e hizo estudios de Literatura<br />
en la Universidad de Chile y un postgrado en<br />
Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de<br />
Barcelona. Ha publicado el libro de<br />
relatos Autoformato (<strong>Lo</strong>m ediciones, Chile, 2006), y<br />
las novelas Diario de las especies (Lanzallamas,<br />
Chile; Jus ediciones, DF, México, 2008; Barataria,<br />
España, 2010) y EME/A (Altazor, Perú; Cuarto<br />
Propio, Chile, 2010). También el fanzine S(s) y la no<br />
historia por La Picadora de Papel (2008); y el<br />
libro Hija ilegal: De Bolaño a Nicanor (Santa Muerte<br />
Cartonera, México, 2009). Actualmente es encargada<br />
de la colección de vanguardias latinoamericanas<br />
Humo hacia el sur, de Ediciones Barataria y profesora<br />
del Laboratorio de Escritura de Barcelona. Acaba de<br />
publicar su libro La máquina de Kiribati según Go, O<br />
y Gle, por <strong>Lo</strong>s libros del Snark, en coautoría con la<br />
artista visual Francisca Yáñez. Su blog es<br />
http://www.claudiaapablaza.blogspot.com<br />
Imagen Portada: Angelica Liddell
LO MALDITO<br />
NÚMERO I<br />
MAYO 2011<br />
REVISTA EXCODRA<br />
http://www.excodra.com