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Excodra I: Lo maldito

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crucificado, se despiertan en mí entre mil hechicerías profanas. - Estoy sentado,<br />

leproso, en los cacharros rotos y las ortigas, al pie de un muro roído por el sol.- Más<br />

tarde, reitre, habría vivaqueado bajo las noches de Alemania. ¡Ah! Algo más: bailo<br />

el aquelarre en un rojo calvero, con viejas y con niños.<br />

No recuerdo más lejos que esta tierra y el cristianismo. Nunca me terminaría de ver<br />

en ese pasado. Pero siempre solo, sin familia; incluso ¿qué lengua hablaba? No me<br />

veo jamás en los consejos de Cristo; ni en los consejos de los señores,<br />

-representantes de Cristo.<br />

Y esto lo escribió Rimbaud.<br />

Más allá de donde aún se esconde la vida queda cultivar como un reino la sucia flor<br />

de la agonía. En este poema de Panero yo veo ese posicionamiento, o deseo de<br />

posicionamiento, al otro lado de lo común, de lo ordinario, eso que queda por<br />

cultivar, por explorar, por hacer presente, que está más allá de la moral al uso, lo<br />

<strong>maldito</strong>, esa sucia flor de la agonía, que él pone inmensa como un reino, sucia desde<br />

la óptica de su actualidad, flor por posibilidad de hermosura, y tal es la agonía, pues<br />

parece nunca llegar allí donde se superan los extremos, y que de hecho ya sitúa esa<br />

llegada tan lejos, que será en la muerte, donde su cadáver será su último poema.<br />

Viene a ser un hacer hermoso lo horrendo (hermoso el poema, horrenda la muerte, el<br />

cadáver), convertir lo malo en bueno, como alivio, tal vez, es posible, de dejar de<br />

sentir que lo que él es según el baremo moral de la sociedad en que él vive, no sea<br />

horrendo, malo, sino hermoso, bueno. En esta lucha con la moral, lo <strong>maldito</strong>, renueva<br />

tal moral. Y Rimbaud, tal cual, sentado y leproso entre cachorros rotos y ortigas al pie<br />

de un muro roído (se posiciona en lo feo, lo roto, lo que daña, lo derruido, al otro lado<br />

de lo bienjuzgado), solo, sin familia, excluido, no se ve en la moral cristiana, la moral<br />

de su tiempo, y desde allí, desde el otro lado de lo corriente, desde lo <strong>maldito</strong>, nos<br />

escribe, poniendo en duda su tiempo (la duda, siempre y necesario primer escalón),<br />

rompiendo los contornos de la moral en que creció.

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