Excodra XVII-XVIII: El capital de La infancia

por la cabeza de Napoleón en la batalla de Jena (7), lo hace coincidir con el
fin de la Historia, la Historia concluye con la unificación de todos los
despliegues de las formaciones del Espíritu y Hegel creyó ver en la cabeza de
Napoleón el destino de una Europa que se había movido a cámara lenta a la
hora de despegarse del viejo régimen.
Ahora bien, Napoleón (la figura de Napoleón) no se puede pensar sin la
restauración de un orden tras los excesos cometidos por la Revolución
francesa, de hecho Hegel ha seguido de cerca este tipo de excesos y se
pregunta por su corrección. Napoleón desde la cárcel, al final de sus días, dice:
“Nadie me recordará por mis batallas ganadas, sino por mi Código Civil”, en él
fundamentalmente organiza las leyes alrededor de la sacralidad de la
propiedad emitiendo la terna del Estado francés: Libertad, Fraternidad y
Propiedad, éste código es copiado por un gran número de Estados. (8)
También Montesquieu en el Espíritu de las Leyes acaba apelando a una especie
de espiritualidad oriental para corregir los excesos de las teorías contratistas y
restitutivas de Justicia Social.
Los temblores del patíbulo parisino han consternado a la mayoría de los
intelectuales europeos que se dedican a pensar las teorías del Estado desde un
ámbito que no violente la riqueza y la posesión de los poderes capaces de
organizar masas que aniquilen los proyectos separatistas, de un orden
internacional que se firma tras la triple Alianza de las tres confesiones
cristianas: ortodoxa, católica y protestante.
Adam Smith (uno de los interlocutores de Marx en el Capital) inventa la mano
invisible, pasaje apenas imperceptible de “La riqueza de las naciones” para
acoger en el seno del desarrollo del Estado el egoísmo sin apenas tocar los