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Obesidad
Un problema
de salud que
trasciende
lo estético
La OMS describe la obesidad
como “uno de los problemas de
salud pública más
descaradamente visibles, aunque
más desatendidos, de hoy en
día”. El termino “globesidad” se
refiere a una epidemia mundial.
La prevalencia mundial del sobrepeso
en niños y jóvenes con edades entre 5 y
17 años es del 10% y la correspondiente a
la obesidad del 3%. Cifras que se transforman
cuando nos referimos a EEUU, donde
es del 30% o a Europa donde es del
20%. Si nos ceñimos a nuestro medio, según
la encuesta de nutrición realizada por
el Departamento de Sanidad en 2005, a la
población entre 4 y 18 años, el 28,1% tiene
peso excesivo, siendo la prevalencia de
obesidad del 12,2% y la de sobrepeso de
15,9%. La prevalencia de obesidad es mayor
en niños y la de sobrepeso en niñas.
Se observa igualmente que los grupos mas
desfavorecidos presentan niveles mayores
de obesidad. Aunque todos tenemos una
percepción subjetiva de a qué nos referimos
cuando hablamos de obesidad, desde
la perspectiva clínica, usamos el parámetro
de índice de masa corporal (IMC) o
lo que es lo mismo, Kg/Talla2, y decimos
que en las curvas de crecimiento, los percentiles
85 y 95 definen el riesgo de padecer
sobrepeso y obesidad.
El control de la ingesta y del peso corporal,
es un complejo proceso en el que
intervienen señales que aportan informa-
■ El régimen de comidas del niño
implicará en un grado importante al
resto de la familia.
■ El contenido calórico de los alimentos,
no sólo se relaciona con la cantidad,
sino con la cualidad del mismo; una
bolsa de pipas, puede ser el
equivalente en calorías, a un plato
grande con lechuga, tomate, cebolla,
algún espárrago, un huevo y un filete a
la plancha.
BASURTU
ción de varios lugares del organismo y de
muchas áreas del cerebro. A nivel cerebral
de forma resumida el principal regulador
del apetito esta a nivel del nucleo arcuato
(AN) donde existen dos tipos de grupos
neuronales: las neuronas productoras de
neuropeptidoY (NPY) y agute related peptide
(AGRP), que estimulan la ingesta; y
las neuronas productoras de proopiomelanocortina
(POMC) y cocaine-and amphetamine-regulated
transcript (CART), que
inhiben la ingesta. Estas neuronas a su vez
son moduladas por señales periféricas
(leptína, insulina, ghrelina…).
La obesidad se ha triplicado
Somos una población heredera de genes
ahorradores de energía, de ahí que no sea
extraño que cuando el estilo de vida cambia
tengamos tendencia al aumento de peso.
Los datos publicados nos obligan a hacer
una reflexión ¿qué ha ocurrido en poblaciones
genéticamente estables como la de
nuestro medio para que la incidencia de
obesidad se haya triplicado en los últimos
15 años?. Los cambios en el estilo de vida
de los últimos años, nos han instalado en el
sedentarismo y nos han llevado al consumo
de productos tremendamente calóricos, de
rápida y fácil ingestión, dejando en el olvido
la clásica dieta mediterránea.
■ 1 decilitro de aceite tiene casi 1.000
calorías. Si somos generosos en fritos,
rebozados o aliños convertiremos un
plato ligero en hipercalórico.
■ Verduras y legumbres como plato
principal y frutas como postre.
■ Importancia de evitar hamburguesas y
pizzas, privándoles del protagonismo
social que se les ha otorgado.
■ Evitar las chucherías, la mayoría son el
equivalente de una comida completa.
Javier Núñez
Pediatra
No están lejos los tiempos en los que al
niño con sobrepeso, se le definía como “lucido”
o “hermoso”. Hoy, al hilo de la observación
y de la investigación podemos afirmar
que es un importante problema de
salud y por primera vez en la historia de la
humanidad y en relación con la obesidad
infantil, se da la paradoja que las expectativas
de vida de la generación actual puedan
ser inferiores a las de sus progenitores.
La obesidad en la infancia y adolescencia
se ha asociado a un riesgo aumentado
de padecer hipertensión (34% en adolescentes
obesos), dislipemias, diabetes tipo
2 (estudios refieren una prevalencia de intolerancia
a la glucosa en el 20-25% de los
niños y adolescentes obesos y de diabetes
tipo 2 en el 4% de los adolescentes obesos.)
y arteriesclerosis. Este conjunto de
elementos de riesgo es el que define el llamado
Síndrome Metabólico del adulto.
Por otro lado, no olvidemos que la obesidad,
sobre todo en adolescentes, puede
asociarse a ansiedad y depresión, y se ha
relacionado con un cierto grado de rechazo
social, que repercute en la adaptación social
y desarrollo psicológico del niño. Cuando
nos referimos a la obesidad como problema
de salud pública, parece claro que
para que las actuaciones sean capaces de
modificar la tendencia actual, han de venir
las Administraciones, que interactuando
con empresas y medios de comunicación,
determinen un cambio en el mensaje percibido
por nuestros jóvenes. Sin embargo,
cuando abordamos el problema desde la
perspectiva individual basamos nuestra actuación
en tres pilares: Modificación de la
conducta alimentaria, estímulo de la actividad
física y soporte emocional.