L - Biblioteca Luis Ángel Arango

Carta I de Pío 11 , Pontífice máximo, sobre la conveniencia del
concilio de Manlua.
Pío, Obispo, siervo de los siervos de Dios, a todos y cada uno de
los cristianos que han de ver esta carta nuestra, salud y bendición
apostólica.
Dios misericordioso y piadoso nos llamó a la sagrada sede de
San Pedro : y encomendó a nuestros débiles hombros hacer en la
tierra las veces de su amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo.
Nos confió apacentar su rebaño, y nos ordenó pilotear en alta mar
la navec illa fluctuante de su pueblo fiel. Pesada carga es para Nos,
y nuestras fuerzas no alcanzan a sopoqar la mqle de tan inmenso
régimen . Cargado está de tempestades y hostil el mar que nos co·
rresponde navegar. Balancc::asc::, hiéndese la nave que nos rranspor·
ta , los remos chirrían y se debilitan, los vientos son adversos, y so·
mos lanzados a una horrible tempestad.
Porque desde que Constantino devolvió la paz a la Iglesia, nunca
la grey del Señor estuvo en el aprieto en que hoy la vernos, nunca
los años pasados vieron tan oprimidos los límites de la fe católica.
Pues otrora se extendió por toda la tierra la voz de los apóstoles,
que llegó hasta los confines del universo. Sometieron todos los re·
yes de la tierra, todas las tribus, todos los pueblos su cerviz a Cris·
to Señor, e imbuidos en los Sacramentos de la fe de la salvación
aclamaro n la gloria de Dios en las alturas por medio de su Unigéni·
to Hijo, y en la tierra la paz a los hombres de buena voluntad ...
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