REVISTA N12 AGOSTO

Finalmente, sin duda que el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas
(START) firmado entre Estados Unidos y Rusia ha implicado un sensible
avance en ese segmento de activos estratégicos de poder mayúsculo. Pero
hay cuestiones a considerar: por un lado, la tecnología compensa calidad
por cantidad; por otro, la actual administración norteamericana se muestra
reluctante ante el tratado.
De todos modos, así se avanzara hacia un nuevo START o se revitalizara el
tratado ruso-estadounidense SORT (Strategic Offensive Reductions Treaty)
de 2002, y (supongamos) los poderes preeminentes se quedaran cada uno
con una “reserva” de 800 cabezas nucleares o incluso menos, el poder remanente
sería enorme y suficiente para destruir la humanidad. Resulta aquí
pertinente la pregunta de Kissinger: “¿Qué puede significar la palabra superioridad
en el mundo nuclear? ¿Cuál sería la diferencia entre morir por mil o
por mil quinientas explosiones atómicas?”
En breve, la crisis planteada por Corea del Norte es alarmante porque una
vez más acerca a la humanidad a la pesadilla de la guerra con armas convencionales
de escala y posiblemente con armas nucleares.
Pero la crisis no es un hecho aislado sino parte de una realidad mundial precaria
e inquietante en ese segmento mayor de la seguridad entre Estados.
Una realidad que no se modificará, al menos durante largas décadas, porque
las relaciones interestatales son, ante todo, relaciones basadas en el
poder, el interés, la desconfianza, la rivalidad, la autoafirmación, la autoayuda,
la ambición, el honor, el temor, la supervivencia…
Alberto Hutschenreuter
Doctor en Relaciones Internacionales. Posgrado en
Control y Gestión de Políticas Públicas. Fue profesor
en la UBA. Es profesor titular de Geopolítica en la Escuela
Superior de Guerra Aérea.