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LITERATURA & MEDICINA
Nro. 22 Marzo 2014 . Año 8
37
Por Lic. Isabel Del Valle
APRENDIENDO A VIVIR EN
UN NUEVO CUERPO VIEJO
Hombre lento, de J.M.Coetzee
Reflexiones sobre la identidad, la vejez,
la vulnerabilidad y el deseo.
Lic. Isabel del Valle 1
“El impacto le alcanza por la derecha,
brusco y sorprendente y doloroso, como una
descarga eléctrica, y le hace salir disparado
de la bicicleta. "¡Tranquilo!", se dice a sí mismo
mientras vuela por los aires; nota que los
miembros se le relajan obedientemente. “Como
un gato” se dice así mismo, “rueda y ponte de
pié”. Sin embargo, no son así las cosas. Ya sea
porque las piernas no le obedecen o porque está
momentáneamente aturdido (aún retumba el
impacto de su cráneo contra el asfalto, como
un golpe propinado con un mazo), no sólo no se
pone de pié de un salto, sino que, al contrario,
sigue resbalándose metro tras metro, más
y más, hasta que el deslizamiento lo acaba
arrullando.
Queda tendido en el suelo, en paz. Es una
mañana espléndida. La caricia del sol es
agradable. Cierra los ojos. El mundo se inclina
bajo él y da vueltas. Pierde el conocimiento. En
una sola ocasión lo recobra brevemente. El
cuerpo que había volado con tanta ligereza por
los aires ahora se ha vuelto pesado, tanto que,
por mucho que lo intente, no puede mover ni
un dedo.(…)
Lo están meciendo de un lado a otro, lo están
transportando. Le llegan voces lejanas. Se
despierta en un capullo de aire muerto. Intenta
incorporarse y no puede. Es como si estuviera
encajado en cemento y a su alrededor una
blancura sin nada que la mitigue….”
La inesperada embestida del coche, el
impacto, las vueltas por el aire, la caída
al asfalto. Tumulto, vértigo, confusión,
arrebato. Quietud, pesadez, inmovilidad…
Ese accidente de tránsito, sufrido mientras
circulaba en su bicicleta por las calles
de Adelaida, enfrentó a Paul Rayment a
la furia con la que a veces se expresa el
vértigo existencial, capaz de convertir,
1
Licenciada en Letras
de la noche a la mañana, a un hombre
autosuficiente y autónomo, en un sujeto
discapacitado y dependiente.
“Por supuesto lo mío no es ningún caso especial.
La gente pierde brazos y piernas todos los días
(...). Si hasta ahora he sido un hombre y he
tenido una vida de hombre, a partir de ahora
tal vez, seré un perro y tendré una vida de perro
(…). Mi espíritu está listo para derrumbarse.”
Nunca Paul hubiera imaginado seme-jante
accidente. Y mucho menos esa amputación
que consintió de palabra cuando ni siquiera
tenía comprensión de lo que le había
ocurrido.
La bicicleta rota, sus pertenencias -que
tanto reclamaba pero que a nadie parecían
importarle-, el desfile de caras nuevas,
escondidas tras barbijos, la cirugía de la
que fue avisado pero nunca informado, la
confusión del despertar, la pierna que ya
no estaba y esa prótesis de la que le hablaban
pero de la que él nunca quiso saber nada.
Sin poder ponerlo en palabras, Paul sintió
que el tiempo de los médicos y el de las
prácticas clínicas iban mucho más rápido
que lo que su entendimiento y comprensión
podían procesar.
No sabía que esa sensación sería la primera
escala de ese proceso lo que convertiría en
un “hombre lento”.
Así como el impacto del coche había
arrastrado su cuerpo por el asfalto, ahora él
estaba siendo arrastrado por el vértigo de
una experiencia que no lograba asimilar.
-“¿Cómo esta su pierna?, le preguntó el
médico.
-Mi pierna...? Bien.
Una pregunta estúpida y una respuesta
estúpida.
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