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Cómo si las amenazas se sirvieran de la noche para atacarte o que prefieran comerte<br />
después de la cena y la ducha para comerte bien lleno y sin tanta mugre encima. Lo mejor<br />
era poner una silla frente a la puerta del ropero. No impedía la entrada de monstruos pero<br />
al menos si intentaba salir del ropero se enteraría y podría correr hasta la habitación de los<br />
padres.<br />
Según le contó un amigo que era todo un estratega y había ideado un sistema muy bueno<br />
de detección, lo mejor era poner juguetes encima de la silla, muchos, así cuando caen hacen<br />
ruido, y tirar mucha ropa en el piso, lo mejor era poner camperas de las gordas, todas las<br />
zapatillas bien desparramadas para cubrir todo el rango de la pieza y algún que otro pantalón<br />
con las piernas abiertas para que cubra más, eso es bueno, así se le enreda en los pies y se cae<br />
para dar tiempo a huir. Los padres piensan que los chicos lo hacen porque son unos sucios,<br />
desordenados o simplemente vagos. Nunca van a saber que es parte de la supervivencia en la<br />
niñez y se empecinan en acomodar las zapatillas por par asomando las puntas apenas debajo<br />
de la cama y guardar la ropa en cada cajón, lo que hace que la noche siguiente el que tiene<br />
que tomarse el trabajo de desparramarlo es uno. Si no hacen eso los monstruos abren la<br />
puerta del ropero como si nada y te matan sin darte tiempo a decir ni mu. Él no sabía porque<br />
a alguien a punto de morir atravesado por una garra se le ocurriría decir mu en vez de auxilio,<br />
ayudenmé o simplemente pegar un grito. Tampoco quería averiguarlo.<br />
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