Revista_Diciembre_27

ORGULLO PULSART
Tiburcio
Soteno
Fernández
Manos que da
vida al barro
Por: Jesús Sedano
Promotor Cultural
La alfarería, una de las ramas
artesanales más importantes en el arte
popular mexicano, ha tenido uso doméstico,
utilitario, se usa para rituales
y ornamentos.
La familia Soteno del pueblo de Metepec,
en el estado de México es portadora
de la herencia en escultura de
barro, mejor conocido como “Árbol
de la vida”; bisabuela, abuela y madre
artesanas de la familia se han dedicado
a elaborar estas piezas siendo una
familia ampliamente reconocida en la
alfarería.
Expresión artística, nacida en 1935 por
doña Modesta Fernández Mata quien
elaboró el primer árbol de la vida “un
tronco sencillo con sus manzanas, hojas,
Adán, Eva y la serpiente enroscada
en el tronco”.
Tiburcio Soteno, durante el Diplomado
en Arte Popular nos dice: “desde
pequeños empezamos jugando en los
talleres”; desde niño comenzaron sus
manos a moldear el barro, junto a sus
abuelos y padres. Entre sus recuerdos
de la infancia: “hacía trozos de barro
y los aplastaba hasta dejarlos planos”,
“con mis dedos les hacía hoyos y esos
eran mis carritos”. Durante su juventud
se especializó en los Árboles de
la vida, para ello tuvo que aprender de
escultura y pintura para llegar a ver su
propia forma de moldear y hacer sus
piezas.
El Árbol de la vida representa la historia,
la escena bíblica de Adán, Eva,
la serpiente y Dios situado en la parte
de arriba en el Jardín del Edén, con el
árbol de fondo; acompañados con detalles
decorativos.
En México existen dos lugares donde
se elaboran, pero los del pueblo de
Metepec son los más reconocidos por
estar mejor elaborados. Metepec lugar
que pervive su herencia rural, artesanía
con sus talleres y utilizan el barro de la
localidad. En los talleres se elaboran
las obras de arte y se ponen al sol, hay
que estar rotando las piezas para que
se sequen por completo y así evitar
que se quiebre el barro. El barro se trae
de la montaña, es procesado, se pone
a secar al sol, se muele, lo harnean,
es batido, se revuelve con plumillas
(que es la flor de Tule), de ahí debe estar
en lugar seco y ventilado. Después
de unos días se rompen pedazos de la
mezcla hasta volverlo polvo, es amasado
para así poder empezar hacer el
árbol de la vida. Para preparar el barro
fresco se utiliza agua y plumilla (flor
de tule) para blanquear y suavizar, esto
dependerá de la calidad final de las
piezas. Se elabora una base, un tronco
en forma de tubo, se forman los hilos y
empiezan a adornar.
Originalmente inspirados en las figuras
de Adán y Eva, Dios Padre; actualmente
pueden representar algún relato
de otro pasaje bíblico, un evento histórico,
la vida y la muerte, árbol de la
primavera, árbol del nacimiento, árbol
de la virgen, las tradiciones y oficios,
personajes históricos de nuestro México.
El árbol de la vida va acompañado
de follaje, flores, hojas. Para elaborar
un tema especial deben primero do-
cumentarse. Incluso han elaborado
temas de personas, para ello solicitan
la vida personal por escrito donde
escriban sus momentos más felices.
El proceso de elaboración es largo y
debe hacerse por partes; para decorarlos
usan pinceles y pinturas especiales
que el mismo artesano elabora
con pigmentos de la tierra y colorantes
de la naturaleza.
Una de las características del maestro
Tiburcio es, no trabajar en color sobre
el barro, nos platica que así lo trabajó
al principio y vivió en el color. Elaboró
árboles con color y sigue haciéndolos.
Da un respiro y procede con la charla,
“una ocasión me invitaron a un concurso
con una pieza recién acabada de
hacer, no me dio tiempo de hornear, ni
nada”. Tuvo tal impacto su trabajo; ver
un árbol de la vida fresco. Esta nueva
técnica la empieza a hacer dentro de
su taller en Metepec, actualmente ya
son varios artesanos que elaboran sus
piezas con la técnica de Soteno, incluso
hasta macetas se venden de este
color, barro obscuro o barro fresco.
Para lograr la tonalidad utiliza los tres
elementos del mismo barro, barro arenoso
(café claro), el barro rojo y el negro.
No fue nada fácil llegar a obtener
el tono de color, ahora lo identifican
como el precursor del color de barro y
casi todas sus piezas así se las piden.
Sus obras “Árboles retablos”, como
así los llama el maestro Tiburcio, trata
de rellenar con el mismo barro todos
los espacios de sus piezas, evita el
uso de alambre, el cual se oxida con
los años. Sus piezas las hacen todas
a mano y pega con el mismo barro;
pueden medir cinco centímetros hasta
doce metros de altura. Otra de sus características
es muy detallista.
Como artesano quiero dejar legado,
por ello, a mis nietos les quiero enseñar
y sean portadores de la tradición
familiar de Metepec.
El maestro concluye diciendo: “el
barro nacido de la tierra alcanza su
máxima expresión, conjugar el pasado
con el presente es realmente
mágico de dar forma, labrar la vida,
mis manos al tocar el barro a veces
no saben que van a moldear; el barro
es muy noble, porque lo moldeas
a tu gusto. Soy de Metepec lugar de
origen del árbol de la vida, escultura
colorida y rebuscada inspirada de la
creación de candelabros.
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