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Ethnicities Magazine_Mayo-julio 2018_Volumen_25_Español

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ETHNICITIES<br />

AFRODESCENDIENTES<br />

dar de acuerdo con la situación e irónicamente<br />

se ofenderán por la “gramática<br />

defectuosa y mala pronunciación” de los<br />

vecinos menos privilegiados.<br />

Las ventajas económicas de hablar inglés<br />

se ha constituido en otra de las razones<br />

por las cuales tanto los educados<br />

como los que tienen poca educación,<br />

han sentido la necesidad de conservar el<br />

dialecto bajo como un medio de sustento<br />

económico, aún cuando este dialecto<br />

bajo los mantenga culturalmente en el<br />

nivel social más bajo.<br />

En realidad, es de poca importancia si<br />

el dialecto-hablante pertenece a la capa<br />

más alta o la menos privilegiada, su uso<br />

del dialecto de inmediato lo destaca del<br />

grupo “hispánico” y por lo tanto, la variante<br />

del dialecto en relación al estándar<br />

lo acercará o lo alejará del nivel más<br />

alto y por ende a la aceptación social,<br />

asimismo, en función de su rechazo o<br />

su sometimiento al “etos” cultural definido<br />

por el uso de cualquiera de las dos<br />

formas lingüísticas. En otras palabras,<br />

los hablantes están tremendamente<br />

conscientes de las diferencias lingüísticas<br />

y la atención que le prestan a estas<br />

diferencias los coloca en una posición<br />

de proyectarse dentro de roles alternos<br />

e identificar las formas lingüísticas que<br />

deben usar dentro de cada contexto.<br />

La tercera de estas interrogantes es<br />

--¿cuáles son las diferencias y cuáles<br />

sus implicaciones sociales e históricas?<br />

Son varias las diferencias.. Una de estas<br />

es la conducta fonológica del dialecto.<br />

La otra está relacionada con las preferencias<br />

gramaticales de los hablantes<br />

en cuanto a la estructura de la oración.<br />

Más aún, existe el aspecto cinético externo<br />

relacionado con el léxico, que es<br />

fundamental en la conducta del dialecto.<br />

Existen también otros detalles minúsculos<br />

de las costumbres y los credos, que<br />

influyen sustancialmente para establecer<br />

diferencias palpables en el dialecto.<br />

El atributo de incomprensible que se le achaca al dialecto<br />

genera de las diferencias en la pronunciación y en<br />

la entonación. La edad es un aspecto significativo en<br />

esta característica del dialecto. Lo que es aceptable<br />

en los niños es imperdonable en los adultos, especialmente<br />

cuando se habla el dialecto fuera del contexto<br />

antillano. Desde muy temprano en la vida, el hablante<br />

se hace consciente de las diferencias en la pronunciación<br />

de su clase de inglés en relación con la de otros<br />

hablantes de inglés de diferentes extracciones. Asume<br />

una posición disciplinaria consigo mismo y su entorno,<br />

imponiéndose reglas de conducta, específicamente<br />

de conducta lingüística, al controlar su uso del dialecto<br />

ante “hispanos” o “ americanos”. A medida que madura,<br />

el niño comprende, bajo la presión de sus compañeros<br />

y de los adultos de la comunidad, cuándo puede o<br />

no utilizar ciertas expresiones dialectales, y a veces, el<br />

dialecto mismo como medio de comunicación.<br />

La aceptación social complica las diferencias fonológicas.<br />

Un niño que crece dentro de una familia que sube<br />

en condición social irá a colegios privados, y al hacerlo,<br />

adquirirá una forma de inglés que es más aceptable<br />

[estándar] que la forma que usa al hablar uno de sus<br />

padres. Un niño, por ejemplo, cuya madre es educadora,<br />

tratará de hablar un “mejor inglés” y sus patrones<br />

fonológicos mostrarán diferencias cuando habla con<br />

su abuela antillana, con su madre y aún más, en la escuela.<br />

Al hacer esto, la forma en que el niño pronuncia<br />

en ciertos entornos, será diferente según el grupo en<br />

que se encuentre, aún cuando dé muestras de leves influencias<br />

del entorno.<br />

Mientras más alto se encuentre el hablante en la escalera<br />

social, la tendencia se reflejará en el uso del estándar<br />

de inglés adquirido, mucho más estilizada es su interpretación<br />

del dialecto, y al rechazar más y más el uso<br />

de este “inglés malo”, será menos antillano lingüísticamente.<br />

Se relaciona con esta conducta, el prejuicio de<br />

algunos de estos hablantes al afirmar con orgullo: “Nosotros<br />

no hablamos inglés en casa”, o más aún, “¿Por<br />

qué me habla en inglés?” Esta actitud es palpable entre<br />

los hablantes de nivel profesional, y entre estudiantes,<br />

en los niveles graduandos.<br />

La edad y el condición social en conjunto establecerán<br />

una clara diferencia entre las diferencias léxicas y<br />

las preferencias estructurales de los hablantes. En las<br />

etapas tempranas de la niñez, un hablante antillano hablará<br />

solamente el dialecto, tal como lo recibe de sus<br />

padres. Para cuando llega a la escuela primaria, su dialecto<br />

habrá recibido mayor influencia del<br />

castellano, y las primeras muestras de la<br />

interferencia aparecerán en su emisión<br />

del inglés. Su asociación con niños de<br />

extracción “hispana” lo obligarán a adquirir<br />

más palabras del castellano, para<br />

comunicarse, y las llevará consigo a los<br />

otros niños de la comunidad. Aún así,<br />

sus patrones culturales y su “castellano<br />

o inglés malo” lo distinguirán como antillano,<br />

por lo que el problema de aceptación<br />

no servirá más que para cimentar<br />

un bi-dialectalismo continuo. Durante<br />

la educación secundaria, el dialecto-hablante<br />

optará por una de dos tendencias:<br />

(1) Abandonar el dialecto, y por lo tanto, el<br />

grupo étnico en el ambiente escolar, y en<br />

ciertos colegios, se constituirá en miembro<br />

activo de causas nacionalistas, un<br />

hecho que lo obliga a abandonar totalmente<br />

el dialecto como medio de comunicación<br />

para demostrar su interés; (2)<br />

Se mantiene leal a su tradición antillana,<br />

se mezcla únicamente con su grupo<br />

antillano y habla castellano solamente<br />

cuando es necesario. En ambos casos,<br />

es en esta etapa en que se adoptan la<br />

mayor parte las palabras del castellano y<br />

se adquieren estructuras del castellano.<br />

Las primeras etapas de la educación universitaria<br />

también contribuyen a la hispanización<br />

del dialecto. Estos años de la<br />

adultez exigen relacionarse con un gran<br />

número de hispanohablantes matriculados<br />

en la universidad, pero el matrimonio<br />

y la nuclearización de los lazos familiares,<br />

junto a las relaciones entre familias<br />

en la comunidad, reafirman la tradición<br />

dialectal y establecen definitivamente el<br />

uso del dialecto en el hablante.<br />

Esta situación inmediatamente sugiere<br />

presiones sociales. Y de hecho, existen.<br />

Se presentan dos alternativas: o eres<br />

antillano o eres hispano. Y, aún cuando<br />

existe la exogamia y el intercambio<br />

cultural (la cultura mayoritaria imponiéndose<br />

en la minoría) los panameños<br />

serán identificados por una de las dos<br />

categorías. El antillano está muy consciente<br />

de este hecho, al igual que el latino<br />

[o hispano]. El resultado se ha hecho más patente<br />

al final de los años sesenta hasta hoy, con la eminente<br />

influencia del reconocimiento de la negritud en los Estados<br />

Unidos y otras áreas relacionadas a este país. El<br />

antillano abiertamente adoptó los postulados, los estilos,<br />

la actitud y finalmente, la suficiencia para superar el<br />

sentimiento de inferioridad, por lo menos en apariencia.<br />

Las asociaciones, los jóvenes agrupados en ellas, la influencia<br />

ejercida por estos elementos de la comunidad<br />

han establecido patrones de conducta claramente definidos.<br />

El antillano se ha hecho consciente del latino y<br />

más orgulloso de su ascendencia de manera determinante.<br />

Esta consciencia lo ha obligado a comprender<br />

que el hecho de ser parte de una minoría no lo convierte<br />

en un extraño, que ser parte de las instituciones<br />

nacionales no lo transforman en hispánico ni siquiera<br />

en actitud, y que con ello, su cultura y su tradición permanecen<br />

intactas, incluyendo el dialecto. El antillano<br />

es muy perspicaz en cuanto a lo que él denomina “mi<br />

clase de inglés” y lo conserva. Ser antillano lo distingue<br />

de los demás y él quiere ser diferente.<br />

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