Revista_Septiembre_35

ENTREVISTA PULSART
Daniela
Negrete
Entre la inocencia y la violencia
Daniela Negrete es una joven artista que ha tomado un camino propio en
el arte, siendo fiel a su estilo y dándole una perspectiva única con irreverencia,
sarcasmo y melancolía a un tema muy serio como el abuso infantil. Después
de conocer su arte podemos describirla como un antihéroe que al final del día
nos da una lección de vida que debemos tomar muy en cuenta. Te invitamos a
conocerla a través de la entrevista que nos concedió y descubrir en sus palabras
una nueva definición del sentido estético del arte.
Háblanos de ti, eres una artista joven
con una gran técnica figurativa y
muy completa.
El arte define quien soy, para mí no
es una profesión o un trabajo, es
la vida misma, es algo que me ha
acompañado siempre, es el medio que
encontré para comunicar, conocer,
interactuar y sentirme bien. La plástica
es mi lenguaje ideal y la herramienta
con la que me enfrento al mundo. A
pesar de mi predilección por la figura,
no me interesa copiar la realidad, mis
mejores modelos son la conciencia,
la imaginación y la memoria porque
proporcionan una combinación infinita
de ideas y permiten una representación
muy personal.
Un recuerdo, un sueño, un miedo, son
conocimientos previamente adquiridos
que bajo ciertas circunstancias y
tiempo, se alinean ocupando un lugar
jerárquico en la inconsciencia, esto
nos develará nuestros verdaderos
deseos e inquietudes.
¿Cómo ha sido tu trayectoria
dentro de la plástica en cuanto
a exposiciones y proyectos
personales?
Mi primera exposición fue durante
el segundo año como estudiante de
la carrera de Artes, me invitaron a
participar en un festival cultural con
motivo de día de muertos, en ese
momento mi producción constaba
de unas doce piezas a lo mucho,
pero decidí exponer. A partir de ese
momento mi obra se trasladó de un
lugar a otro durante un año, fue una
secuencia de exposiciones que no
esperaba. En cada muestra agregaba
uno o dos cuadros nuevos, de
manera que la exposición que salió
de casa originalmente (aún no tenía
taller), regresó con unas treinta obras;
definitivamente treinta era un mejor
número, lo que me dio la posibilidad
de estar simultaneamente en varias
exhibiciones, concursos, ventas.
Siempre estaba buscando en qué
otras áreas podría incursionar el arte,
pensaba que vivir de mi obra me
llevaría mucho tiempo, así que trabajé
haciendo ilustración, restauración,
dioramas para museos, dando clases,
pinturas por encargo, haciendo
escenografías y utilería para obras de
teatro, entre otras actividades afines,
que era mi única regla: que estuvieran
siempre relacionadas con mi carrera.
En cada lugar donde trabajé, conocí a
personas que ampliaron mi panorama,
con quienes hice buenas alianzas y
me ayudaron a que por primera vez
mi obra se expusiera en una galería
en otro país. Ese intercambio cultural
directo, cara a cara, hizo que toda la
teoría y conocimientos acumulados
durante años cobraran sentido en
la experimentación plástica: los
materiales, las adhesiones, los
relieves, las telas, se apropiaron de
mi obra, volviéndome adicta a la
primera impresión; me gustaba que
las reacciones ante mi obra fueran
inmediatas.
Poco después comencé a trabajar
en el taller de otros artistas, así que
aprendí cosas que no aprendes en
la academia y que se reflejaron en
mi obra, dándole mayor fuerza y
formalidad. Allí hubo otro parteaguas
importante para nuevos proyectos y
recintos importantes para exposición
en nuestro país y en el extranjero.
¿Cómo te definirías como artista?
Soy escultora por decisión y pintora
por vocación, busco medios que me
permitan fusionar en un mismo cuerpo
de obra estas dos pasiones. Me
interesa esa pintura que no se contiene
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Fotografías: Aldo Hinojosa
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