Periódico Nautilus

Opinión
No lo ha dicho públicamente,
pero entiendo que José Mourinho
quiera irse del Real Madrid.
Aunque el portugués se lo
toma a broma y hace gala de
su ironía y buen humor cuando
le preguntan acerca de este
tema, es normal que quiera
abandonar el Real Madrid después
de escuchar, día sí y día
también, críticas, ataques, insultos…
Y es que la estancia de José
Mourinho en Madrid no ha sido
fácil. Desde que llegó a la capital,
ha tenido que lidiar con
las contradicciones de la
prensa, especialmente la madrileña
–sí, aquella que, supuestamente,
es madridistapor
fichar a este o aquel jugador,
celebrar los goles de una
manera u otra, no tener en
cuenta a la cantera, y un larguísimo
etcétera, así como
con la ironía de otros entrenadores,
como es el caso del filósofo
Josep Guardiola, quien,
cual cobarde, no decía claramente
lo que pensaba para,
así, seguir gozando del beneplácito
de las máximas autoridades
futbolísticas, esto es,
UEFA, RFEF y sus respectivos
mandatarios: Michel Platini,
Ángel María Villar y otros tantos
individuos más.
¡Y qué decir de los propios jugadores!
Mientras que el de
Setúbal saca las uñas y los
dientes para defender los valores
del Real Madrid –quizá no
sea el mayor madridista de la
historia, pero ahora sus intereses
están ligados a los del club
de la Castellana y, por lo tanto,
Perdón a José Mourinho
es un ferviente defensor de los
mismos-, los jugadores, especialmente
los españoles –salvo
excepciones, como la de Álvaro
Arbeloa-, prefieren callarse
y permiten que el
entrenador cargue con todas
las culpas y responsabilidades,
de manera que no van contra
sus amigos los culés. Sin embargo,
con esta actitud, más
que respeto por el rival o
buena educación, lo que
muestran es una cobardía que
está rompiendo con los valores
del Real Madrid, con aquellos
de los que, desgraciadamente,
presumen. Además, si a esto
le sumamos la rebeldía de algunos
jugadores por no disputar
algún partido –sí, me estoy
refiriendo a Sergio Ramos-,
apaga la luz y vámonos. Pero
no pasa nada; luego con decir
que entre ellos las cosas están
bien, todo queda solucionado.
En cuanto a la afición madridista,
esta tampoco se queda
corta. Tal y como dijo Iker Casillas,
parece ser que sufre de
amnesia, puesto que, hace
unos meses, cuando el Real
Madrid ganó la Liga de los récords
y la Supercopa de España
al todopoderoso
Barcelona, vitoreaba a Mou,
mientras que ahora, por llevar
una mala racha –lo cual no es
culpa solo del entrenador-, un
gran sector pita su nombre.
Pero yo voy más allá.
En el partido de vuelta de los
dieciseisavos de final de la
Copa del Rey, el Real Madrid
no le marcó el primer gol al Alcoyano
hasta el minuto 30 del
segundo tiempo. Durante este
período, cada vez que los ultra
sur coreaban el nombre de
José Mourinho, agradecido por
el portugués, un sector importante
y numeroso de la grada
del Santiago Bernabéu respondía
con pitidos. Con todo, tal y
como comentó Ramón Fuentes,
presentador de Deportes
de Telecinco, cuando el equipo
local marcó el tercer y último
gol, los ánimos se apaciguaron
y, casi todo el Bernabéu,
apoyó a José Mourinho. Y
como este, podría dar muchos
más ejemplos. Vamos a ver: si
una persona no es de tu
agrado, ora por su actitud, ora
por sus métodos de trabajo,
dicha persona te caerá mal
siempre, gane o pierde, esté
aquí o allá, a no ser que cambie
su comportamiento y/o tú
seas un falso que lo considera
el mejor entrenador mientras
todo va bien y, cuando la cosa
empieza a flojear, es el peor.
Siguiendo esta línea, he de remontarme
a la era –solo duró
un año, y que de gracias- Pellegrini.
A pesar de la llegada
de Florentino Pérez y el comienzo
de la segunda era galáctica,
el Real Madrid no ganó
nada, y nadie, ni la prensa ni la
mayoría de la afición, dijo nada
en contra del técnico chileno.
Ni siquiera cuando dijo que
Raúl González, tan querido por
el madridismo, era titularísimo
y, partido sí y partido también,
lo dejaba en el banquillo. Es
esto a lo que me refiero
cuando digo que prensa, afición
y equipo son unos falsos.