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Entre varias boa noichi<br />
y el acento extraño de<br />
los brasileños del norte,<br />
distinguí el coro de<br />
naguará, marico,<br />
güevón, verga, chamo.<br />
Ciudadanos venezolanos en el aeropuerto de Quito se suman al programa<br />
Vuelta a la patria, impulsado por su gobierno, 2019.<br />
uno de los mejores países para invertir, y yo traía unas buenas<br />
luquitas. No lo pensé, po, al tiro me casé.<br />
Al tiro también recuperó su recién visitado acento<br />
chile no.<br />
—¿Y cómo fue su encuentro con Santiago? –pregunté, para<br />
seguir la conversa y gastar el tiempo hasta que amaneciera.<br />
Habló maravillas. Sus ojeras parecían desaparecer tras la<br />
emoción que dejaba ver al describir su reencuentro, después<br />
de tantos años, con los viñedos y las calles de Santiago, bares,<br />
primos, frío. Me enternecía.<br />
—Ahí sí que se vive bien. Por eso saqué hasta el último de<br />
mis hijos. Mira: en Venezuela ya no hay futuro, no sé qué vas a<br />
hacer tú para allá, lo que pueden es matarte para robarte el<br />
teléfono que te habrás comprado en Brasil.<br />
—Lo compré en Venezuela –d ije.<br />
—Bueno, lo cierto es que allá adentro la vida no vale nada.<br />
En cualquier momento algún malandro puede matarte.<br />
—Lo sé. Menos mal que ya tiene a sus hijos fuera, imagino<br />
que podrá dormir mejor de ahora en adelante.<br />
Suspiró y se le aguaron los ojos.<br />
—Además ellos son chilenos, ¿cachái? Chilenitos puros.<br />
Les irá bien, podrán comprarse sus cositas. Más ahora que<br />
seguro gana Piñera. Ese país va de mejor en mejor –dijo emoc<br />
i o n ad o.<br />
Nunca nada había sido tan efectivo para despertarme<br />
como aquella frase.<br />
—¿Piñera? ¿No es él lo más parecido a Pinochet? –es pe té ,<br />
DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />
con el mayor respeto que pude.<br />
—¡Él es Pinochet! –dijo con la misma emoción de hace<br />
algunos minutos.<br />
—¿Está contento con la posibilidad de que gane alguien<br />
parecido a Pinochet, sabiendo que, bueno, promueve un discurso<br />
violento y nazista incluso contra los venezolanos<br />
mig rantes?<br />
—Tú debes ser universitaria, así es mi hijo, con ese cuento<br />
del rechazo a Pinochet. Él hizo bien, a todas esas lacras había<br />
que matarlos, sino…Chile no fuese lo que es hoy. Y su rechazo<br />
a los venezolanos no va a afectar a mis hijos porque son chilenos.<br />
Además, si mata malandros venezolanos, está en su<br />
derecho, a esa gente hay que matarla, su vida no vale nada.<br />
Ojalá Venezuela tuviese un Pinochet que pusiera en fila a<br />
todos los chavistas y los fusilara.<br />
—No estoy de acuerdo. Me parece un discurso peligroso<br />
–alcancé a decir.<br />
—¿Ah, es que tú eres madurista? –preguntó, y supe que la<br />
conversación no debía continuar.<br />
—No –contesté.<br />
Otro silencio, esta vez con ceños fruncidos.<br />
5:45 a.m. –8:00 a.m.<br />
La vía Boa Vista–Pacaraima pasó ante mis ojos con un<br />
empeño invasivo. Los párpados se cerraban solos mientras<br />
escuchaba a un peruano radicado en Venezuela repetir incansable:<br />
en Perú no es así.<br />
www. p a g i n a s i e te. b o<br />
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