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Rasca Cielos 20190127

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CRONIQUITA / ABUELAS<br />

Ninón Irene Llano Guibarra<br />

Exaltación<br />

Qué lindo era romper la rutina tres<br />

días al año para ser otras.<br />

TODOS NECESITAMOS una suerte de<br />

escape. Por fortuna, mi abuela siempre<br />

estuvo a la altura de crear uno para las<br />

d o s.<br />

La recuerdo desde siempre, en pie a<br />

las cinco de la mañana para bañarse,<br />

desayunar, barrer, cocinar y luego trabajar<br />

en la tienda de abarrotes que había<br />

en casa. Esa imagen, todos los días, de lunes a sábado sin falta,<br />

desde mi niñez hasta una semana antes de que ella enferma<br />

r a .<br />

Los domingos, en cambio, era distinto. Desayunábamos<br />

juntas más tarde de lo habitual y luego íbamos a visitar a los<br />

abuelos al cementerio. Rezos y lágrimas que luego se refrescaban<br />

con un helado de canela. Después al parque, ella a tejer y yo<br />

a jugar. Ella en su labor de acompañarme y yo en mi labor de ser<br />

niña. Cumplíamos muy bien. Todo lo que pudo haber sucedido<br />

en la semana, bueno o malo, fatal o hermoso, rutinario o<br />

mágico, cobraba otro sentido los domingos cuando nos alejábamos<br />

de todo y todos para estar las dos. Para curarnos<br />

j u n t a s.<br />

Una vez al año –existen fotografías instantáneas que lo<br />

pr ueban–me llevaba de viaje a Copacabana. Todos los años<br />

desde mis siete, este viaje como una especie de referente que<br />

marcaba el fin de un ciclo y el inicio de otro. Ahora que lo<br />

pienso, la costumbre de viajar con el equipaje justo, quizá, la<br />

adquirí de ella. Quizá también aquello de esperar, planear,<br />

buscar y apreciar los destinos.<br />

Cada viaje y durante tres días, ya no desayunábamos leche<br />

con pan, mantequilla y mermelada, sino api con buñuelos en el<br />

mercado; ya no mirábamos el noticiero de las ocho, en cambio,<br />

nos preparábamos para ir a la misa de las siete; ya no conversábamos,<br />

ella con sus caseros y yo con mis amigos, sino que<br />

subíamos al calvario a mirar un paisaje que todavía hoy me<br />

rebasa la mirada. En fin, éramos nosotras pero otras, al menos<br />

por tres días al año.<br />

Su devoción cuando miraba la imagen de la Virgen en la<br />

DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />

iglesia, sus ligeros temores cuando íbamos en lancha hasta la<br />

roca que asemejaba la “boca de un sapo”, su curiosidad cuando<br />

los yatiris le leían la suerte en las hojas de coca y su fe cuando<br />

nos envolvían en el humo del incienso, fueron las formas de<br />

creer que le permitían resistir lo cotidiano. Hoy para mí –amén<br />

de resistir–son formas de buscarla y encontrarla.<br />

Ninón Irene Llano Guibarra: Viajera a<br />

tiempo completo, escritora a tiempo<br />

parcial. Cursa un doctorado en Ciencias<br />

Sociales cerca de Comala.<br />

www. p a g i n a s i e te. b o 25

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