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CRONIQUITA / ABUELAS<br />
Ninón Irene Llano Guibarra<br />
Exaltación<br />
Qué lindo era romper la rutina tres<br />
días al año para ser otras.<br />
TODOS NECESITAMOS una suerte de<br />
escape. Por fortuna, mi abuela siempre<br />
estuvo a la altura de crear uno para las<br />
d o s.<br />
La recuerdo desde siempre, en pie a<br />
las cinco de la mañana para bañarse,<br />
desayunar, barrer, cocinar y luego trabajar<br />
en la tienda de abarrotes que había<br />
en casa. Esa imagen, todos los días, de lunes a sábado sin falta,<br />
desde mi niñez hasta una semana antes de que ella enferma<br />
r a .<br />
Los domingos, en cambio, era distinto. Desayunábamos<br />
juntas más tarde de lo habitual y luego íbamos a visitar a los<br />
abuelos al cementerio. Rezos y lágrimas que luego se refrescaban<br />
con un helado de canela. Después al parque, ella a tejer y yo<br />
a jugar. Ella en su labor de acompañarme y yo en mi labor de ser<br />
niña. Cumplíamos muy bien. Todo lo que pudo haber sucedido<br />
en la semana, bueno o malo, fatal o hermoso, rutinario o<br />
mágico, cobraba otro sentido los domingos cuando nos alejábamos<br />
de todo y todos para estar las dos. Para curarnos<br />
j u n t a s.<br />
Una vez al año –existen fotografías instantáneas que lo<br />
pr ueban–me llevaba de viaje a Copacabana. Todos los años<br />
desde mis siete, este viaje como una especie de referente que<br />
marcaba el fin de un ciclo y el inicio de otro. Ahora que lo<br />
pienso, la costumbre de viajar con el equipaje justo, quizá, la<br />
adquirí de ella. Quizá también aquello de esperar, planear,<br />
buscar y apreciar los destinos.<br />
Cada viaje y durante tres días, ya no desayunábamos leche<br />
con pan, mantequilla y mermelada, sino api con buñuelos en el<br />
mercado; ya no mirábamos el noticiero de las ocho, en cambio,<br />
nos preparábamos para ir a la misa de las siete; ya no conversábamos,<br />
ella con sus caseros y yo con mis amigos, sino que<br />
subíamos al calvario a mirar un paisaje que todavía hoy me<br />
rebasa la mirada. En fin, éramos nosotras pero otras, al menos<br />
por tres días al año.<br />
Su devoción cuando miraba la imagen de la Virgen en la<br />
DOMINGO 27 DE ENERO 04|19<br />
iglesia, sus ligeros temores cuando íbamos en lancha hasta la<br />
roca que asemejaba la “boca de un sapo”, su curiosidad cuando<br />
los yatiris le leían la suerte en las hojas de coca y su fe cuando<br />
nos envolvían en el humo del incienso, fueron las formas de<br />
creer que le permitían resistir lo cotidiano. Hoy para mí –amén<br />
de resistir–son formas de buscarla y encontrarla.<br />
Ninón Irene Llano Guibarra: Viajera a<br />
tiempo completo, escritora a tiempo<br />
parcial. Cursa un doctorado en Ciencias<br />
Sociales cerca de Comala.<br />
www. p a g i n a s i e te. b o 25