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Mundo Plural<br />
Consecuencias para Sudamérica de la situación venezolana<br />
Más allá de las declamaciones, lo que hoy se<br />
encuentra en la picota del escenario venezolano<br />
es la factibilidad (o no) de la intervención<br />
militar estadounidense. En este sentido, Trump<br />
acusa a Maduro de sostener una dictadura comunista<br />
que hambrea a su población. Una discursiva<br />
sencilla e históricamente efectiva; más<br />
aún en una época de liderazgos duros, donde<br />
la oposición doméstica – sobre todo en cuestiones<br />
internacionales, donde el nacionalismo es<br />
aún más profundo y abarcativo en la mayoría<br />
de las capas sociales - es meramente declamativa.<br />
Sin embargo, cuando se intenta ahondar un<br />
poco más en la temática en cuestión, se debe<br />
entender que a la actual administración estadounidense<br />
poco le importan si existen diferencias<br />
o matices: sea un marxismo centralista<br />
y programado a la cubana; un capitalismo de<br />
amigos bajo una lógica chavista o sandinista, o<br />
el progresismo populista de Evo Morales. Ideología,<br />
planificación o diversidad en la avidez al<br />
consumo, no son relevantes. El real enemigo<br />
es cualquier Estado al sur del Rio Bravo - cual<br />
poseedor de vastos recursos naturales -, que<br />
tiene una alianza estratégica con China o Rusia.<br />
El ser ‘de izquierda’ es una variable más en<br />
el juego global, una excusa simplista para seleccionar<br />
el objetivo.<br />
El ataque ha comenzado. El ‘Poder Blando’ de<br />
la presión mediática es quien ya se encuentra<br />
operando desde un primer momento; simplemente<br />
para mellar sobre el prestigio, que bien<br />
se sabe se termina cuando hablan las armas.<br />
El próximo – y porqué no el último - eslabón<br />
que podría actuar como obstáculo de un conflicto<br />
bélico es, como ha ocurrido en el transcurso<br />
del último siglo, el hacer ‘desangrar’ económicamente<br />
al enemigo: obstaculizar las<br />
cuentas bancarias, dificultar la producción y logística<br />
de la industria hidrocarburífera, y quebrantar<br />
las alianzas comerciales/financieras al<br />
máximo para golpear el corazón del gobierno<br />
chavista. Mejor dicho el bolsillo, aquel que le ha<br />
permitido sostener la lealtad inquebrantable de<br />
los altos mandos de las Fuerzas Armadas y las<br />
milicias bolivarianas.<br />
Difícilmente exista otra manera de generar el<br />
desmembramiento interno, ese punto de quiebre<br />
que cambie la balance endógeno de todo el<br />
aparato de poder. Más allá del adoctrinamiento<br />
y el estatus ganado en las últimas dos décadas,<br />
el poder económico y político del aparato<br />
de coerción (manejo de la importación y distribución<br />
de alimentos, el sistema cambiario,<br />
PDVSA, el Arco Minero) no permite una fácil<br />
ruptura del statu-quo. Podrían ser los oficiales<br />
de rangos medios o bajos de las FANB quienes<br />
fracturen lealtades, al ser ellos los que sufren<br />
en cercanía las penurias del venezolano común,<br />
además de que se ponga en juego la variable<br />
aspiracional para con el escalar profesionalmente<br />
bajo otro gobierno que ‘limpie’ a la<br />
actual comandancia. Pero ello dependerá que<br />
alcancen una masividad suficiente para evitar<br />
sus propias ‘desapariciones forzadas’ por parte<br />
de los Servicios de Inteligencia y los Comandos<br />
contrainsurgentes adiestrados por el régimen.<br />
Por lo tanto, nos encontramos ante un peligroso<br />
contexto que podría alcanzar un desenlace<br />
inédito para nuestra región. En este sentido,<br />
desde los procesos independentistas nunca ha<br />
habido una injerencia militar interna directa de<br />
los Estados Unidos en Sudamérica. Aunque la<br />
cooptación de intereses civiles y militares en su<br />
‘patio trasero’ durante buena parte de la segunda<br />
mitad del siglo pasado haya dejado una impronta<br />
potente en nuestra región (aunque con<br />
versiones diversas según quien la evalué), la<br />
situación actual es diferente: no solo la globalización,<br />
la tecnología y la cultura moderna conllevaron<br />
a que todo se encuentre más vivo, a<br />
flor de piel, visualizado, discutido – lo que hace<br />
que el apoyo externo tuviera que ser más marginal<br />
y suavizado, como ha sido el caso de los<br />
derrocamientos de Lugo en Paraguay o Zelaya<br />
en Honduras -, sino que además los intereses<br />
de China y Rusia ahora son claros y concisos.