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DE CÓMO SURGIÓ LA IMAGINERÍA POPULAR<br />
EN PUERTO RICO Y QUÉ RELACIÓN GUARDA<br />
CON NUESTRA CULTURA<br />
Por: Ramón M. Estrada-Vega<br />
El pasado mes de noviembre fui partícipe de una<br />
actividad educativa efectuada en la Escuela S.U. Carmelo<br />
Serrano del Bo. Saltos de San Sebastián. Llegué hasta allí<br />
a solicitud de un grupo de padres y estudiantes con motivo<br />
de la celebración del Día de la Puertorriqueñidad, invitación<br />
que acepté gustosamente. Exhibiría una muestras de tallas,<br />
los materiales e instrumentos que utilizo seguido de una<br />
demostración de cómo se realiza este trabajo artísticoartesanal.<br />
Sabía de antemano que me sentiría acompañado<br />
de estudiantes de distintas edades quienes participarían de<br />
las diversas actividades artísticas y educativas propias de la<br />
celebración. La invitación, de inmediato, trajo a mi memoria<br />
una actividad educativa similar a la que asistí hace ya muchos<br />
años, la conmemoración del día del “descubrimiento”<br />
de Puerto Rico en una escuela bilingüe de la ciudad de<br />
Schenectady, estado de Nueva York. En aquella ocasión,<br />
mientras demostraba cómo tallar unos Reyes Magos, un<br />
estudiante de octavo grado, en actitud muy respetuosa, se<br />
acercó para decirme: “Maestro, mi mamá, aquella señora del<br />
traje blanco y rojo que está sentada allí, dice que usted talla<br />
santos porque es católico. ¿Es verdad? Confieso que, en las<br />
tantas otras ocasiones invitado a exhibir y dar demostraciones<br />
de tallas de santos, nunca antes alguien preguntó sobre este<br />
particular. Con mucho gusto le expliqué brevemente al<br />
joven el origen histórico de la talla de santos en Puerto Rico.<br />
Luego supe que tanto él como su mamá eran puertorriqueños<br />
de segunda y tercera generación de boricuas nacidos en la<br />
diáspora y que nunca habían tenido el privilegio de visitar el<br />
país de sus ancestros.<br />
Hoy comparto con ustedes, amigos lectores, la<br />
explicación que diera aquella vez al joven José Gutierrez, pero<br />
esta vez, lo haré por escrito y con más detalles, tal como lo hice<br />
con los niños de la Escuela S.U. Carmelo Serrano el día en<br />
que orgullosamente celebraron el Día de la Puertorriqueñidad:<br />
_Intentaré contestarte brevemente sin mencionar<br />
fechas ni nombres. Escúchame bien, José. Hace varios siglos,<br />
cuando nuestro pueblo comenzaba a transformarse en nación,<br />
al igual que en otros lugares del Nuevo Mundo, la población<br />
de Puerto Rico era muy escasa. Había pocos pueblos. La<br />
mayor parte de los puertorriqueños vivíamos dispersos por<br />
toda la Isla, muy distante de San Juan y de San Germán que<br />
eran los dos principales centros urbanos donde radicaban las<br />
El Santero. Cartel del artista puertorriqueño Rafael Tufiño inspirada<br />
en el tallador Zoilo Cajigas Sotomayor del pueblo de Aguada.<br />
principales instituciones de poder: el gobierno militar y la<br />
iglesia.<br />
La flora era esplendorosa en el Puerto Rico de<br />
entonces, y nuestros ríos, muy caudalosos y limpios. El aire<br />
puro se impregnaba de vez en cuando del aroma que emanaba<br />
de una que otra carbonera, o del fogón de la cocina del bohío<br />
donde vivíamos. Menos carreteras hendían la corteza verde de<br />
nuestras montañas… los más, caminábamos a pie, los menos<br />
a caballo. El tiempo transcurría lentamente en aquel entorno<br />
paradisiaco, escenario de una época muy difícil de nuestra