25.06.2019 Views

Guacara Enero 2019

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

36<br />

“UNO CINCO”<br />

Por: Lcdo. Sebastián Vera Peña<br />

Lo conocí a mediados de la década del mil<br />

novecientos setenta. Era bajito, más o menos de mi estatura,<br />

algunos cinco pies con seis pulgadas a lo sumo, pelo<br />

lacio oscuro y abundante como casi todos los orientales<br />

y un cuerpo de Hércules en miniatura. Vestía siempre con<br />

camisetas y pantalones largos deportivos, a menudo con el<br />

logo de la Universidad de Puerto Rico y unas zapatillas o<br />

tenis de los más comunes, nada de presumir con calzado de<br />

riquito.<br />

Todas las mañanas llegaba a eso de las siete y<br />

treinta una guagua que había frente al edificio de la entonces<br />

residencia de varones en la Universidad de Puerto Rico<br />

en Río Piedras. La guagüita era punto fijo en la Avenida<br />

Universidad y un lugar apreciado por los estudiantes, sobre<br />

todo los de la Isla, porque en ella se conseguían toda clase<br />

de emparedados (sándwiches para los asimilistas), desayunos<br />

y otras golosinas a precio de quemarropa.<br />

Tan pronto se acercaba a la guagüita inclinaba un<br />

poco su cabeza al estilo de un saludo oriental y decía con<br />

peculiar acento “Buenos días, uno cinco”. Ese era el saludo<br />

mañanero de Hiromi Tomita uno de los personajes favoritos<br />

de mi vida estudiantil. “Tomita” como todo el mundo le decía<br />

había sido reclutado por la Universidad para impartir cátedra<br />

de Judo. Había sido un campeón mundial de Judo y llegó<br />

a Puerto Rico desde Japón con el propósito de levantar la<br />

calidad de los judokas puertorriqueños y mejorar la práctica<br />

de dicho deporte en la Isla.<br />

Se había difundido con aires de leyenda una<br />

anécdota surgida como consecuencia de la contratación de<br />

Tomita como entrenador de Judo de la UPR. Decía la historia<br />

que, para probar la calidad del “Chinito”, le hicieron una<br />

prueba con los mejores judokas del país. El Profesor, que<br />

era una persona sumamente humilde, aceptó sin reparos<br />

someterse a lo que quizás podría considerarse por otros como<br />

una humillación. Los verdugos puertorriqueños cayeron<br />

uno a uno como moscas rociadas con insecticida ante las<br />

habilidades del maestro quien resumió su actuación al<br />

terminar la prueba con la frase “Puerto Rico no saber Judo”.<br />

Volviendo a la guagüita, resulta que el “uno cinco”<br />

de Tomita no era otra que un emparedado de jamón y<br />

queso en pan especial, con lechuga y tomate y un jugo de<br />

limón servido en un vaso plástico de diez onzas. Debido a<br />

su desconocimiento del idioma español, el japonés trataba<br />

de hacerse entender con la frase más simple posible,<br />

independientemente del significado real de sus palabras.<br />

Tan pronto la dueña del negocio escuchaba la<br />

orden del Profesor le preparaba ella misma su pedido y a la<br />

entrega siempre recibía inmediatamente un dólar con cinco<br />

centavos que era el costo de lo ordenado. El nunca pagaba<br />

con un billete de otra denominación ni con una moneda de<br />

otro valor, su pago era exactamente como su pedido un dólar<br />

con cinco centavos.<br />

Eso fue hace más de cuarenta años y el Profesor<br />

Tomita era un símbolo de la excelencia que caracterizaba la<br />

Universidad de entonces, que realizaba un esfuerzo genuino<br />

por garantizar una enseñanza de la más alta calidad a su<br />

estudiantado. La UPR era una Institución que fomentaba una<br />

educación de carácter universal y humanístico mediante la<br />

cual se preparaba al estudiante con una formación general<br />

y abarcadora que incluía, no solamente los cursos de<br />

especialidad académica, sino que exigía como requisitos<br />

esenciales el aprendizaje de materias importantes en los<br />

demás campos del saber.<br />

Fomentaba, además, la enseñanza del análisis crítico,<br />

la importancia de la disidencia y el diálogo conciliador, el<br />

intercambio genuino de ideas y el interés por el bienestar<br />

común. Para lograr esa excelencia utilizaba los recursos<br />

necesarios para contratar los mejores profesores disponibles<br />

en cada disciplina. Por esas razones sus egresados nos<br />

sentíamos sumamente orgullosos de haber pasado por sus<br />

aulas.<br />

Hoy día por desgracia esa excelencia que hacía de<br />

la Universidad de Puerto Rico la joya de la corona educativa<br />

en nuestro país se ha ido derrumbando por diversas razones.<br />

En primer lugar, la Universidad comenzó a ser<br />

blanco de los partidos políticos que asumían el poder y el<br />

control de la Educación en Puerto Rico. La Junta Rectora<br />

y los principales dirigentes gerenciales comenzaron a ser<br />

nombrados por consideración y agendas de carácter político<br />

con el propósito de adelantar las causas partidistas en lugar<br />

de nombrar el mejor personal cualificado disponible para<br />

hacer de la Universidad una verdadera casa de estudios.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!