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Edicion 20200316

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w w w. f a c e b o o k . c o m / p a g i n a s i e te<br />

@ p a g i n a _ s i e te<br />

Opinión<br />

Página SIETE Lu n e s 16 de marzo de 2020<br />

o p i n i o n @ p a g i n a s i e te . b o<br />

11<br />

Frase del día<br />

“Los vecinos nos levantaremos. La Villa Olímpica no tiene condiciones para atender<br />

a pacientes (con coronavirus), no tiene agua ni alcantarillado”. Dirigente vecinal<br />

Dársena de papel /Oscar Díaz Arnau<br />

Las inmoralidades del coronavirus<br />

El coronavirus ha reducido<br />

a los hombres y mujeres<br />

de este pobre planeta a<br />

burdas cifras. Somos torpes<br />

y errantes números de casos<br />

“confirmados”, “contagiados ”,<br />

“infectados”. Somos cada vez más<br />

“sospechosos”e, incluso, como se<br />

ha calificado en cierto hospital,<br />

“altamente sospechosos”. Si usted<br />

tiene suerte y goza de buena<br />

salud, no deberá alegrarse demasiado<br />

porque, quién sabe, puede<br />

estar “en capilla”. Somos un nuevo<br />

tipo de virus. Somos el temor de<br />

ser y, más aún, de ya no ser. El pánico.<br />

El miedo en su máxima expresión.<br />

La pandemia.<br />

En Los Miserables, Víctor Hugo<br />

cuenta la historia de Jean Valjean,<br />

un hombre rechazado de la<br />

sociedad porque no le dejan hospedarse<br />

en ningún alojamiento.<br />

¿Su pecado? Ser un exconvicto.<br />

En La letra escarlata, la marca de<br />

la deshonra, una letra A en la<br />

frente, condena socialmente a<br />

Hester Prynne por adulterio. Señalar<br />

con el dedo, arrojar piedras<br />

como palabras cuando el otro está<br />

de espaldas, no ver la viga en el<br />

ojo propio pero en cambio sí la<br />

paja en el ajeno, es uno de los pasatiempos<br />

favoritos de la humanidad<br />

desde que la (des)humanidad<br />

es la humanidad.<br />

En países como el nuestro, los<br />

contagiados con el coronavirus<br />

son, hoy, los leprosos del siglo<br />

XXI. Actitudes completamente<br />

inmorales, inaceptables en una<br />

sociedad moderna (salvo que, en<br />

realidad, no lo fuese), se han registrado<br />

en Oruro y Santa Cruz<br />

por parte de vecinos y profesionales<br />

que, ¿debido al impulso inveterado<br />

del miedo?, no tuvieron<br />

mejor idea que rechazar el ingreso<br />

de pacientes a diferentes hospitales.<br />

¿Qué está pasando con este<br />

mundo?, ¿hasta dónde vamos a<br />

llegar? ¿La pandemia del coronavirus<br />

derivará en la lapidación<br />

pública de los “nuevos leprosos”<br />

del siglo XXI?, ¿estamos esperando<br />

que se haga realidad el video<br />

de redes sociales en el que,<br />

“j o c o s a m e n t e”, alguien mata de<br />

un tiro a una persona que estornuda<br />

y los demás que comparten<br />

su mismo espacio siguen con sus<br />

vidas como si nada?<br />

Algo, finalmente, tenía que<br />

igualarnos. Estamos tan divididos:<br />

en ricos y pobres, en blancos<br />

y negros, en derechas e izquierdas<br />

que algo, tarde o temprano, al<br />

borde de la vida, iba a igualarnos.<br />

No es el apocalipsis, pese a los<br />

alarmistas de siempre, pero el coronavirus<br />

no se fija si tienes más o<br />

menos plata en el bolsillo, no le<br />

interesa de qué color eres, le importan<br />

un pito tus preferencias<br />

ideológicas o espirituales o futboleras.<br />

Llega a tu puerta y, como<br />

todo virus, maleducado, sin preguntar,<br />

se instala en tu casa.<br />

Que hay virus o enfermedades<br />

peores, sí. El coronavirus es tan<br />

sólo una nueva señal de la locura<br />

permanente en la que nos movemos<br />

a diario desde que aceptamos<br />

manejarnos sin rumbo,<br />

completamente a la deriva, fuera<br />

de toda razón.<br />

El bendito coronavirus… El<br />

que desploma las bolsas, el que<br />

rebaja el petróleo, el que cierra<br />

las fábricas, el que suspende las<br />

clases, el que baja el telón de los<br />

teatros, el que saca a los espectadores<br />

de los estadios, el que deja<br />

los conciertos sin conciertos, el<br />

que sube los precios de los productos<br />

de extrema necesidad, el<br />

que deteriora la moral pública.<br />

No deja que nos besemos, no<br />

deja que nos toquemos. Nos confina,<br />

nos aísla. Nos empuja a vernos<br />

con desconfianza entre nosotros.<br />

Nos muestra crueles, como<br />

bromistas de quinta categoría<br />

pidiendo la muerte de unos<br />

malhadados en Facebook, como<br />

gentes de carne y hueso impidiendo<br />

la atención de contagiados<br />

en hospitales.<br />

Detallitos. Nos vuelve adictos<br />

al jabón líquido, al sanitizador,<br />

a los barbijos, a la echinacea,<br />

al alcohol con gel -a cualquier<br />

alcohol-. Más detallitos.<br />

Adictos a la miel, al propóleo, a<br />

la wira wira, al eucalipto, a la limonada<br />

caliente, al Mentisan<br />

-otra vez a la latita verde, otra<br />

vez a la receta de la abuela-; en<br />

algo hay que creer. En algo hay<br />

que confiar.<br />

Nos pone en cuarentena. Nos<br />

vuelve teletrabajadores. Nos<br />

monotematiza. Nos maniatiza. Y<br />

ni siquiera (o por eso mismo) el<br />

coronavirus es una persona. O el<br />

coronavirus es (con sus diferentes<br />

caras) el reflejo de todas las<br />

personas.<br />

Oscar Díaz Arnau es periodista y<br />

e s c r i t o r.<br />

Ventana al mundo /Agustín Saavedra Weise<br />

Mapas: su importancia para legos y estadistas<br />

El primer<br />

pedido por escrito<br />

fue en 1979, este pedido<br />

público de ahora<br />

-marzo de 2020-<br />

tal vez tenga algún<br />

eco, tal vez no…<br />

En la búsqueda de un destino<br />

nacional los gobernantes<br />

de cada Estado<br />

tienen que tomar en<br />

cuenta las propiedades físicas<br />

propias y las del resto del mundo.<br />

El escenario es siempre dinámico;<br />

los cambios tecnológicos y<br />

científicos cooperan o perjudican,<br />

alterando las condiciones<br />

naturales del espacio bajo estudio.<br />

Y en ese contexto espacial<br />

aparecen los mapas, ya desde la<br />

más remota antigüedad.<br />

Los mapas son una forma de<br />

representación de la escena internacional.<br />

Hoy hay mapas para<br />

todos los gustos y adecuados a<br />

múltiples disciplinas. Ninguno<br />

de ellos puede ser réplica exacta,<br />

pese a las mejoras introducidas<br />

por la fotometría satelital. A mayor<br />

área, mayor será la distorsión.<br />

Según el pensador francés<br />

Jules Cambon: “La posición geográfica<br />

de una nación es el principal<br />

factor condicionante de su<br />

política exterior, la principal razón<br />

por la cual debe tener una<br />

política exterior”. Mayor razón<br />

para estudiar bien el mapa propio,<br />

algo que no siempre se hace<br />

en nuestro país.<br />

El problema esencial de la cartografía<br />

radica en representar en<br />

dos dimensiones lo físicamente<br />

tridimensional. Mientras más<br />

grande sea la imagen a representar<br />

mayor será la distorsión. El<br />

inconveniente básico de los cartógrafos<br />

ha sido siempre el control<br />

de dicha distorsión, de tal<br />

manera que una de las cuatro<br />

propiedades -distancia, dirección,<br />

forma y área- se muestre<br />

correctamente a expensas de las<br />

otras, o bien ajustándolas todas<br />

mediante un equilibrio no matemáticamente<br />

exacto entre ellas.<br />

Cada proyección y cada tipo de<br />

mapa tiene usos específicos, ventajas<br />

y desventajas. El uso indiscriminado<br />

de ‘cualquier mapa’ha<br />

sido fuente común de errores y<br />

falsos conceptos. Los mapas son<br />

útiles pero traicioneros. Usados<br />

con cautela, pueden iluminar casi<br />

cualquier problema de política<br />

interna o internacional.<br />

Sin mapas, el estadista estaría<br />

tan indefenso como un navegante<br />

sin brújula. Empero, el mapa<br />

debe ajustarse a su cometido y<br />

quien lo use, tiene que estar<br />

consciente de su limitación.<br />

¿Cuál es el mejor mapa? No hay<br />

tal cosa. El mejor mapa es el más<br />

adecuado para un propósito definido.<br />

Dentro de la multiplicidad<br />

de opciones que nos brinda<br />

la cartografía moderna, es importante<br />

evitar el uso continuo<br />

de un solo mapa; la mente tiende<br />

a ser esclava de las formas. Líderes<br />

y estrategas de ‘x’ país pueden<br />

comenzar a pensar (erróneamente)<br />

que ciertas ubicaciones<br />

geográficas son ‘buenas’ o‘ma -<br />

las’, condicionados por lo que al<br />

fin y al cabo es una simple aproximación<br />

a lo que ellos creen<br />

‘v e r’como real y tangible.<br />

Es conveniente de vez en cuando<br />

voltear los mapas. He aquí una<br />

práctica recomendable, al margen<br />

de la convicción (errónea) de<br />

que el norte debe estar siempre<br />

arriba. El globo terráqueo no tiene<br />

techo ni piso, se lo puede observar<br />

de cualquier manera. Los<br />

usuarios de mapas deben guardarse<br />

además de la ‘cartohipno -<br />

sis’y tener siempre en mente las<br />

restricciones que el mapa en<br />

cuestión pudiera tener.<br />

Más de cuatro décadas atrás<br />

solicité (sin ningún eco) que el<br />

Instituto Geográfico Militar elabore<br />

un mapa de Sudamérica<br />

centrado en Bolivia con el fin de<br />

poder apreciar el papel estratégico<br />

que nuestro país debería jugar<br />

en el continente como núcleo<br />

vital y área de soldadura, verdadera<br />

bisagra entre hoyas hidrográficas,<br />

cordilleras y mares. El<br />

primer pedido por escrito fue en<br />

1979, este pedido público de ahora<br />

-marzo de 2020- tal vez tenga<br />

algún eco, tal vez no…<br />

Agustín Saavedra Weise es<br />

economista y politólogo.<br />

www.ag ustinsaavedraweise.com

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