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PC1_Material(INTRODUCCION A LA SEMIOTICA)

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INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTCA

Lectura 3

El signo según Saussure

Juan Magariños de Morentin*

Es preciso situarse, desde el comienzo, en el terreno de la lengua y tomarla por

norma de todas las restantes manifestaciones del lenguaje” (p. 25). La afirmación

de Saussure exige partir de un conjunto con la calidad de sistema, dentro del cual

y solo en virtud del cual quedarán ordenados todos los fenómenos que derivan

de la facultad del lenguaje.

Este sistema está constituido por elementos de naturaleza específica, los signos–

lengua, que solo pueden ser definidos en interacción con el sistema al que, simultáneamente,

estructuran y por el cual resultan estructurados. No hay signos, si no

es en función de un sistema; tampoco existe sistema más que en función de los

signos que contiene. El estudio de un tipo específico de signos (en este momento

particular de nuestro trabajo, el estudio de los signos de la lengua) requiere que

cuanto de ellos se diga, sea coherente (y constitutivo) respecto a cualquier afirmación

que pueda plantearse acerca de la totalidad del sistema.

De aquí las particularidades que atribuye Ferdinand de Saussure al signo–lengua.

Debe contener todas las características y solo aquéllas mediante cuya expansión

pueda producirse el sistema de la lengua. y así, la lengua, en la lingüística estructural,

no será considerada como cosa, o sea, como fenómeno existente, sino

como conocimiento acerca de determinados fenómenos.

Por eso, los signos de la lingüística (los signos–lengua) no son las palabras, sino

un tipo particular de entidades cuya estructura es preciso elaborar. Puede decirse

que la palabra es la cosa, mientras que el signo–lengua es el resultado de pensar

científicamente tal palabra–cosa. Esta reflexión es fundamental para que podamos

situarnos en la perspectiva adoptada por Saussure cuando afirma la estructura

dual del signo–lengua, constituida por un significante y un significado.

Del par significante–significado se habían ocupado ya Aristóteles, San Agustín,

la escolástica, los gramáticos de Port–Royal, etc. Pero solo captando el particular

sentido que recibe esta bipolaridad en el pensamiento saussuriano podremos enfrentar

la problemática de la lingüística estructural y de la semiología a que da lugar.

No es un problema complejo, pero tampoco es fácil verlo. Sugiere una de esas

ilusiones ópticas en que la perspectiva de un cubo, tan pronto se nos aparece en

su aspecto cóncavo como en el convexo. Lo peligroso es afirmar aspectos relativos

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