REVISTA EL BICHO NORMALISTA

gustan del todo, y ha sido con la intención
de volver a nuestra vida como la
concebimos. Indudablemente el
confinamiento no ha sido fácil de
sobrellevar por lo que sentimos
impotencia ante las acciones de las
demás personas que se ponen en riesgo
innecesariamente, causando la
prolongación de la cuarentena de la que
todos estamos hartos.
exclusión social. Personas cercanas a
nosotras tienen la necesidad de salir a
trabajar en plena pandemia y lo hacen
con todas las medidas de prevención,
mientras que otros salen con fines de
ocio y solo contribuyen a propagar el
virus. ¿Es tal la falta de empatía por el
prójimo que le impide sentir
responsabilidad?
Esta preocupación por la salud no
sólo se enfoca en temor a contagiarse de
COVID-19, sino que algunas de nosotras
tenemos tratamientos de ortodoncia y
problemas de las vías respiratorias.
Debido a esto tenemos la necesidad de
acudir a consultas de control que
desafortunadamente se han visto
interrumpidas, causando retrocesos en
el cuidado de nuestra salud pulmonar y
bucal.
Indignación, estrés y tristeza por el largo confinamiento.
La indignación nace de la evidente
desigualdad de condiciones que nos
rodean. Ortiz (2016) dice que la
desigualdad pone en peligro las causas
sociales, produciendo injusticia y
A pesar de que lo anterior nos
perjudica, consideramos que la situación
que estamos viviendo no se compara a la
de nuestros conocidos que laboran en
hospitales.
Discriminación es entendida por la
CNDH (2018) como:
ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD
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