6) Manual de Psiquiatria (Betta, Juan) recortado
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Esta representación es creada por la mente del enfermo, es decir que se produce dentro del
espacio intrapsíquico. Inmediatamente después, bajo el imperio de intensos estados emocionales,
el juicio la acepta como una imagen real que, procedente del exterior, es captada por el sensorio;
por lo tanto, al proyectarla fuera del espacio intrapsíquico, le da la característica de extrayección.
Toda esta elaboración se realiza por un mecanismo puramente psicológico, por el que el juicio
desviado llega a la convicción de que se trata de una imagen construida por la percepción de un
estímulo exterior, cuando lo real es su génesis intrapsíquica. El enfermo experimenta la sensación
clara y nítida de captación sensorial no admitiendo dudas al respecto.
Teniendo en cuenta las consideraciones que preceden podríamos definir a la alucinación de la
siguiente manera: "La alucinación es una alteración perceptiva producto de la elaboración de un
juicio interferido y desviado, que crea una viva representación originada en una imagen del recuerdo
o de la fantasía, la que de inmediato es proyectada al exterior y aceptada como la captación
sensorial de un fenómeno real". Luego la alucinación es resultado de la perturbación del juicio; el
mecanismo psicológico que la produce es semejante al que da lugar a la creación de la idea delirante,
también resultado de la perturbación judicativa; ambos casos siempre consecuencia y no causa de
la perturbación.
Las alucinaciones se han reunido en tres grandes grupos teniendo en cuenta sus características:
sensoriales, cenestésicas y cinéticas.
1º) Alucinaciones sensoriales:
Son las que se refieren a los cinco aparatos sensoriales externos: vista, oído, gusto, olfato y tacto.
a) Alucinaciones auditivas: Entre las sensoriales, las alucinaciones auditivas son las más
importantes porque acompañan a un estado patológico de mayor gravedad que las visuales, desde
que se observan, contrariamente a lo que ocurre en estos últimos, en enfermos con lucidez de
conciencia.
Pueden presentar diversos matices; en sus formas más elementales son alucinaciones
indiferenciadas: ruidos, zumbidos, cuchicheos, silbidos, etc. En un segundo grado hay mayor nitidez
y diferenciación, la alucinación ya tiene la forma verbal; el enfermo oye voces, una o varias palabras
que se repiten invariablemente. En un grado más avanzado la diferenciación es perfecta; las voces
que oye con gran nitidez se expresan en idiomas hablados y conocidos por el enfermo.
Generalmente entrañan amenazas o insultos, rara vez son palabras amables y parecen proceder de
una misma o distintas personas ubicadas, cerca o lejos, en los más extraños lugares.
b) Alucinaciones visuales: Las alucinaciones visuales se observan tanto en los estados tóxicos e
infecciosos, que producen alteraciones más o menos intensas de la conciencia, como en los estados
crepusculares de los epilépticos.
Tienen distintos grados de intensidad y diferenciación; las alucinaciones visuales elementales
aparecen bajo forma de llamas, colores y formas definidas: en los epilépticos son frecuentes las
alucinaciones coloreadas primando el color rojo (fuego, relámpagos). En un grado más avanzado de
individualización traducen imágenes nítidas de animales, objetos o personas.
La mayor parte de las veces las alucinaciones visuales son de carácter desagradable y muy a
menudo terroríficas; agitan y llegan a asustar al enfermo, como ocurre especialmente en las psicosis
tóxicas. En el delirium tremens, las alucinaciones reproducen imágenes variadas de objetos,
personas y, con frecuencia, animales y visiones fantásticas. Son más nítidas en la oscuridad, por lo
que el enfermo empeora al llegar al crepúsculo y se agita durante toda la noche, presa de temores
que lo obligan a encender la luz tratando de ahuyentarlas. Estas imágenes son además movibles,
cambiantes, en sucesión rápida, razón por la que Regís las llamó: alucinaciones cinematográficas.
En los intoxicados por cocaína se observa un tipo especial de alucinaciones, de tamaño muy
reducido, que se han llamado liliputienses. Las alucinaciones visuales de los místicos son placenteras
o displacenteras según representen a las entidades del bien o a los genios del mal. Estas imágenes
alucinatorias traducen el estado de ánimo y la exaltación imaginativa del enfermo, a través de la luz,
el color y el fulgor que irradian. Existe un número más reducido dé alucinaciones visuales que no
obedecen al mecanismo tóxico o infeccioso; se observan en algunos enfermos que padecen lesiones
orgánicas del cerebro. Son las alucinaciones que pueden manifestarse en algunas demencias
arterioescleróticas y en enfermos que padecen tumores del encéfalo.
c) Alucinaciones olfativas y gustativas: Por lo común se las encuentra asociadas. Son mucho
menos frecuentes y diferenciadas que las auditivas y las visuales. Generalmente hacen su aparición
en enfermos que vienen evolucionando desde largo tiempo y ya alucinados del oído. Son síntomas
de una agravación del proceso, que ensombrece el pronóstico pues revelan que el enfermo se aferra
firmemente a sus concepciones, cada vez más convencido de su certeza. Ambas alucinaciones
revisten, generalmente, un carácter desagradable' y como por lo común se vinculan con los
alimentos del enfermo sé niega a comer por temor a ser envenenados. En algunas ocasiones, como
suele acontecer con algunos místicos, estas alucinaciones son placenteras (perfumes y emanaciones
agradables). Estos olores y sabores son percibidos como procedentes ya desde el exterior ya del
interior del propio organismo, por lo que se atribuyen ya a malévolas intenciones de terceros, ya a
enfermedades graves que infectan y minan a aquél; es el caso de los melancólicos.
d) Alucinaciones táctiles: En este grupo se reúnen las alucinaciones de contacto, térmicas y
dolorosas sobre la superficie de la piel.
Las más diferenciadas son las de contacto; las restantes son indiferenciadas, poco nítidas,
confundiéndose a menudo con la cenestesia general. Entre ellas las sensaciones alucinatorias más
frecuentes son de contacto eléctrico, quemaduras, pinchazos y tacto. Cuando el enfermo experimenta
la sensación de que toca algo la alucinación se denomina de tacto activo; cuando tiene la
sensación de que es tocado de tacto pasivo. Las primeras son raras y propias de los delirios tóxicos,
místicos y eróticos; el paciente cree tocar animales, cosas repugnantes u órganos genitales. Más
frecuentes son las alucinaciones de tacto pasivo; en estos casos, son poco nítidas, confundiéndose
a menudo con la cenestesia general. Se observan en los delirios tóxicos, místicos, eróticos y
persecutorios.
2º) Alucinaciones cenestésicas:
Son las que conciernen a la cenestesia general, es decir, a los llamados sentidos internos, de
observación frecuente en los hipocondríacos, neuróticos y melancólicos. La atención introvertida de
estos enfermos se encauza hacia la observación minuciosa de cuantas manifestaciones orgánicas
puedan presuponer un estado patológico; paulatinamente el temor de padecer enfermedades