Cátedra Avícola & Agropecuaria
Revista Cátedra Avícola & Agropecuaria Octubre - Noviembre 2020
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desventajas de acuerdo al volumen,
pero con una sola verdad: el mayor volumen
baja costos y asegura ganancias,
aunque sean bajas por cajón, pero ganancias
al fin, cuando el precio está en
mínimos.
En esa situación, el productor mediano
–más aún si no está automatizado–,
pasa rápidamente a números rojos,
no estando ni con los promedios de
venta y la informalidad del pequeño, ni
con la economía de escala del más
grande, así como tampoco con la misma
financiación de sus proveedores, ni
bancaria.
Este razonamiento nos ha llevado a
grandes éxitos como sector, como ser la
eficiencia global de nuestra producción,
altamente mecanizada, distribuida
por todo el país, capaz de abastecer
a un consumo per cápita de los mas
altos del mundo; también gracias a ser
visionarios sosteniendo a CAPIA –una
de las cámaras sectoriales mas activas
de nuestro hemisferio–.
Pero, toda moneda tiene dos caras,
y la otra cara de esta moneda es el tema
que nos ocupa: “ser eficientes como
grandes productores, ¿es enemigo de
un precio de mercado rentable? Tener
un mercado interno sano ¿es enemigo
de exportar?”
Veamos… En principio, si pensamos
linealmente, como hasta ahora, la
realidad nos muestra un mercado pendular
que oscila entre períodos de crisis
con reacomodamiento en la población
de aves, con desaparición de colegas y
regulación de la población de aves
(menor cantidad de crianzas, aumento
de las edades, etc.), a períodos cada vez
mas breves y de buena rentabilidad. En
el medio, nada… la meseta casi no
existe. Y si el huevo no está subiendo,
los compradores perciben que está bajando
y aspiran a quedarse con esa
rentabilidad.
¿Qué alternativas existen para modificar
este comportamiento histórico?
Aquí, las preguntas son muchas... La
primera es: ¿todos los productores
quieren hacerlo? Y suponiendo que todos
quieran tener rentabilidad permanente
–¿quién no?–, o más emocionante
aún, evitar alguna que otra crisis
apocalíptica, ¿alguno renunciaría en
este siglo a crecer? Dicho de otra forma:
¿algún productor estaría dispuesto a retirar
aves?
Personalmente creo que la respuesta
es un rotundo “NO”. El voto siempre
fue ir hacia la crisis purificadora, el sufrimiento
que más tarde nos lleva a una
mejora.
¿HAY OTRAS SOLUCIONES?
Dentro del mercado interno, el margen
de reacción es muy escaso. Del lado
del consumo tradicional, yo diría que lo
único que se puede hacer son acciones
de publicidad y medios para sostener y,
en el caso más optimista, elevar levemente
el consumo; estrategia que además
depende de la vapuleada economía
nacional pandémica o post pandémica.
En este sentido, el mercado interno,
las ayudas o los planes sociales, pueden
ser una buena fuente de consumo si las
autoridades ven el alto valor nutricional
de nuestro producto. El impacto
puede ser limitado porque existe la
posibilidad de que parte de ese huevo
inyectado como ayuda, ya se estuviera
comprando antes de existir la misma.
Entonces, quedaría la exportación
como vía de sostén de los volúmenes de
producción y promoción de los márgenes
internos.
Es un escenario al que los productores
se acercan siempre en épocas de
crisis, y no por el contrario, pensando
en construir un mercado de exportación
permanente, lo que requiere varios
años de políticas coherentes, con
una mirada puesta exclusivamente en
el negocio externo, sin mirar con codicia
las oportunidades internas que circunstancialmente
puede presentar mayor
rentabilidad.
Esta vía requiere también romper el
recelo entre productores, el cuestionamiento
de “¿porqué yo voy a poner huevo
a pérdida para aportar a un mejoramiento
de precio interno que todos
aprovecharíamos?”
Yo lo pondría en otros términos: si
en la parte mala del ciclo el huevo
sobra, ¿quién levanta la mano para retirar
de producción uno o mas galpones
y mejorar el mercado? Nadie… ¿No
sería mejor entregar parte del huevo
para exportación? Me refiero a porcentajes
aceptables de la producción, uno
o dos días al mes, con un pago que nos
permite amortizar el famoso costo fijo
y de alimento, y con una recompensa
mucho mayor de la mano de la recuperación
del mercado. Me parece que
es una alternativa de imposible versus
posible.
Mi recomendación es juntar lo mejor
de cada mundo, dejar de ser granjeros
para ser empresarios con visión de
país. Por un lado se sigue accediendo a
las ventajas de la economía de escala, y
automatizar y crecer seguirían siendo
buenas palabras, y se sostiene el precio
interno.
Obviamente esto plantea cíclicamente
desafíos, porque nada indica que
el porcentaje exportado no se recupere
en un par de años con nueva producción,
pero la realidad que ninguna solución
es para siempre, así como tampoco
lo son las condiciones actuales. El
futuro puede ser con mas inversiones –
costosísimas– tendientes al bienestar
animal, o con requerimientos de menos
aves por jaula, u obligando al retiro de
determinado tipo de jaula… es imposible
preveer.
Hoy exportar sirve. Y estar juntos...
también.<
pág. 49 • octubre - noviembre 2020 |
CA&A