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REVISTA ENTORNO UNIVERSITARIO NUM 53

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Donde acaban los guisos y principia el asado, termina la civilización

y comienza la barbarie. Así dijo una vez José Vasconcelos,

cuya infancia se alimenta con tortillas de harina.

José Alvarado

Después de repasar los antecedentes de la cocina mexicana,

dirigiremos nuestro interés hacia la cocina regional de Nuevo

León: buscaremos el origen de la carne asada remotándonos

a la primera cocina, la cocina primigenia. Como dijimos antes,

podríamos situar a la cocina como la más antigua de las

artes. Es en sí el arte culinario el que ha contribuido de manera

directa al desarrollo de la civilización. Por las propias

necesidades alimenticias el hombre se enseñó a aplicar el

fuego en la cocina y con este fuego nació también la luz de

la razón, la capacidad de elegir, de conocer la naturaleza

y su pretensión de dominarla. Por lo tanto, la civilización

podría ser una derivación de la cocina.

Nuevo León y su cocina

Silvia Mijares

El instinto de perfeccionamiento llevó al hombre a transformar

la carne de dura en blanda, así pudo masticarla mejor. Al

ponerla al fuego exhalaba olores que acrecentaban el placer

y el apetito. Tal vez al principio se le chamuscó, pero con

el tiempo usó el tinamaixtle –piedra que se ponía sobre

el fuego- para colocar la carne ensartada en finas varas,

como si fueran alambres, hasta lograr el punto de cocido;

casi cruda, término medio, bien cocida. También descubrió

que las carnes ahumadas son deliciosas y que dependiendo

de la madera que utilizara para hacer el fuego, el bocado

tomaba un sabor especial. Después fundió los metales con

el fuego.

La cocina norteña no es muy variada; se le podría reconocer

como nutritiva, rica en proteínas y deliciosa. Para definirla lo

haremos con las palabras de Jean Bapstiste Troisgros: “la

cocina debe ser más armonía que refleje las maravillas de la

tierra”. Nuestra cocina cumple cabalmente con estos requisitos

pues es nítida, de exquisito sabor y de engañosa facilidad en

sus realizaciones: “Lo que es más difícil en cocina es lo que

resulta aparentemente más sencillo”, según la experiencia de

los hermanos Troisgros. Sencillez es sinónimo de perfección

y en nuestra cocina regional hay sencillez y sinceridad; los platillos

saben a lo que son. Por ingenuidad o desconocimiento se puede

creer que asar carne en las brasas es muy fácil, sin embargo,

si escuchamos la voz del maestro Brillat-Savarin comprenderemos que

se trata de un área difícil: “El cocinero se hace, pero maestro

asador se nace”. Sin temor a equivocarnos aseguraríamos que

La cocina mexicana.

quien asa la carne es un artista, necesita cierta sensibilidad

para que un simple pedazo de carne al ponerlo y cuidarlo sobre

las brasas se convierta en un manjar, ajeno a los condimentos.

Lo interesante en este proceso es destacar los propios sabores

del bocado sin alterarlos ni disfrazarlos. ¿Por qué desvirtuar y

maquillar el sabor de una buena carne sea roja o blanca, o la

frescura de las frutas y verduras?

“Mi tierra es tierra de naturaleza pobre. La gente de Monterrey ha

hecho su riqueza a fuerza de invención humana y, por decirlo

así, rectificando el ambiente. Siempre que contemplo aquellos

campos de chaparros donde pacen las cabras, pienso en Ítaca

de Odiseo, Menelao quiso obsequiar tres caballos a Telémaco,

No –le dijo éste-, dame algo que pueda guardar conmigo; en

Ítaca no hay, como aquí, llanos abundantes de loto, juncia, trigo,

espelta y gustosa cebada blanca. Ítaca no tiene lugares

espaciosos donde se pueda correr, ni prado alguno. Ítaca es

tierra de cabras” (Odisea, IV, 594 y ss).

“También Monterrey es tierra de cabras; pero ¡lo que ha hecho

Monterrey con sus cabritos en sangre! Tan aficionados son mis

paisanos que le atribuyen el viajar siempre con una ración de

chivo tostado, seco y pulverizado que llaman la “la vitamina

Ch”, así como les atribuyen tantos otros cuentos, parangón de las

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