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REVISTA ENTORNO UNIVERSITARIO NUM 53

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Página 4

Carlos Marx.

el que el pensamiento y la razón de vida no tiene sentido;

la experiencia de la vida, la sensibilidad, el golpe animal

advierten que la vida merece ser vivida, que el absurdo y

la dicha son dos caras de la misma realidad… Sísifo ha

despreciado a los dioses del absurdo, acaricia su roca, la

hace su destino y encuentra su felicidad”.

En sus ensayos sobre algunas escritoras, Silvia Mijares es

enfática, apasionada y aun poética. En Margarita Duras,

Antonieta Rivas Mercado, Nellie Campobello, Elena Garro,

Kahua Rocha, Jeannette Clariond, Ágelica Tijerina, examina,

a través de sus palabras, el talante, la inteligencia, los

modos propios de un ser sometido a través de los siglos

por las costumbres impuestas de la masculinidad, pero

con una fuerza subterránea superior a la de su propio

sometimiento. Y aquí es donde hace ver, más allá de su

valoración como escritora, a la mujer subversiva no sólo

con la palabra, sino también con el silencio. Sor Juana Inés

aparece de pronto en el escenario y da la callada por respuesta.

Al silencio ominoso que le impuso a nuestra gran poeta la

doble cultura machista de la colonia en la Nueva España,

ella lo convirtió en un retumbante subrayado cuando decidió

callar (o al menos no publicar lo que de su mano fluía: las

incontables notas de un sistema circulatorio indispensable

para que el cerebro y el corazón le permitieran seguir viviendo).

Mijares establece un paralelismo entre América Latina y

la mujer: ambas objeto de una conquista violenta -de una

violación, como diría Octavio Paz- y de la imposición

consecuente de un modo de ver el mundo, de sentirlo, de

obrar sobre sus realidades imponiendo reglas inobservables

por el conquistador español o por el hombre como macho.

En América Latina y en la mujer, a pesar del sometimiento y

una coerción más o menos abierta subyacen, y de repente

florecen, fuerzas creadoras, pensamientos originales,

actitudes de mayor valentía y audacia que en muchos de

los hombres, Sor Juana es, quizá, el emblema de esa paradoja;

ella expresa en sus escritos –dice nuestra filosófa- “los

rasgos peculiares de su situación histórica…”. A pesar de

ellos “alcanza niveles universales en el mundo de la

literatura y el pensamiento. Cuenta con la suficiente fuerza

espiritual para imponer y deslumbrar con su mirador bello,

exquisito, sincero e inteligente el mundo que la rodea”. Y

concluye: “el pensamiento de Sor Juana, cristalizado por el

tiempo, tiene vigencia aún. Es fresco, vigoroso, subversivo

como todo pensamiento original. Por lo tanto no se agota,

resiste las más variadas lecturas. Después de tres siglos

de existencia todavía conserva su perfume, su encanto, su

inteligencia demoledora, su creadora inteligencia”.

Este pensamiento original, fresco, vigoroso y subversivo,

lo descubre Mijares en otras escritoras de diversas latitudes

y estilos. En Marguerite Duras ve su lucha no contra una

imposición tan explícita, sino proveniente de una sociedad

que la filtra a través de sus intuiciones y de los propios

miembros de la sociedad, hombres y mujeres, que la

introyectan y transmiten en un amplio diapasón. Duras lo

resiente y busca otros parajes donde pueda ser más duro o

evidente. Sus novelas se ambientan en lugares de Europa,

Asia y África. En una de ellas recrea el sufrimiento de la

mujer enamorada a la que su amante abandona aparentemente

por la diferencia de edad. Esta diferencia, que el mercado y

la cultura de los países capitalistas jerarquizan, es revestida

de estereotipos para obtener ventajas lucrativas.

Antonieta Rivas Mercado es uno de los personajes inevitables

del siglo XX, es uno de los ejemplos del amor

contrariado y trágico. En ella se cumple un parlamento de

Elena Garro en su drama El Rastro: “El hombre vuela más

alto que una gaviota y a la mujer le toca mirar su vuelo y

acatar sus voluntades”. En su relación amorosa con José

Vasconcelos no se conforma sólo con la reflexión y pasa a

la acción. De esta praxis resultan obras memorables propias y

ajenas. Era sin duda una mujer comprometida con la lucha por

las causas sociales y por ello una de las figuras centrales

en la conformación del México moderno. Dice de ella Mijares:

“fue una luchadora por la justicia, la libertad y el desarrollo

cultural, defensora de los derechos de la mujer…”.

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