Francis Bacon - The New Organon - Español
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los secretos de la naturaleza se manifiestan mejor bajo el hierro y el fuego de las artes,
que en el curso tranquilo de sus ordinarias operaciones. Así, pues, podrá confiarse en el
futuro de la filosofía natural, cuando la historia natural, que es su base y fundamento,
siga mejor método; mientras no, será infundada toda esperanza.
99. De otra parte, entre los experimentos relativos a las artes mecánicas, observamos
una verdadera carencia de aquellos que más adecuados son para conducir al espíritu a
las leyes generales. El mecánico que no se toma en absoluto la molestia de investigar la
verdad, no presta atención ni pone la mano, más que en aquello que puede facilitar su
trabajo. No se podrá concebir fundada esperanza en el progreso ulterior de las ciencias,
hasta que se reciba y reúna en la historia natural una multitud de experiencias que en sí
mismas no son de ninguna utilidad práctica, pero que tienen grandísima importancia
para el descubrimiento de las causas y de las leyes generales; experiencias que nosotros
llamamos luminosas para distinguirlas de las fructíferas, y que poseen la admirable virtud
de no engañar ni alucinar jamás. Como su empleo no es producir una operación, sea
la que fuese, sino revelar una causa natural, sea el que fuese el suceso, siempre responde
bien a nuestros deseos, puesto que da una solución a la cuestión.
100. No sólo es preciso investigar y recoger mayor número de experiencia y de distinto
género de las que hoy poseemos, si que también emplear un método completamente
diferente, y seguir orden y otra disposición en el encadenamiento y la gradación de
las experiencias. Una experiencia vaga que no tiene otro objeto que ella misma, como
ya hemos dicho, es un simple tanteo, más propio para oscurecer que para ilustrar el espíritu
del hombre; pero cuando la experimentación siga reglas ciertas y avance gradualmente
en un orden metódico, entonces se podrá esperar mayor resultado de las ciencias.
101. Cuando los materiales de la historia natural, y de una experiencia tal como la
reclama la obra verdadera de la inteligencia o la obra filosófica, sean recogidos y estén a
nuestra disposición, es preciso no creer que baste entonces al espíritu operar sobre dichos
materiales con sus solas fuerzas y la única ayuda de la memoria, como tampoco
podría esperarse retener y poseer en la memoria la serie entera de alguna efeméride.
Ahora bien, hasta aquí se ha meditado más que escrito para hacer descubrimientos, y
nadie ha experimentado con la pluma en la mano; sin embargo, todo buen descubrimiento
debe nacer de una preparación escrita. Cuando este uso se haya extendido, entonces
podrá esperarse buenos resultados de la experiencia, grabada en fin por la pluma.
102. A más, como el número, y he dicho casi el ejército de hechos, es inmenso y está
disperso hasta el punto de confundir la inteligencia, nada hay que esperar de bueno de
las escaramuzas, de los movimientos ligeros y de los reconocimientos hechos a derecha
y a izquierda por el espíritu, a menos que no obedezcan a un plan y estén coordinados
en tablas especiales de descubrimientos, bien dispuestas y en cierto modo vivas, en las
que vayan a reunirse toda las experiencias relativas al objeto de investigación, y que el
espíritu se apoye en esas tablas bien ordenadas que preparan su trabajo.
103. Pero después de haber tenido a la vista un número suficiente de hechos metódicamente
encadenados o agrupados, no conviene pasar en seguida a la investigación y
descubrimiento de nuevos hechos o de operaciones del arte; cuando menos, si se pasa
no conviene reposar el espíritu en ellos. No negamos que, cuando los conocimientos de
todas las artes estén reunidos en un solo cuerpo, y ofrecidos así al pensamiento y al juicio
de un solo hombre, se pueda, aplicando las experiencias de un arte a los otros, hacer