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Francis Bacon - The New Organon - Español

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dificultad que no venciesen. Presentamos esta observación, porque categóricamente

declaramos que una serie de experimentos de historia natural, como nosotros la entendemos

y tal como debe ser, es una gran obra, obra en cierto modo real, que exige mucho

trabajo y muchos dispendios.

112. Nadie se asombre del gran número de hechos que ante todo debe nutrir nuestra

esperanza. Los fenómenos particulares de las artes y de la naturaleza, son como batallones,

respecto de las concepciones de la inteligencia, alejados y privados de la luz de los

hechos. Por otra parte, el camino tiene una salida cierta y a la que casi llegamos; el otro,

por el contrario, no tiene salida alguna y se repliega infinitamente sobre ella misma.

Hasta aquí los hombres han hecho muy cortas paradas en la experiencia; apenas si la

han desflorado; pero en cambio, han perdido infinito tiempo en meditaciones y en ficciones

intelectuales. Pero si tuviéramos a nuestro lado alguien que pudiera responder a

todas las cuestiones sobre los fenómenos naturales, antes de pocos años estarían descubiertas

todas las causas y completas las ciencias.

113. Creemos también que nuestro propio ejemplo puede constituir para los hombres

una causa de legítima esperanza; y no lo decimos para alabarnos, sino porque es

útil decirlo. Que aquellos a quienes falta la confianza vuelvan los ojos a mí, que más

que ningún hombre de mi época estoy engolfado en los negocios, que no tengo salud

muy buena, lo cual me hace perder mucho tiempo; que por otra parte, habiendo entrado

el primero en esta nueva carrera, no voy siguiendo las huellas de nadie, y carezco en

absoluto de compañero en mi empresa y que, sin embargo, habiendo abordado resueltamente

el verdadero método y sometido mi espíritu, he prestado, según creo, ciertos

servicios efectivos, y que juzguen cuánto puede esperarse de los hombres desocupados,

de la asociación de los trabajos, de la sucesión del tiempo, considerando los frutos que

nosotros mismos hemos producido, sobre todo en una senda que no sólo es accesible a

las inteligencias aisladas, como el método racional, sino en la que los trabajos y la labor

de los hombres, principalmente en lo que concierne a la recolección de las experiencias,

pueden perfectamente ser divididos y reunidos luego. Los hombres reconocerán finalmente

sus fuerzas, cuando no recomiencen todos la misma obra, sino cuando se repartan

entre sí la tarea común.

114. En fin, aun cuando de este nuevo continente, no soplara más que débil y casi

imperceptible viento de esperanza, afirmamos sin embargo, que es preciso a toda costa

intentar la prueba, a menos que nos reconozcamos bien miserables de corazón. No intentando

la empresa, se corre otro peligro distinto al de fracasar; en el primer caso,

aventuramos un bien inmenso; en el segundo sólo nos exponemos a algunas penas. Pero

de lo que llevamos dicho, y aun de lo que hemos callado, resulta claramente que tenemos

sobradas esperanzas legítimas para decidir, no sólo a un hombre de corazón a intentar

la empresa, si que también para hacer creer en ella a un hombre prudente y cuerdo.

115. Hemos dicho lo suficiente para poner término a la desesperación, uno de los

obstáculos más poderosos que se oponen y detienen el progreso de las ciencias. Hemos

hablado también claramente de los signos y de las causas, de los errores, de la inercia y

de la ignorancia, generalmente extendida; conviene ahora hacer observar que las más

sutiles de esas causas, las que el vulgo no puede observar ni juzgar, deben ser atribuidas

a lo que dijimos de los ídolos del espíritu humano.

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