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Política y Sociedad
Dr. Diego Ayo Saucedo
Doctorado en Ciencias Políticas-La Paz
LA SENADORA
ANDREA BARRIENTOS
Y ¡VIVA EL MAS!
La Senadora Andrea Barrientos
de Comunidad Ciudadana confesó
¡secretos impúdicos! ¿Metió la
pata? No lo sé. Sin embargo, sí sé
algo: el gobierno de Arce no tiene
nada que ofrecer. ¿Han escuchado
ustedes cómo va a tratar el
deshielo del Illimani junto a la
nueva invasión de cooperativistas
buscando enriquecerse con
el magnánimo nevado?, ¿cómo
va a lograr evitar la destrucción
medioambiental del Lago Titicaca?,
¿qué puede decirnos de la
inutilidad del Aeropuerto de
Chimoré y el incremento gradual
de los cultivos de cocaína?,
¿cómo va a coadyuvar al desarrollo
urbano que según indicadores
internacionales es de los
más bajos del continente y el
mundo?, ¿qué va a hacer con la
crisis económica que comienza
a amenazar a pesar del aumento
circunstancial del PIB en 2021?
He ahí sólo algunas preguntas
que el presidente no responde.
El país está centrado en responder
a la mitomanía masista sobre
el golpe/fraude. Ese parece ser el
único problema de Bolivia. ¿Qué
tiene que ver todo esto con la
senadora? No hay duda: el presidente
se ha dedicado a odiar y
ese odio, precisamente ese odio,
es la política pública más remarcable
del gobierno. Cuando no
puedes tener un programa de
gobierno sólido (como seguramente
se tuvo de 2006 a 2009),
cuando no se tiene recursos para
impulsar políticas clientelares
comprándose a media tierra a
punta de obras, coimas, cargos
públicos sin carga alguna y dosis
inmensas de corrupción (como
seguramente se tuvo hasta 2016)
o cuando se hace fraude y desarrolla
una violencia contenida
(como acabó ocurriendo con la
salida vergonzosa de Evo Morales
del poder en 2019). Del programa,
al coqueteo clientelar y de
este coqueteo al fraude.
¿Qué significa esto? Que ya no
queda alternativa alguna para
enamorar. La forma que tiene hoy
en día el MAS para atraer electoralmente
a la población se restringe
a vulgares apelaciones al
racismo, la guerra contra “nosotros”,
el golpe de Estado, la
corrupción de Jeanine, entre las
apelaciones más destacadas.
¿Qué efecto tiene este discurso?
La enemistad total. El eje de
la política nacional es sólo uno: el
odio. Es un odio que mete en un
sarcófago cualquier política racional.
Los inteligentes como Mesa o
Tuto están fuera de moda: no
mienten (no mucho), no prometen
todo y, sobre todo, no están obsesionados
con culpar a los “otros”
de todo lo que pasa: llueve poco,
culpa de los q´aras; se pierde un
contrato, culpa del corrupto de
Mesa; se quedan sin plan de
gobierno, culpa del Tuto por
juntarse con los gringos.
Esa es la miserable política que
tenemos hoy en día: una política
de la deconstrucción total: se
gana restando méritos, asegurando
que son perversos por ser
blancos, jurando que roban
porque así robaron Hernán Cortés
y Francisco Pizarro. No hay jamás
una sola idea que pueda hacernos
pensar que hay un futuro. No
hay una sola frase que permita
tranquilizarnos y creer que podemos
construir un país armónicamente.
No hay una sola sugerencia
para disminuir el bestial odio
que destila el presidente Arce. No
hay la menor posibilidad de reducir
el vulgar victimismo de Evo
Morales. Ese es el país que tenemos:
totalmente polarizado entre
buenos y malos.
¿Es esto lo peor? No, lo peor es
que cuando una Senadora propone
un diálogo, habla bien de
algún masista, reconoce algún
avance gubernamental se la juzga
con la tesis masista: aquella del
odio. ¿Cómo se le ocurre a esa
Senadora conversar, hablar bien,
acercarse al enemigo? Esas son
las preguntas que nos hacemos,
sin darnos cuenta que hemos
caído en el juego del MAS. Nos
hemos convertido en Arces odiadores
y/o en neo-masistas
convencidos de la necesidad de
insultar. Y, claro, cuando aparece
una senadora que quiere hacer
las paces, así sea de chiripazo,
nos asusta y … ¡la penalizamos!
Yo le daría un premio, le agradecería
y le diría que va bien. Solita,
pero bien…
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