DAR 17-VEGA REÑÓN-La naturaleza de las falacias
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INTRODUCCIÓN 17
es—, y en esa medida se presta o induce a error pues en realidad
se trata de un seudo argumento o de una argumentación fallida o
fraudulenta. El fraude no solo consiste en frustrar las expectativas
generadas por su aparición o uso en un marco argumentativo, de
modo que las razones aducidas para asumir la proposición o la
propuesta que se pretende justificar no tienen realmente el valor
o la fuerza pretendida, sino que además pueden responder a una
intención o una estrategia deliberadamente engañosas. En todo
caso, representa una quiebra o un abuso de la confianza discursiva,
comunicativa y cognitiva sobre la que descansan nuestras prácticas
argumentativas. A estos rasgos básicos o primordiales, las falacias
conocidas suelen añadir otros característicos. Son dignos de
mención tres en particular: su empleo extendido o relativamente
frecuente, su atractivo suasorio o poder de captación, su empleo
táctico como recursos capciosos de persuasión o inducción de
creencias y actitudes en el destinatario del discurso. De todo ello se
desprenden la importancia y la ejemplaridad atribuidas a la detección,
catalogación, análisis y resolución crítica de las falacias. Creo,
en fin, que más allá de estos servicios críticos, la consideración
de la naturaleza de las falacias también puede suministrarnos hoy
noticias y sugerencias de interés en la línea de una teoría general
de la argumentación.
Antes de este inciso sobre la noción de argumentación falaz,
había aludido a la existencia de tres perspectivas fundamentales
sobre la naturaleza de las falacia. Recibirán la atención debida en las
tres partes respectivas que componen el libro. Adelanto que estas
tres partes han sido objeto de un planteamiento y un desarrollo relativamente
autónomo, en correspondencia con su modo peculiar
de desarrollar la naturaleza de la argumentación falaz: etológico,
histórico, teórico, así que pueden leerse en cualquier orden que
se prefiera. El lector/a, como a veces le encantaba sugerir a Julio
Cortázar, es muy dueño de rehacer su propio libro; puede tomar
estas partes como piezas del modelo a armar o de la composición
a montar. Pero ya va siendo hora de presentar someramente siquiera
cada una de ellas.