Libro CARMILLA de Sheridan Le Fanu
Carmilla SHERIDAN LE FANU Sinopsis Relato que había de forjar el arquetipo del vampiro femenino en la literatura universal, "Carmilla", publicado por primera vez en la revista "The Dark Blue" en 1871, es sin duda la obra más famosa del irlandés Sheridan Le Fanu (1814-1873). Además del diseño que éste imprimió a su figura central, hacen del mismo una pieza maestra el nervio de la acción, el vigor de los personajes y el inquietante clima crepuscular, casi siempre a caballo entre día y noche, entre sueño y vigilia, que impregna la obra. Este precedente y sustrato indudable del "Drácula" de Bram Stoker —obra que aparecería poco menos de treinta años más tarde— figura por derecho propio en la galería más selecta de las letras fantásticas europeas.
Carmilla
SHERIDAN LE FANU
Sinopsis
Relato que había de forjar el arquetipo del vampiro femenino en la literatura universal, "Carmilla", publicado por primera vez en la revista "The Dark Blue" en 1871, es sin duda la obra más famosa del irlandés Sheridan Le Fanu (1814-1873). Además del diseño que éste imprimió a su figura central, hacen del mismo una pieza maestra el nervio de la acción, el vigor de los personajes y el inquietante clima crepuscular, casi siempre a caballo entre día y noche, entre sueño y vigilia, que impregna la obra. Este precedente y sustrato indudable del "Drácula" de Bram Stoker —obra que aparecería poco menos de treinta años más tarde— figura por derecho propio en la galería más selecta de las letras fantásticas europeas.
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Carmilla
consabida tendencia patriótica, insiste en que la bebida
nacional debe aparecer con regularidad, sin descuidar
el café y el chocolate.
Aquella noche estuvimos sentados allí con las
velas prendidas hablando de los acontecimientos de la
tarde. Madame Perrodon y mademoiselle De Lafontaine
nos acompañaban. Nuestra joven visitante apenas
se había acostado en la cama cuando entró en un
sueño profundo, y las dos señoras le habían dejado al
cuidado de una sirvienta.
—¿Cómo le parece nuestra invitada? –le pregunté
a madame apenas entró al salón–. Cuénteme
todo de ella.
—Me gusta mucho –contestó madame–. Casi
diría que nunca he visto una criatura más hermosa.
Es como de la misma edad tuya, tan amable y querida.
—Sí, es absolutamente bella –añadió mademoiselle,
quien se había asomado por un momento a la
habitación de la niña.
—Y tiene una voz tan dulce –agregó madame
Perrodon.
—¿Se fijó usted en una dama en el coche, después
de que lo levantaron? ¿Una mujer que no descendió
–preguntó mademoiselle–, sino que únicamente
nos observó a través de la ventana?
—No, no la vimos.
Luego mademoiselle describió una mujer negra,
horrorosa, de turbante rojo, que miraba fijamente
todo el tiempo desde la ventana de la carroza, asintiendo
con la cabeza y sonriendo despectivamente en dirección
de las dos señoras. Sus grandes ojos sobresaltados
brillaban, dijo, y mantenía los dientes apretados
en una mueca de furia.
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