Libro CARMILLA de Sheridan Le Fanu
Carmilla SHERIDAN LE FANU Sinopsis Relato que había de forjar el arquetipo del vampiro femenino en la literatura universal, "Carmilla", publicado por primera vez en la revista "The Dark Blue" en 1871, es sin duda la obra más famosa del irlandés Sheridan Le Fanu (1814-1873). Además del diseño que éste imprimió a su figura central, hacen del mismo una pieza maestra el nervio de la acción, el vigor de los personajes y el inquietante clima crepuscular, casi siempre a caballo entre día y noche, entre sueño y vigilia, que impregna la obra. Este precedente y sustrato indudable del "Drácula" de Bram Stoker —obra que aparecería poco menos de treinta años más tarde— figura por derecho propio en la galería más selecta de las letras fantásticas europeas.
Carmilla
SHERIDAN LE FANU
Sinopsis
Relato que había de forjar el arquetipo del vampiro femenino en la literatura universal, "Carmilla", publicado por primera vez en la revista "The Dark Blue" en 1871, es sin duda la obra más famosa del irlandés Sheridan Le Fanu (1814-1873). Además del diseño que éste imprimió a su figura central, hacen del mismo una pieza maestra el nervio de la acción, el vigor de los personajes y el inquietante clima crepuscular, casi siempre a caballo entre día y noche, entre sueño y vigilia, que impregna la obra. Este precedente y sustrato indudable del "Drácula" de Bram Stoker —obra que aparecería poco menos de treinta años más tarde— figura por derecho propio en la galería más selecta de las letras fantásticas europeas.
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Carmilla
expresión cambió casi instantáneamente y se convirtió
en una extraña e inmóvil sonrisa de reconocimiento.
Siguió un silencio de al menos un minuto y luego,
finalmente, ella habló. Yo no podía.
—¡Qué maravilla! –exclamó–. Hace doce años
vi tu cara en un sueño y me ha perseguido desde entonces.
—De verdad, maravilloso –repetí yo, superando
con un esfuerzo el horror que, por unos momentos,
me había impedido hablar–. Hace doce años, en una
visión o en realidad, a ti ciertamente te vi. No pude
olvidar tu rostro. Ha permanecido ante mis ojos desde
entonces.
Su sonrisa se volvió más tierna. Lo que en un
primer momento había visto como extraño en ella se
había desvanecido. Ahora su sonrisa, con los hoyuelos
de sus mejillas, prestaba a su cara tan deleitable, tan
bonita, un toque de inteligencia. Me sentí más segura,
y continué en la tónica indicada por las reglas de la
hospitalidad, dándole la bienvenida y diciéndole cómo
su accidental llegada había sido placentera para todos
nosotros, y le conté especialmente cuánta felicidad me
había traído a mí.
La tomé de la mano. Yo era un poco tímida,
como es normal en las personas solitarias, pero en esta
situación me volví elocuente, y hasta audaz. Ella me
apretó la mano, poniendo la suya encima de la mía. Sus
ojos brillaban, y al mirarme a los ojos, sonrió de nuevo,
y se ruborizó.
Había respondido a mi bienvenida de una manera
muy bella. Yo me senté a su lado. Estaba todavía
llena de dudas y preguntas. Y ella me dijo lo siguiente:
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