Nº 65 - Diciembre 2008 - facultad de ciencias económicas ...

a varios centenares de docentes que enseñaron o enseñan en sus aulas- ratifican a
diario su pertenencia a la escuela de Vázquez, a través del testimonio que no se
agota en el mero desarrollo de su doctrina, sino que la enriquecen con el aporte
sinérgico de lo más avanzado en el gerenciamiento empresario de principios del siglo
XXI.
Al arrancar con el inicio de alguna pincelada bibliográfica sobre Vázquez, nos
encontramos con una noticia que le da mayor relieve aún a su figura: abandonó el
bachillerato en la mitad de la carrera, para ingresar a trabajar en el Departamento
Costos de Alpargatas S.A.I.C., en esos momentos -mediados del año treinta- la
industria más importante del país. "Costos -repite siempre Vázquez- era la sección
administrativa preferida por la Dirección". Su gestión en la empresa lo llevó al más alto
nivel en la Gerencia de Administración. Pero costos sería para él la pasión de su vida.
Aprovechando como ninguno la verdadera escuela de gerentes que era Alpargatas,
se vinculó con libros y revistas especializadas; hizo lo que ahora se llama
"benchmarking" con firmas competidoras, y fue profundizando tanto sus
conocimientos que casi sin darse cuenta, él, que no había terminado el bachillerato,
estaba dictando hacia fines de los años 50, cursos de su especialidad a los graduados
de la UBA ...que no sabían Costos porque la currícula de entonces no lo había
incorporado dentro de sus contenidos. El Instituto para el desarrollo de ejecutivos en la
Argentina (IDEA) le echó el ojo y durante varios años dictó seminarios semanales. A
uno de esos seminarios, asistió a fines de 1964 el que luego sería Decano de la
Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica Argentina, el
Cr. Manuel González Abad, y lo invitó a hacerse cargo de la cátedra respectiva. En
1980, el Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Dr. Cayetano
Licciardo hace lo mismo, y ahí va Vázquez con su equipo. Y antes, durante y después:
la Presidencia de la National Association of Accountants (chapter Buenos Aires);
cursos y conferencias en diversas universidades del país, latinoamérica y España;
jurado en numerosos concursos de profesores de Costos en Universidades del país;
publicaciones en revistas técnicas y de negocios de nuestro país y del exterior; sus tan
consultados libros "Manual de Costos Standards" (1971) "Tratado de Costos" (1981) y
"Costos" (1992 y sucesivas reimpresiones) editados por Aguilar; cursos y conferencias
en diversas instituciones públicas y privadas; Profesor Emérito de la UCA; Vicerector de
la UCA (1986/94); Presidente del IAPUCO (Instituto Argentino de Profesores
Universitarios de Costos) etc.etc.
Quiero concluir esta semblanza con lo referente al aspecto humano de Juan Carlos.
Tuve la suerte de conocerlo en el año 1965 cuando con el querido y desaparecido
Gaizka Arza -ambos profesores asistentes de la UCA de entonces- irrumpió en nuestras
vidas Vázquez. ¡Y vaya cómo! Pasaron más de cuarenta años de aquellos meses en
que prácticamente a diario, escuchábamos las ideas del maestro, con su infaltable
vaso de whisky y su pipa, en su confortable departamento de la calle Pasco. La
sencillez de su personalidad; su humildad ("Vds. son profesionales: ¡tengo tanto que
aprender! Les ruego me revisen los borradores de mi libro"), su generosidad (cuando
me quise dar cuenta, estaba yo dando seminarios en las más diversas instituciones);
su deseo de aprender y perfeccionarse en materia pedagógica (¡cuánto sufrió el
pobre cuando quiso aplicar el Philips 66 en un curso!), la solidez con que en los años
posteriores defendía sus puntos de vista ante alguna divergencia nuestra, y la manera
en como aceptaba y alentaba las divergencias creativas. ¡Cuánto le debo
personalmente a Juan Carlos en mi posterior desarrollo profesional y docente!
Algunos de sus numerosos discípulos docentes -y él mismo- me consideran su sucesor:
yo siempre digo a los que ya mismo se están convirtiendo en mis propios sucesores,
que no defraudemos a Juan Carlos Vázquez en todo lo que significó y significa: un
maestro generoso y sobre todo, un hombre de bien. Una palabra final para Marta, su
querida esposa. Una inteligente mujer que asumió con enorme espíritu de sacrificio, la
vida de un hombre que casi en paralelo al cariño por ella y sus hijos, tuvo otro amor
(los costos), y que resultó sin lugar a dudas, una pieza clave en el proceso que
permitió convertir al frustrado bachiller, en el gran maestro de muchos y, para
Boletín Informativo ICCG 10