Revista Festival de Cine de Cartagena 2022 | Diario Criterio
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contradicción viva
Pasolini descansa en medio del
rodaje de una de sus películas
en Matera, Italia. El director
apareció muerto y golpeado
en noviembre de 1975.
Foto: GaHetNa
construido con las voces de la gente, con su urgencia de hablar a la
vez que con su incapacidad para ir más allá de discursos heredados.
Esta película, que también se presentará en el FICCI, es de una
asombrosa actualidad. En este y en otros trabajos incompletos o
La nueva ola de Truffaut
Además de Pasolini, el FICCI también
le rendirá un homenaje al
guionista, actor y crítico de cine
François Truffaut, por los 90
años de su natalicio.
Se dice que desde pequeño, el francés
fue un excelente lector aunque
“mal alumno”. Tuvo una infancia
difícil, que dio a conocer en su ópera
prima, Los cuatrocientos golpes (1959),
un éxito que se destacó en Cannes con
el premio al mejor director.
Desde entonces, fue uno de los mayores representantes del
nouvelle vague (la nueva ola francés), un movimiento que surgió a
finales de los años cincuenta y que cambió para siempre la forma
de hacer cine, rompiendo con las normas preestablecidas y haciendo
películas muy personales, que exponían la vida humana y la
mostraban sin tapujos.
En Cartagena se podrán ver Les 400 coups (1959), Jules et Jim
(1962), Le dernier métro (1980) y Vivement dimanche (1983).
apenas esbozados de Pasolini como Apuntes para una Orestíada
africana, Apuntes para una película sobre la India*, Apuntes para
un poema sobre el tercer mundo, Petróleo o San Pablo, hay un
Pasolini que desvela, incomoda, hurga e indaga. Para un mundo
como el de hoy, en que el arte ha devenido más proceso que resultado,
estas experimentaciones siempre inconformes de Pasolini
–estas películas por hacer– son actuales y visionarias. Como es
inspirador su permanente estado de duda y estupor en un presente
de militancias esencialistas.
Pasolini, quien se definió a sí mismo como una “fuerza del
pasado”, va de nuevo al encuentro de lo arcaico en las otras dos
películas suyas que trae el FICCI. En Pocilga (1969), desdobla la
película en dos partes y muestras la persistencia de lo bárbaro en
las entrañas del presente. “He matado a mi padre, he comido carne
humana y tiemblo de alegría”, es todo lo que dice el caníbal
que protagoniza el episodio “antiguo” de este filme.
En El decamerón (1971), su adaptación de Boccaccio, Pasolini
celebra la indisciplina de los cuerpos y su entrega a la vida y los placeres.
Cuatros años después abjurará de su propia “inocencia” y nos
deja con Saló, un testimonio del más cruel disciplinamiento sobre el
deseo. Es el fascismo, y está ocurriendo. “Estamos todos en peligro”
es el título –sugerido por él mismo– de la última entrevista a Pasolini,
realizada el día de su muerte, en 1975. El 2 de noviembre de ese año,
en una de sus habituales salidas nocturnas a los arrabales romanos, un
tigre (o un tigrillo pues el asesino era casi un niño) lo despedazó.
*Esta “película para hacer” plantea la historia de un majará que, según una leyenda
india, ofrece su cuerpo a los tigres para quitarles el hambre. Como el brasileño Glauber
Rocha, Pasolini creía que la fuerza esencial del tercer mundo era el hambre.
Foto: Domenico Notarangelo
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