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BOLIVIA ECONÓMICA
Joshua Bellott Sáenz
joshuabellott@gmail.com
ORURO
EL MODELO
ECONÓMICO, EL
EXTRACTIVISMO Y
LA REACTIVACIÓN
Bolivia a lo largo de su historia,
siempre ha dependido de las rentas
por la exportación de materias primas:
plata, estaño y gas. Pero, además,
estos recursos siempre han estado en
manos de muy pocos o del Estado.
Muy pocos, porque lamentablemente
las rentas de los recursos naturales,
nunca beneficiaron de manera directa
e importante, a las grandes mayorías.
Los últimos 16 años, la renta petrolera
provocó una ingente cantidad de
recursos, monto comparable con
todos los recursos que llegaron a
Bolivia los últimos 50 años, pero
lamentablemente, no se produjo un
cambio en la estructura económica del
país. El modelo económico, sigue
siendo extractivista, y se espera que,
de ese negocio, llegue como rebalse,
los excedentes a los bolivianos.
Pese a que el auge de los precios de
las materias primas y especialmente
del gas, permitió contar con gran parte
de estos recursos debido a las
inversiones que se hicieron hasta
antes de 2005, en la actualidad la
cantidad de gas que se exporta y por
supuesto, las reservas, disminuyeron
drásticamente, dejando al país en una
situación complicada. Las
exportaciones de gas natural bajaron
en más de 4 mil millones de dólares
desde el 2014 y la renta petrolera que
llegó ese mismo año a 5.490 millones
de dólares, para el 2021 bajó a 1.767
millones. La disminución de dichos
ingresos, afectó especialmente a los
gobiernos subnacionales que
redujeron sus presupuestos, pero
especialmente aquél que llegaba a las
familias con inversión pública. Se
priorizó el gasto corriente porque era
difícil pensar en despedir a
trabajadores y desmontar una que
incrementó la burocracia y la pesadez
del Estado.
Los últimos meses el problema se
agudizó, la invasión de Rusia a
Ucrania disparó los precios de los
hidrocarburos a nivel mundial, y como
ahora nuestra capacidad se ve
disminuida y nuestra dependencia a
hidrocarburos líquidos importados
creció, los subsidios estrangulan al
Estado, y por lo tanto, terminan
también estrangulando la economía
de los ciudadanos.
El negocio de los hidrocarburos en el
país, sirvió para vivir de fiesta sólo
algunos años, dado que nunca se
pensó en la sostenibilidad del negocio,
y menos en la industrialización de los
mismos, de manera seria. Para
ejemplificar de manera sencilla éstas
últimas afirmaciones, presentamos el
siguiente gráfico.
El gráfico está dividido en 3 etapas. La
primera entre los años 2000 y 2006,
muestra que la producción subió
aceleradamente de 9 millones de
metros cúbicos día (MM de mcd) a 36,
lo que representa un crecimiento de
306% y una renta petrolera de un
poco más de 4.300 millones de
dólares. En la segunda, pese a que se
continuó con el aumento de la
producción, se llegó a un pico de 60
MM de mcd, lo que representa un
crecimiento sólo de 67% en la
producción, pero con un aumentó
importante en la renta petrolera, que
llegó a casi 28.400 millones de
dólares (7 veces más, debido a los
elevados precios). La tercera etapa de
descenso, la producción disminuyó
hasta 2020 a sólo 40 MM de mcd,
para aumentar a 48 MM de mcd el
2021. Sin embargo, la renta petrolera
disminuyó sólo 15.452 millones de
dólares en este periodo.
El resultado de este análisis es que, en
la primera etapa, la producción de gas
creció 5 veces más que en la segunda,
con 7 veces menos renta petrolera y
sólo en 6 años. En la tercera, el
crecimiento de la producción fue
negativa, pese a contar con más de 3
veces de renta petrolera. Por lo tanto,
la conclusión que salta a la vista es
que, pese a que, en la segunda y
tercera etapas, se contó con
muchísimo más dinero, el crecimiento
de la producción fue mucho menor.
Estas cifras, demuestran sin lugar a
dudas, que el principal negocio de los
bolivianos fue pésimamente
administrado.
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