EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 82 DICIEMBRE 2022
Antología de cuentos de autores de habla hispana
Antología de cuentos de autores de habla hispana
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L
a jovencita se llamaba Claudia. La violaron a los nueve
años. Le rompieron un brazo y una pierna a los once.
La violaron de nuevo a los trece. La golpearon hasta casi
matarla a los quince. Su familia fue la culpable. Ellos
pagarán por eso.
Huyó de casa. Pasó los siguientes cinco años en un hospital
psiquiátrico. Mostró una cierta mejoría y consiguió un poco de
libertad. Aprovecho ello para escapar.
Al mes, conoció a un hombre que se dedicaba a estafar
mujeres maduras. Era guapo y cariñoso. Ella lo sedujo con
habilidad, pues no era su tipo de fémina. Él la cobijó en su casa. Le
daba un poco de paz, la suficiente. La chica necesitaba tranquilidad
para maquinar un plan. Volvería a la casa de sus progenitores y sus
dos hermanos mayores. No le contó nada a su protector. Jamás
entendería la dimensión del asunto.
Transcurrió cerca de un año. Solía mostrarse asequible y
enternecedora con Pablo, pese a que no lo amaba. Al parecer, él sí
estaba enamorado de Claudia, eso era pertinente para el proyecto de
aquella. No existía otra meta en su vida que no fuese la venganza.
Su familia debía morir. Mi familia, sarta de malditos. Era perentorio
seguir fingiendo que quería a su novio, ya que dependía
económicamente de este y raras veces le pedía dinero, para comprar
ropa, joyas de poco valor, libros de mediano costo. Pablo se le
concedía sus pedidos, nunca sospechó que estaba siendo engañado
por aquella delgada joven de tez pálida y cabello negro, la cual
escondía entre su escaso maquillaje una taumatúrgica belleza.
Un día, Pablo le dijo que debía ausentarse un par de fechas,
que no llegaría a dormir.
Claudia supo, al levantarse la mañana siguiente, que ese era
el día, su día. El amanecer le brindó las energías necesarias para
cumplir su cometido. No había dudas en su mente, la cual, a
menudo le parecía que se le quería escapar por el cerebro, hacia
atrás, como un cangrejo. La imagen de sus sesos en el piso de la sala
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