EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 82 DICIEMBRE 2022
Antología de cuentos de autores de habla hispana
Antología de cuentos de autores de habla hispana
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L
a vista se le perdía en el horizonte atravesando las
burbujas de la copa que tenía extendida en su mano.
Solo faltaban un par de minutos para que dieran las
doce y algunos fuegos artificiales se escuchaban de
fondo. Luis tenía ganas de decir sus últimas palabras
antes de brindar e irse de esa casa con el portazo más rotundo que
haya dado en su vida. Estaba harto. Su jefe, quien también era su
suegro, lo miraba de reojo como quien mira una cucaracha a la que
estás aguardado con la chancleta lista para hacerla bosta contra el
piso. Betty, su esposa hablaba con su hermana y con su cuñado en
una competencia feroz por cuál de las dos familias iría al lugar más
ostentoso a vacacionar. Los chicos jugaban, sobre la mesa ratona,
con un tablero de ajedrez que le había regalado el abuelo utilizando
reglas más parecidas al metegol que al juego ciencia.
Su suegro siempre lo basureaba en las reuniones de la
fábrica, lo ponía en ridículo delante de los demás vendedores y
gerentes, ya era el hazmerreír de todos en los pasillos y en cualquier
reunión fuera de hora. Maldecía cada segundo de su vida haberse
casado con Betty y haber rifado su vocación de médico para
convertirse en el esclavo del señor amo. Obviamente, tenía claro que
todo lo que había alcanzado en la vida lo había conseguido con los
privilegiados cheques que su suegrito firmaba religiosamente todos
los meses. Su auto último modelo de marca importada, su casa en
un country de lo más refinado de la zona norte, los chicos en los
mejores colegios bilingües, vacaciones dos o tres veces por año por
los lugares más recónditos de la tierra y alrededores, nada que con
un miserable sueldo conseguido en guardias los fines de semana en
hospitales públicos pudieran pagar. Su amor por su mujer ya se
había diluido, ella ya no era esa muchachita pizpireta de ojos claros
que lo había deslumbrado en aquel baile de carnaval, ahora era algo
mucho más parecido a un gendarme retirado sin afeitar que había
heredado las mismas actitudes de humillación que el gran jefe.
Hasta la mucama le había perdido el respeto, cuando llegaba
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