EL NARRATORIO ANTOLOGIA LITERARIA DIGITAL NRO 82 DICIEMBRE 2022
Antología de cuentos de autores de habla hispana
Antología de cuentos de autores de habla hispana
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extraño que Javier lleve a sus espaldas una silla de madera y sobre
ella un bulto, la hermana la hace de soporte llevando en un morral
tejido con cordeles de malinalli, en donde guarda tlacoyos de haba
con frijol y dos guajes para agua y pulque. El pueblo va quedando
atrás, a la vista la llanura del monte, los barrancos, árboles viejos y
rocas de distintos tamaños. El cansancio va aminorando el paso de
algunos, la carga de los nichos se vuelve pesada, los pies se hinchan,
sangran algunos, el sudor escurre, se convierte en olores pesados.
La maldita fe hace que la resistencia sea extrema y el peso de
aquellos bultos se convierta en penitencia antes de la llegada al
santuario. Estela camina con paso corto, el tributo que ella ofrenda
es llevar los pies descalzos; primero las ampollas, las cortadas y
rasguños, después la sangre, pero no se rinde, levanta la frente
estoicamente mientras reza con fervor apasionado.
Un grito rompe el murmullo de los peregrinos, todos voltean,
es Javier que ha caído. Sobre el tobillo derecho cae todo el peso del
bulto que portaba sobre su espalda. La herida es aparatosa, tal vez
una fractura. Un viejo lo auxilia, le hace una especie de venda con
una camisa, y le pide que desista de su marcha. “Espera aquí,
nosotros llevamos tu promesa al Santo Señor de Chalma”, Javier se
niega e intenta levantarse, cae de nuevo y su hermana Estela lo
sostiene. La procesión sigue, se va, se pierde entre la noche que
avanza. Los hermanos tratan sus heridas con las hierbas que hay a
su alrededor, Estela recuerda que de pequeños iban al monte a
buscar hongos y no pocas veces, encontraban el indicado tanto para
aliviar los dolores como para “volar”.
—Necesitamos esos hongos, verás que después de que los
comas se aliviará tu dolor —dijo Estela al herido Javier.
—Sí hermana, pero por el momento no puedo caminar,
tendrás que ir sola a buscar esos hongos. Toma mis huaraches y
anda, que de aquí no me moveré, seguro.
Al paso de las horas, cuando la noche ha caído y de Estela
no se ve ni la silueta, Javier habla a su madre, que permanece
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