Programa general | OFUNAM Tercera temporada 2023

Gustav Mahler (Kalischt, 1860 - Viena, 1911)
Sinfonía núm. 9
La última sinfonía de Mahler está cargada de significado. Después de abordar
una y otra vez el tema de la vida y la muerte en sus obras, esta sinfonía es un
verdadero tratado al respecto. Fue escrita durante el último capítulo de su
vida, después de que su hija de 4 años muriera de difteria y de enfrentarse a
la noticia de que su corazón estaba fallando. Aunque ha sido tradicionalmente
interpretada como una despedida, el significado de esta sinfonía se queda
abierto para ser redescubierto por cada orquesta y cada escucha en cada nueva
interpretación. La obra no sólo es un viaje hacia el umbral de la muerte, es
también un profundo anhelo por la vida, una fuerza vital que se aferra a la
existencia hasta su inevitable final.
Esta monumental obra comienza con una melodía que crece desde las
profundidades y se va desarrollando en complejas variaciones, como un organismo
que se expande y se contrae hasta que se desvanece en el éter,
completando uno de los grandes hitos de composición sinfónica en la historia.
El segundo movimiento nos aterriza en la vida a través de otro de los
grandes amores de Mahler: las danzas, que también, después de florecer,
terminan disolviéndose hacia el final. El feroz tercer movimiento ha sido interpretado
como una premonición de la Gran Guerra que se asomaba en el
horizonte. Aquí la música no se disuelve, sino que se estrella violentamente.
Pero es en el último movimiento donde Mahler termina de sumergirnos
en sus cuestionamientos existenciales. Este movimiento no sólo es el
artista contemplando su propio fin, sino que también prefigura la muerte
del antiguo orden dominante que vendría acompañado con la guerra. Es el
último suspiro del Romanticismo musical y de la sociedad romántica que lo
vio florecer. Es el ocaso de la tonalidad. Todo ello se desvanece en el último
movimiento de la sinfonía, implacablemente lento, en el que Mahler poco
a poco desintegra todas las ideas musicales que desarrolló anteriormente,
transitando con plena conciencia y deliberación a través del espacio entre
sonido y silencio, entre sustancia y vacío. Hasta el último compás, que sólo
contiene una larguísima nota marcada con cuatro pes (pianissississimo) y
una palabra: ersterbend (muriendo).
Nota:
Elisa Schmelkes
69