Military Professional Resources Incorporated (MPRI) y dyncorp. El auge de estas companías, la naturaleza de suvinculación con los estados en que se encuentran establecidas, la escasez de normas internacionales en este ámbitode los negocios y los incontrolables efectos en los casos en que operan, han despertado una verdadera alarmamundial. Los peligros de la falta de regulación y control efectivos en este terreno ha quedado elocuentementeexpresado en un informe de 2002 del House of Commons británico sobre las “Private Military Companies”: por logeneral, no rinden cuentas a nadie, usurpan la soberanía de las naciones más débiles atravesadas por conflictosarmados; se involucran en la explotación económica en los países donde intervienen; tienen un interés manifiesto—en especial de lucro—para la perpetuación de esos conflictos; se convierten en brazos clandestinos de los gobiernosen los cuales se originan; y generan problemas morales mayúsculos al legitimar el asesinato pago por encargo (killfor money) en vez de la lucha por una justa causa. En nuestro continente, el caso más reciente de involucramiento deeste tipo de empresas en situaciones conflictivas se presenta en Colombia. En efecto, las dos companíasestadounidenses mencionadas actúan en ese país a modo de subcontratistas del Departamento de Estado y comoparte del Plan Colombia de Washington. Según informó en su momento el periódico colombiano El Tiempo(16/4/01), dyncorp. Y MPRI tienen “suculentos contratos” en el país andino. Hoy, cuando Estados Unidos no sólo noha adherido a la Corte Penal Internacional (CPI), sino que además exige la firma de acuerdos bilaterales para que susfuncionarios y ciudadanos estadounidenses que actúen en el país con el que se haya establecido dicho acuerdo nosean acusados ante la CPI, es imperativo precisar los límites y alcances de las companías privadas de seguridad. Setrata en últimas de que éstas no se conviertan en oscuras empresas de mercenarios impunes que se salvaguardandetrás de la “guerra contra el terrorismo”.8 Si se observan los desembolsos efectivos de la ayuda de Estados Unidos a Colombia desde 1997 en adelante seobtiene lo siguiente: 1997, US$ 88.560.000; 1998, US$ 112.960.000; 1999, US$ 317.560.000; 2000, US$977.320.000; 2001, US$ 230.330.000; y 2002, US$ 502.110.000. El total acumulado concretamente brindado porWashington a Bogotá entre 1997-2002 ascendió a US$ 2.228.840.000. Para 2003, el total requerido por el ejecutivopara aprobación del legislativo alcanzó a US$ 755.750.000. Estas cifras pueden consultarse enhttp://www.ciponline.org/colombia/aidtable.htm99 Ekaterina Stepanova, Anti-terrorism and Peace-building During and After Conflict, Estocolmo: SIPRI, 2003, p. 7.51
<strong>SEGURIDAD</strong> EN <strong>EL</strong> ATLÁNTICO SURAlejandro KennyLos principales puntos que desearía abarcar durante esta presentación son la seguridad ylos intereses en el mar, el escenario geográfico, una aproximación histórica a la dimensiónmarítima, las reglas de juego y la cooperación naval como parte de una estrategia para laseguridad regional.Con respecto al primer punto, podemos afirmar que la seguridad constituye un fin aalcanzar; es la situación en la que los intereses argentinos en el mar se ven protegidos,garantizados. Pero para aproximarnos a esos intereses, es decir, para que en este momentopensemos y sintamos el mar en toda su dimensión, les propongo que a modo de inicio de estacharla “conjuguemos el mar”.Este juego de palabras consiste en enunciar seis verbos de acción que desde el inicio de lacivilización, el ser humano ha ido desarrollando en el mar. El hombre primero necesitó navegary debió hacerlo de manera segura. Luego, la inmensidad oceánica tal vez le hizo pensar en lanecesidad de proteger su hábitat, su territorio. Buscó recursos en el mar y comenzó a explotar lasriquezas que le proporcionaba. La curiosidad lo llevó a investigar, a conocer lo propio y lo que lorodeaba, de modo de poder asegurar un uso racional del mar. Es que alcanzar el conocimientonecesario facilitaba y facilita la adopción de decisiones soberanas.Más recientemente y como consecuencia de los avances tecnológicos, comenzó aplantearse la necesidad de conservar el medio marino y el ecosistema en su conjunto.El último verbo es apoyar, y hace referencia a distintos quehaceres donde el Estado debeactuar, para generar las condiciones necesarias para su desenvolvimiento. Ellos son la actividadde puertos, la industria naval, la marina mercante y la actividad en la Antártida.“Conjugar el mar” constituye una aproximación útil y sus acciones se han preservado enel tiempo. Es que si no podemos ejercer cualquiera de ellas, tendremos carencias en nuestraseguridad y los intereses argentinos en el mar se verán afectados.Es interesante observar que la Armada ejerce su rol principal sólo a través del verboproteger. En los demás actúa de manera complementaria, aunque desarrollando con metas clarasun gran esfuerzo que en definitiva beneficia a toda la comunidad. Que de eso se trata cuando nosreferimos a la seguridad.Ahora quisiera referirme al escenario geográfico. No siempre nos percatamos que nuestroplaneta debería llamarse “Agua” porque el 75% de su superficie está cubierta por el mar. Comosi fuera poco vivimos en la inmensidad oceánica del Hemisferio Austral, que se ve interrumpidaen el confín del mundo que se aproxima a la Antártida, por una cuña que la divide en las aguasdel Atlántico y del Pacífico. Esa cuña alejada de los centros de poder y consumo mundiales –tanto de Occidente como del Lejano Oriente– es el llamado Cono Sur, que compartimos connuestros vecinos.Por su parte, al referirnos al Atlántico Sur –el océano que a la gran mayoría de losargentinos se nos apareció en nuestro primer viaje a Mar del Plata– normalmente recordamosque sus aguas bañan nuestras costas en el continente (cinco provincias solamente), las deUruguay y Brasil, las de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sandwich, los pasos interoceánicosy las de la Antártida. Pero también nos encontramos con Gabón, Namibia, Sudáfrica, las Islas deAscension, de Santa Helena, Gough, Bouvet, Tristán da Cunha, Fernando de Noronha y52