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38 <strong>LA</strong>S HISTORIAS <strong>DE</strong> <strong>LA</strong>S CANCIONES...<br />
39<br />
7. y cada piedra querida<br />
8. guarda mi amor más profundo,<br />
9. no hay una piedra en el mundo<br />
10. que valga lo que una vida.<br />
Y sigue la preciosa Cuarteta de Chicho Sánchez Ferlosio, que me dio Sabina para<br />
el estribillo:<br />
Yo soy un moro judío<br />
que vive con los cristianos.<br />
No se qué Dios es el mío<br />
ni cuáles son mis hermanos.<br />
Luego continué la segunda estrofa en décima (esta vez ya sin errores métricos, al<br />
menos):<br />
1. No hay muerto que no me duela,<br />
2. no hay un bando ganador,<br />
3. no hay nada más que dolor<br />
4. y otra vida que se vuela.<br />
5. La guerra es muy mala escuela,<br />
6. no importa el disfraz que viste,<br />
7. perdonen que no me aliste<br />
8. bajo ninguna bandera:<br />
9. vale más cualquier quimera<br />
10. que un trozo de tela triste.<br />
El verso octosílabo tiene una presencia abrumadora en nuestro idioma. Como si<br />
estuviera en el mismo ADN del castellano. También escrita en octosílabos y probablemente<br />
una derivación de la Décima, tenemos la Sextilla (o Sextina). Es el<br />
verso que vertebra al Martín Fierro de José Hernández (hasta el punto de que hay<br />
quien la llama Estrofa Hernandiana). Su estructura es igual a la de los 6 últimos<br />
versos de la Décima: a c c d d c.<br />
a 1. Aquí me pongo a cantar<br />
c 2. al compás de la vigüela,<br />
c 3. que el hombre que lo desvela<br />
d 4. una pena extraordinaria,<br />
d 5. como el ave solitaria<br />
c 6. con el cantar se consuela.<br />
Como ven, la primera rima queda libre y hay quienes dicen que el espíritu de la<br />
pampa y su horizonte abierto, así como el espíritu libre del gaucho, no podrían<br />
expresarse en una forma de verso que no tuviera uno de rima abierta.<br />
Para finalizar, aquí les dejo una Décima que terminé de escribir en el camerino del<br />
mítico Luna Park, justo antes de empezar el último concierto que di en la Ciudad<br />
de Buenos Aires. La canté esa misma noche, al final de una versión de la canción<br />
“Volver a los 17” (también con las estrofas escritas en décimas, por cierto) de la<br />
maravillosa Violeta Parra.<br />
Esta Décima Espinela,<br />
la que Violeta cantaba,<br />
la de la sílaba octava<br />
del payador, vieja escuela.<br />
La misma estrofa que vuela<br />
y en Buenos Aires se acuna<br />
hoy, de tribuna en tribuna,<br />
y a escondidas de la pena<br />
cae en un reloj de arena<br />
en el Parque de la Luna.