Desenredando prejuicios - Corporación Caribe Afirmativo
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1.1. Roles de género.<br />
Apoyados en Pierre Bourdieu (2000) y Simone<br />
de Beauvoir (1998) entendemos los roles de género<br />
como aquellos comportamientos aprendidos<br />
en una sociedad, comunidad o grupo social<br />
determinado; estos comportamientos a su vez<br />
hacen que sus miembros estén condicionados<br />
para percibir como “masculinas” o “femeninas”<br />
ciertas actividades, tareas y responsabilidades,<br />
jerarquizándolas y valorándolas de manera diferente.<br />
En otras palabras, son un conjunto de<br />
expectativas y papeles heterogéneos para mujeres<br />
y hombres que marcan la diferencia respecto<br />
a cómo ser, cómo sentir y cómo actuar en<br />
la sociedad.<br />
Los roles son asignados por la sociedad en<br />
que vivimos y en ese sentido, las personas se<br />
desarrollan como mujeres o como hombres<br />
identificándose con los roles que por su sexo le<br />
han sido asignados. En nuestras comunidades<br />
se ha naturalizado el cómo ser mujer u hombre,<br />
y por ello problematizarlos es fundamental<br />
para comprender los procesos que emergen en<br />
la vida cotidiana de los seres humanos reconociendo<br />
que estos no pueden ser estáticos y que<br />
su transformación es un requisito para vivir en<br />
una sociedad más equitativa e incluyente.<br />
La igualdad de oportunidades para todos y<br />
todas requiere de cambios en las mentalidades<br />
frente a unos roles preestablecidos que definen<br />
al hombre como fuerte e inteligente y a la mujer<br />
como débil, tierna y cariñosa; además otorgan<br />
calificativos relacionados a actividades y<br />
emociones: así, se considera propio de las mujeres<br />
llorar, ser sumisas y estar condicionadas al<br />
ámbito de lo doméstico, mientras a los hombres<br />
se les asigna el papel de proveedores, definiéndolos<br />
como conquistadores y dominantes.<br />
Desnaturalizar estas percepciones que se tienen<br />
del ser “hombre” o “mujer” y reconocer que<br />
sus roles y capacidades han sido socialmente<br />
construidas, permite pensar de otro modo los lugares<br />
que ambos pueden ocupar en la sociedad.<br />
Ello convoca a repensar las concepciones de<br />
“masculinidad” y “feminidad” y, en esa perspectiva,<br />
la diversidad sexual y las identidades de<br />
género emergen como categorías que amplían y<br />
problematizan esos preceptos cosificantes, donde<br />
la “diferencia” no sea sinónimo de invisibilidad<br />
o exclusión, y la alteridad no siga siendo<br />
sinónimo de inferioridad o amenaza.<br />
1.2. Diversidad sexual e identidades de<br />
género.<br />
En este proceso hablamos de diversidad sexual<br />
e identidades de género para referirnos a un<br />
conjunto amplio de subjetividades diferentes a<br />
las construcciones normativas que reducen la<br />
sexualidad a la heterosexualidad, y a la reproducción<br />
y el género a unos roles dicotómicos<br />
que estandarizan al hombre como masculino<br />
y a la mujer como femenina. Cuando reconocemos<br />
que la sexualidad es una construcción<br />
cultural y no un asunto natural, comprendemos<br />
que es posible hablar de diversidad sexual<br />
como “la multiplicidad de deseos y modos de re-